Aprovechando las vacaciones de la semana pasada me fui de paseo a mi ciudad natal y, además de saludar a mis amigos y familiares, tuve la suerte de hacer dos viajes cortos que me encantaron y me llenaron de energía. Uno fue al páramo de Letras, y es del que te voy a contar un poquito hoy (acompañándolo de las fotos que tomé ese día). El otro viaje fue al Santuario de Fauna y Flora Otún Quimbaya; de ese te contaré después, pero por ahora adelanto que vi un grupo de monos aulladores rojos, con mono bebé incluido. Bueno, volviendo al páramo... mucha gente no sabe qué es, y eso es porque se trata de un ecosistema raro y bonito que sólo se encuentra en algunas zonas del planeta, y que ?como tantas cosas bellas y esenciales para el equilibrio planetario? está en vía de extinción. En Colombia tenemos aprox. el 60% de los páramos del mundo; también hay páramos en otros lugares de Suramérica (Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú), Centroamérica (Costa Rica), África oriental (Kenia, Tanzania, Uganda, Ruanda y en la República Democrática del Congo) y Nueva Guinea (Papúa Nueva Guinea e Indonesia). Todo en zonas intertropicales. El páramo es un ecosistema que se encuentra más alto (en metros sobre el nivel del mar) que los bosques húmedos y más abajo de las nieves perpetuas, la humedad relativa suele estar en torno al 80% y por está cubierto de neblina casi todo el tiempo... y toda esa humedad se condensa en mucha, mucha lluvia. La mayor parte del suelo del páramo es de origen volcánico, y eso, sumado a otros factores, hace que el suelo paramuno funcione como un recogedor de agua ?que viene de la llluvia, la neblina y los deshielos? y un regulador de su flujo. De hecho el páramo de Sumapaz (en el altiplano cundiboyacense, el páramo más grande del mundo) es la principal fuente de agua del área más poblada de Colombia: la sabana de Bogotá. Si tienes la fortuna de haber visitado un páramo, habrás notado que en cuestión de un par de minutos de recorrido el paisaje cambia drásticamente. La vegetación del bosque húmedo empieza a desaparecer y en su lugar empiezan a aparecer plantas mucho más pequeñas, con colores menos brillantes (a excepción de algunas flores), y algunas veces hasta peludas; son plantas que se están muy preparadas para sobrevivir en ese ambiente de frío y humedad. Uno de los principales protagonistas del páramo es el frailejón: una planta alargada con hojas peludas y flores amarillas y de la cual se estima que crece un centímetro al año (así que una planta de 1mt. puede tener un siglo de vida). La función de las vellosidades de las hojas es atrapar la humedad de la neblina y conservarla, y las hojas que envejecen no se caen sino que se quedan pegadas al tallo para protegerlo y hacer reciclaje de nutrientes. Qué funcionamiento tan bonito, ¿no? En general, las plantas del páramo tienen un crecimiento muy modesto, y una apariencia mucho más tímida que la de la mayoría de las plantas tropicales. Tienen hojas pequeñitas ?menos susceptibles a la congelación? y la capacidad de aferrarse aparentemente a cualquier sustrato... se ven mini-plantas creciendo en todas las rocas, saliendo del musgo y de las "arrugas" de las piedras. A mí me encanta esa capacidad que tienen las plantas, y me impresiona sobre todo cuando pasa en las ciudades; me encanta ver las grietas de las paredes llenas de maticas minúsculas aferradas a la vida que pueden sacar del cemento, y me parece un importante recordatorio del hábitat compartido: la tierra no nos pertenece, la compartimos con infinidad de seres de distintas formas, colores y complejidades. El páramo de Letras, que fue el que yo visité, queda cerca de Manizales y es la puerta de entrada para llegar al Parque Natural Nacional de los Nevados. Antes de subir hacia el retén de Brisas se puede tomar un desvío por la carretera hacia Murillo para visitar una cascada y una zona cercana al nacimiento del río Gualí. El paisaje desde ahí es realmente bello, y el sonido del agua y la neblina hacen que sea un lugar maravilloso para sentarse a disfrutarlo. (La persona que aparece perdida entre rocas volcánicas en la segunda foto soy yo ?la foto la tomó mi chico?, y el de la foto de más abajo es un amigo que conocí ahí). Y bueno... las visitas al páramo de Letras no pueden estar completas sin una parada a tomar aguapanela (una bebida típica en Colombia, que se hace diluyendo panela ?que se fabrica con jugo de caña de azúcar? en agua). Los mejores lugares para tomarla suelen ser casitas campesinas en donde preparan la aguapanela en fogón de leña, dándole un sabor característico; es mi favorita. Normalmente se toma con un trozo de queso, y habrá quienes digan que es un sacrilegio tomarla de otra manera... no quiero extenderme ni hablar de lo que sí pienso que es un sacrilegio, así que simplemente lo dejaré así: se puede vivir sin queso, lo creas o no, y la