El recibidor es nuestra carta de presentación, ya que es lo primero que ven nuestros invitados cuando entran en nuestra casa. De ahí la importancia de dedicarle tiempo y atención para sacarle todo el partido que merece.
Mientras que en verano no suele tener tanto protagonismo, con la llegada del invierno el recibidor se convierte en el sitio donde dejamos los abrigos, botas y demás complementos. Por lo general, en muchas de nuestras viviendas esta estancia no dispone de muchos metros cuadrados, son zonas de paso o carecen de luz directa, pero eso no significa que no podamos sacarle partido con una buena organización y unos cuantos consejos de decoración. Desde Vivienda Saludable te recomendamos que lo primero sea pensar en las características de esta habitación y en el tipo de decoración que tienes en el resto de tu hogar, para que vaya en consonancia y no desentonen. A partir de ahí, con estos sencillos consejos, vas a conseguir que luzca mucho más.
El tamaño importa, pero no tanto: es importante que, además de ser una zona agradable, sea práctica y funcional. Es decir, que nos sirva para almacenar. Las baldas son una opción perfecta (y que no ocupa mucho espacio) para dejar las llaves y otros enseres que debemos llevar encima antes de salir de casa. Los ganchos en la pared son una opción ideal para colgar abrigos y demás enseres de uso habitual.
Menos es más: equipa la entrada con recursos esenciales pero no lo abarrotes de muebles. Intenta que el diseño de esos artículos se caracterice por las líneas rectas para potenciar la sensación de ligereza. Los muebles con poco peso visual son una opción muy recomendable. Por ejemplo, un zapatero a media altura con una repisa, que te permita dejar encima las llaves, correspondencia, etc. También puedes colocar una banqueta con almacenaje debajo, donde meter -por ejemplo- el calzado que te cambias, el bolso, guantes, pañuelos, bufandas, gorros… Lo más aconsejable es seleccionar pocas piezas de mobiliario, prácticas y decorativas a ser posible, y sobre todo asegurarse de que la zona de paso que queda mide al menos 90 cm.
Los huecos también son funcionales: muchos de nuestros recibidores no tienen formas rectas por cómo han sido diseñados. Sin embargo, los entrantes y ángulos marcados o las plantas irregulares pueden jugar a nuestro favor. Así, por ejemplo, un hueco entre columnas puede albergar un práctico módulo de almacenaje.
Colores: los tonos neutros ayudan a contrarrestar la falta de luz. Apuesta por arenas, ocres, grises o blanco roto que aportan calma y equilibrio, tanto en los colores de las paredes como en el mobiliario.
Iluminación: la luz indirecta permite aportar calidez al ambiente. Para conseguirla, podemos colocar apliques en la zona alta de las paredes o una lámpara de pie en una esquina (si hay espacio suficiente).
Espejos: su reflejo ofrece una perspectiva diferente, realza la iluminación y añade una sensación de profundidad. Puedes colgar alguno en la pared, o hacer una original composición con varios. Incluso, si dispones de espacio puedes poner uno de cuerpo entero. Apoyado sobre el suelo, dará un toque muy actual a esta decoración.
El orden es la clave: de nada sirve que tengamos una decoración muy cuidada y con estilo, si luego dejamos todo “manga por hombro”. Es importante que haya espacio para los abrigos, zapatos y complementos y que tengan su orden (nada de apilarlos unos encima de otros).
La puerta de entrada a nuestra vivienda también forma parte del recibidor. Mantenla en buenas condiciones (limpieza y revisión de su buen funcionamiento) e invierte en una puerta de calidad que te aporte seguridad.
Si queremos que nuestro recibidor sea una estancia para sentirnos orgullosos, es importante que haya un equilibrio perfecto entre lo estético y lo práctico. No es necesario llenarlo de muebles, o que sean enseres muy caros, sino elegir – o transformar- aquellos que nos sean útiles y que reflejen una armonía dentro de todo el conjunto de la sala.