Lo anterior es comprensible dado que no todos los consumidores poseemos conocimientos de química que nos permitan interpretar las descripciones de las etiquetas y por lo general, las compras de la farmacia o el supermercado suelen hacerse con prisa, sin priorizar consideraciones distintas al presupuesto y la búsqueda de calidad y practicidad.
Sin embargo, entender la composición química y los posibles efectos de sus componentes puede ser la clave para evitar riesgos sanitarios y ecológicos. Al respecto, una ventaja con la que cuentan nuestra generación y las sucesivas es que con ayuda de internet es fácil aprender a leer las etiquetas y determinar de manera responsable e informada si el producto que estamos colocando en nuestra cesta de compra es seguro para la salud y amigable con el medio ambiente.
En este sentido, la primera recomendación de los expertos es optar por productos biodegradables cuando se vaya a adquirir bactericidas, artículos de limpieza, cosméticos o protectores solares. En el caso de los primeros, es importante prestar atención a la presencia de parabenos –sustancias con propiedades fungicidas y bactericidas– que en algunos casos pueden dañar al medio ambiente.
Otro factor que se debe tener presente es el de optar por componentes que en realidad cumplan con el objetivo del producto, como sucede con la benzofenona utilizada en los filtros solares para piel debido a su probada efectividad en la absorción de las radiaciones UV-A y buena parte de las del rango UV-B.
Por otra parte, este mismo ingrediente es también utilizado en la fabricación de gran variedad de productos cosméticos como perfumes y jabones, esto con la finalidad de proteger al resto de sus componentes y evitar que pierdan sus propiedades debido a la exposición al sol, absorbiendo esa radiación de manera no nociva para la piel, aunque cabe mencionar que su uso debe ser regulado, puesto que puede ser dañino en soluciones que lo contengan en dosis de más del 10%.