comida sin queso se disfruta más todavía cuando uno puede ver a las vacas y los terneros sabiendo que uno no está financiando su explotación. Y hablando de vacas, terneros, explotación y productos de origen animal... una de las principales amenazas del páramo es la ganadería, pues el terreno se puede convertir fácilmente en pastizales para ganado por medio de quemas que se extienden rápidamente debido a los fuertes vientos y a otros factores relacionados con las características de la flora paramuna, como la concentración de cera y de necromasa (por ejemplo la materia vegetal muerta que sigue unida a la planta, lo que pasa en los frailejones); es decir, las cosas que hacen que el páramo sea un ecosistema delicado y único son las mismas que se usan como ventaja para explotarlo comercialmente poniéndolo en peligro y, por extensión, a todas las especies que habitan en él: cóndores de los Andes, tapires de montaña, osos de anteojos, tigrillos, guaguas, pacas de montaña, por nombrar apenas unos cuantos. Por supuesto, las vacas no tienen la culpa... ellas ni siquiera saben por qué están ahí o qué se ha hecho para acomodarlas en esos pastizales; la responsabilidad recae en nosotros, que estamos desbordando la capacidad de nuestro entorno al alimentarnos y usar los recursos como si tuviéramos un planeta de repuesto. Jalón de orejas hecho. Para cerrar, te dejo con una imagen de un bichito en pleno proceso de polinización de una planta paramuna. No sé cómo se llama el bicho ni la planta. Si tú sabes por favor cuéntamelo en los comentarios para actualizar la entrada :-) Yo no soy ninguna experta en páramos ni muchísimo menos, soy, digamos, una paseadora sensible a la que le gusta compartir información básica sobre los lugares que visita (de hecho tengo un blog en el que hago justamente eso, y que está en re-construcción). Si quieres ampliar información sobre los páramos te recomiendo que visites la web del Mecanismo de información de páramos, y si quieres más información sobre los peligros que enfrenta este ecosistema puedes leer el documento El páramo: ¿ecosistema en vía de extinción?, escrito Juan Alejandro Morales-Betancourt y Jaime Vicente Estévez-Varón del Departamento de Biología de la Universidad de Caldas. ¿Conoces algún páramo? ¿Cuáles te gustaría conocer? ¿Qué datos piensas que vale la pena ampliar? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
El páramo: un ecosistema raro y bonito
Aprovechando las vacaciones de la semana pasada me fui de paseo a mi ciudad natal y, además de saludar a mis amigos y familiares, tuve la suerte de hacer dos viajes cortos que me encantaron y me llenaron de energía. Uno fue al páramo de Letras, y es del que te voy a contar un poquito hoy (acompañándolo de las fotos que tomé ese día). El otro viaje fue al Santuario de Fauna y Flora Otún Quimbaya; de ese te contaré después, pero por ahora adelanto que vi un grupo de monos aulladores rojos, con mono bebé incluido. Bueno, volviendo al páramo... mucha gente no sabe qué es, y eso es porque se trata de un ecosistema raro y bonito que sólo se encuentra en algunas zonas del planeta, y que ?como tantas cosas bellas y esenciales para el equilibrio planetario? está en vía de extinción. En Colombia tenemos aprox. el 60% de los páramos del mundo; también hay páramos en otros lugares de Suramérica (Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú), Centroamérica (Costa Rica), África oriental (Kenia, Tanzania, Uganda, Ruanda y en la República Democrática del Congo) y Nueva Guinea (Papúa Nueva Guinea e Indonesia). Todo en zonas intertropicales. El páramo es un ecosistema que se encuentra más alto (en metros sobre el nivel del mar) que los bosques húmedos y más abajo de las nieves perpetuas, la humedad relativa suele estar en torno al 80% y por está cubierto de neblina casi todo el tiempo... y toda esa humedad se condensa en mucha, mucha lluvia. La mayor parte del suelo del páramo es de origen volcánico, y eso, sumado a otros factores, hace que el suelo paramuno funcione como un recogedor de agua ?que viene de la llluvia, la neblina y los deshielos? y un regulador de su flujo. De hecho el páramo de Sumapaz (en el altiplano cundiboyacense, el páramo más grande del mundo) es la principal fuente de agua del área más poblada de Colombia: la sabana de Bogotá. Si tienes la fortuna de haber visitado un páramo, habrás notado que en cuestión de un par de minutos de recorrido el paisaje cambia drásticamente. La vegetación del bosque húmedo empieza a desaparecer y en su lugar empiezan a aparecer plantas mucho más pequeñas, con colores menos brillantes (a excepción de algunas flores), y algunas veces hasta peludas; son plantas que se están muy preparadas para sobrevivir en ese ambiente de frío y humedad. Uno de los principales protagonistas del páramo es el frailejón: una planta alargada con hojas peludas y flores amarillas