La salud en África vuelve a ser titular en los periódicos, y una vez más, no es por ninguna buena noticia. Ha vuelto a detectarse un brote de ébola en la República Democrática del Congo, y aunque aún no se considera una situación de emergencia sanitaria internacional, es inevitable recordar la epidemia de 2014, que causó 11.000 muertes en el oeste de África.
Desde que se detectó el brote, a primeros de abril, el virus ha afectado a 47 personas, de las cuales 25 han muerto. Todavía no se considera una emergencia de salud pública, aunque hay algunos casos en zonas urbanas, y esto multiplica el riesgo de contagio. Por ello, el estado congoleño va a poner en marcha una campaña de vacunación y otro tipo de acciones preventivas. La OMS es consciente de que el esfuerzo logístico será muy grande, pero considera que la situación se puede controlar.
El ébola causa miedo debido a su virulencia y rápida propagación, sin embargo, no es la enfermedad que más vidas se lleva en el continente africano. Una de ellas es el sida. África acumula el 65% de las personas afectadas por el virus en todo el mundo, y aunque existen tratamientos que han mejorado mucho la calidad de vida de los pacientes, su precio sigue siendo un gran obstáculo en la lucha contra el VIH. Además, los tabús y la insuficiente educación sexual hacen más difícil su prevención.
La malaria, transmitida por el mosquito, afecta a 500 millones de personas cada año, de los cuales el 90% están en el África Subsahariana y es considerada la enfermedad más mortal del mundo. De la misma manera, el dengue afecta a unos 50 millones de personas al año, que se concentran en Asia y África. Aunque existe un tratamiento su acceso al mismo no siempre es fácil. Estas dos son parte de las llamadas enfermedades tropicales desatendidas. Enfermedades abandonadas por las farmacéuticas, porque su investigación y la mejora de tratamientos, al no ser sufridas en la parte adinerada del mundo, no es rentable.
La tuberculosis es otra de las enfermedades que peores consecuencias deja en África. Se estima que en África se produce una nueva infección de tuberculosis cada segundo debido a la desnutrición, la falta de inmunización y la prevalencia de mitigación del VIH. Más de la mitad de los infectados mueren si no reciben tratamiento.
Hay muchas enfermedades prevenibles, que, por la falta de acceso a un saneamiento adecuado, agua potable, o vacunas, siguen llevándose la vida de muchas personas, aunque para la población occidental no supongan ningún problema para su salud. De esta manera, enfermedades corrientes como la neumonía, bronquitis y la gripe continúa siendo enfermedades que causan muchas muertes en África, cuando aquí resulta impensable, salvo en casos muy delicados de salud. En el caso de la bronquitis y neumonía la tasa de mortalidad sigue siendo elevada, pese a que los tratamientos son muy efectivos.
Aunque nos cueste creerlo, la diarrea y las enfermedades asociadas a ella, es una de las enfermedades que más muertes causan en África, especialmente en la población infantil. Este virus causa un millón y medio de muertes al año en el continente africano.
Aunque la mortalidad infantil se ha conseguido reducir en un 26% desde el año 2000, será difícil conseguir cumplir el cuarto de los Objetivos del Milenio, reduciendo dos tercios las muertes infantiles de menores de 5 años. África registra la mitad de las muertes infantiles del mundo, pero lo más grave es que gran parte de ellas serían prevenibles o curables, con muy pocos recursos, atención médica, vacunas e higiene. Pero todos estos casos, seguirán sin ser visibles en la prensa.