No sólo las mujeres rurales son la clave para un mundo sin hambre ni pobreza, sino que empoderar y conseguir la igualdad de género es lo correcto.
Desde la producción de cultivos hasta el procesamiento, la preparación y la distribución de alimentos, el trabajo de las mujeres —tanto remunerado como no remunerado— alimenta a sus familias, comunidades y el mundo entero. Pero, como señala ONU Mujeres, “las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor”. Por ejemplo, menos del 15% de las personas que poseen tierras agrícolas son mujeres.
“Nosotras formamos un grupo de 18 mujeres. El trabajo que estamos realizando nos llena de felicidad. Ahora con este proyecto nos están capacitando y vamos a poder trabajar y producir en el patio de nuestras casas”, nos explica Sara Tiul, desde San Francisco Mollejón, donde en Guatemala uno de cada dos menores de 5 años padece de desnutrición crónica.
Sara Tiul, mujer rural en Guatemala.
La pandemia del covid junto con la crisis climática, ha agravado la situación de hambre y malnutrición en muchas partes del mundo: unas 2.370 millones de personas no tuvieron suficiente para comer en 2020, es decir, un 20 % más que el año anterior según el informe de la Agenda Común de las Naciones Unidas.
“Estamos aprendiendo en grupo, pero la idea es que, más adelante, produzcamos en nuestras casas. Por eso, desde Global Humanitaria nos están dando semillas para ir llevando a nuestros patios y sembrarlas, para ya no pasar hambre como el año pasado por la pandemia”, explica Sara.
Frente a la discriminación, Onu Mujeres ha publicado un nuevo plan feminista donde traza un mapa de las políticas ambiciosas y transformadoras para poner la igualdad de género, la justicia social y la sostenibilidad en el centro de la recuperación y transformación. El trabajo decente y la protección social, la eliminación de la violencia o la inclusión de las mujeres en la toma decisiones y liderazgo son algunas de las cuestiones que necesitan cambiar para el empoderamiento de las mujeres rurales.