y de la cual se estima que crece un centímetro al año (así que una planta de 1mt. puede tener un siglo de vida). La función de las vellosidades de las hojas es atrapar la humedad de la neblina y conservarla, y las hojas que envejecen no se caen sino que se quedan pegadas al tallo para protegerlo y hacer reciclaje de nutrientes. Qué funcionamiento tan bonito, ¿no? En general, las plantas del páramo tienen un crecimiento muy modesto, y una apariencia mucho más tímida que la de la mayoría de las plantas tropicales. Tienen hojas pequeñitas ?menos susceptibles a la congelación? y la capacidad de aferrarse aparentemente a cualquier sustrato... se ven mini-plantas creciendo en todas las rocas, saliendo del musgo y de las "arrugas" de las piedras. A mí me encanta esa capacidad que tienen las plantas, y me impresiona sobre todo cuando pasa en las ciudades; me encanta ver las grietas de las paredes llenas de maticas minúsculas aferradas a la vida que pueden sacar del cemento, y me parece un importante recordatorio del hábitat compartido: la tierra no nos pertenece, la compartimos con infinidad de seres de distintas formas, colores y complejidades. El páramo de Letras, que fue el que yo visité, queda cerca de Manizales y es la puerta de entrada para llegar al Parque Natural Nacional de los Nevados. Antes de subir hacia el retén de Brisas se puede tomar un desvío por la carretera hacia Murillo para visitar una cascada y una zona cercana al nacimiento del río Gualí. El paisaje desde ahí es realmente bello, y el sonido del agua y la neblina hacen que sea un lugar maravilloso para sentarse a disfrutarlo. (La persona que aparece perdida entre rocas volcánicas en la segunda foto soy yo ?la foto la tomó mi chico?, y el de la foto de más abajo es un amigo que conocí ahí). Y bueno... las visitas al páramo de Letras no pueden estar completas sin una parada a tomar aguapanela (una bebida típica en Colombia, que se hace diluyendo panela ?que se fabrica con jugo de caña de azúcar? en agua). Los mejores lugares para tomarla suelen ser casitas campesinas en donde preparan la aguapanela en fogón de leña, dándole un sabor característico; es mi favorita. Normalmente se toma con un trozo de queso, y habrá quienes digan que es un sacrilegio tomarla de otra manera... no quiero extenderme ni hablar de lo que sí pienso que es un sacrilegio, así que simplemente lo dejaré así: se puede vivir sin queso, lo creas o no, y la comida sin queso se disfruta más todavía cuando uno puede ver a las vacas y los terneros sabiendo que uno no está financiando su explotación. Y hablando de vacas, terneros, explotación y productos de origen animal... una de las principales amenazas del páramo es la ganadería, pues el terreno se puede convertir fácilmente en pastizales para ganado por medio de quemas que se extienden rápidamente debido a los fuertes vientos y a otros factores relacionados con las características de la flora paramuna, como la concentración de cera y de necromasa (por ejemplo la materia vegetal muerta que sigue unida a la planta, lo que pasa en los frailejones); es decir, las cosas que hacen que el páramo sea un ecosistema delicado y único son las mismas que se usan como ventaja para explotarlo comercialmente poniéndolo en peligro y, por extensión, a todas las especies que habitan en él: cóndores de los Andes, tapires de montaña, osos de anteojos, tigrillos, guaguas, pacas de montaña, por nombrar apenas unos cuantos. Por supuesto, las vacas no tienen la culpa... ellas ni siquiera saben por qué están ahí o qué se ha hecho para acomodarlas en esos pastizales; la responsabilidad recae en nosotros, que estamos desbordando la capacidad de nuestro entorno al alimentarnos y usar los recursos como si tuviéramos un planeta de repuesto. Jalón de orejas hecho. Para cerrar, te dejo con una imagen de un bichito en pleno proceso de polinización de una planta paramuna. No sé cómo se llama el bicho ni la planta. Si tú sabes por favor cuéntamelo en los comentarios para actualizar la entrada :-) Yo no soy ninguna experta en páramos ni muchísimo menos, soy, digamos, una paseadora sensible a la que le gusta compartir información básica sobre los lugares que visita (de hecho tengo un blog en el que hago justamente eso, y que está en re-construcción). Si quieres ampliar información sobre los páramos te recomiendo que visites la web del Mecanismo de información de páramos, y si quieres más información sobre los peligros que enfrenta este ecosistema puedes leer el documento El páramo: ¿ecosistema en vía de extinción?, escrito Juan Alejandro Morales-Betancourt y Jaime Vicente Estévez-Varón del Departamento de Biología de la Universidad de Caldas. ¿Conoces algún páramo? ¿Cuáles te gustaría conocer? ¿Qué datos piensas que vale la pena ampliar? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
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