Imagen: Organicus
*En un tarro de cristal bien limpio, colocad una o dos cucharadas de semillas en agua y dejadlas en remojo entre 4 y 6 horas. Esto hará que la semilla salga de su periodo de ?reposo? y se prepare para germinar. Cubrid el recipiente con un trozo de malla o de gasa.
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*Pasado este tiempo, escurrid las semillas y dejad el bote sobre un bol ligeramente inclinado para airearlas y escurrir el agua sobrante. Controlad que las semillas queden bien esparcidas en el recipiente.
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*Comienza la germinación. Mantened el tarro entre 20-25ºC en una zona con poca luz y con circulación de aire.
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*Repetid el proceso de lavado y escurrido al menos una vez al día hasta que los brotes alcancen el desarrollo deseado. Si algún día no podéis atenderlos, guardad el bote en la nevera. Dependiendo de la semilla el proceso puede durar entre 3 y 10 días. La alfalfa ha tardado unos 7 días.
*Podéis conservar los germinados unos 10 días en nevera.
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Listos para consumirlos en ensaladas, como acompañamiento de carnes y pescados, etc. Ahora bien - y esta es la parte que se obvia cuando se habla de los germinados - al igual que cualquier alimento fresco que se consume crudo o apenas cocinado, los brotes pueden causar enfermedades de origen alimentario. A diferencia de otros productos frescos, los granos y semillas necesitan condiciones húmedas para poder brotar y crecer. Tales condiciones también son ideales para la proliferación de bacterias, como Salmonella, Listeria y E. coli. Por tanto, es preferible cocinar los brotes por completo para reducir el riesgo de contraer enfermedades (si queréis más información sobre el tema ver aquí).