Sin embargo, cuando aumentamos el consumo de energía estamos aumentamos también el nivel de contaminación medioambiental y provocamos un mayor gasto de recursos naturales. En el post de hoy te invito a reflexionar un poco sobre tus hábitos para, en la medida de lo posible, ahorrar energía en casa. Con pequeños gestos ahorraremos energía, además de dinero, y reduciremos nuestra huella ecológica.
Saca las alfombras
La calefacción representa casi la mitad de nuestro consumo total de energía. Es un porcentaje muy alto teniendo en cuenta que solo hacemos uso de ella durante los meses de mucho frío. Mantener la casa calentita se convierte en todo un reto si además queremos hacer un uso responsable de la energía. Revisa si tus ventanas o puertas tienen alguna rendija por la que se pueda colar el aire y repáralas antes de que llegue el frío. Las cortinas, al igual que las persianas, te ayudarán a retener el calor y le darán una mayor calidez a tu hogar. Asimismo, las alfombras te ayudarán a mantener tus pies calientes y se reducirá la sensación de frío en el cuerpo. Busca alfombras que tengan un buen grosor para que te aíslen lo máximo posible del frío y retenga el calor. Colócalas cerca de la cama en los dormitorios y junto al sofá en el salón.
Reutiliza el agua de la ducha
Cada vez que nos duchamos hacemos lo mismo. Abrimos el grifo a tope hacia el puntito rojo, dejamos correr el agua mientras comprobamos su temperatura con las manos y una vez alcanzados los grados adecuados nos metemos debajo del agua. Puede que nunca hayamos sido conscientes pero con este hábito desperdiciamos entre 3 y 6 litros de agua al día. Piensa en la cantidad de cosas que podrías hacer con todo ese agua si cada día la guardases. A mi se me ocurren varias cosas: regar las plantas, lavar alguna prenda a mano, lavarme los dientes, enjuagar los platos, vaciar el inodoro o llenar el cubo de la fregona.
Podemos utilizar un barreño cualquiera o hacernos con una de las originales bolsas que han creado la marca valencia Esferic para ahorrar agua en la ducha.
Apaga las luces
“¿Qué estamos en la feria?”. No sé cuantas veces he podido escuchar esta frase en mi casa cuando era pequeña pero supongo que las suficientes para que ahora no se me escape ni un solo interruptor y lo aplique cada día como si de un mantra se tratase. Hace muchos años que adquirí el hábito de apagar la luz cada vez que salía de una habitación o me iba de casa. Sin embargo, cada vez que visito la casa de alguna amiga me viene un golpe de realidad y caigo en la cuenta de que no todo el mundo tiene esta sana costumbre. Si ves que te resulta complicado coloca post-its en los interruptores así siempre te acordarás de apagar y encender las luces correctas.
Llena tu casa de calidez
Los colores influyen mucho en nuestro estado de ánimo y también en nuestra temperatura corporal. En invierno tenemos que huir de los colores fríos y llenarnos de colores cálidos. Los tonos rojos, los naranjas, los púrpuras y los marrones son nuestros aliados. Utilízalos en la ropa de cama y para estar por casa. Así mismo, deshazte de las luces blancas y cámbialas por lámparas de mesa o de pie que además de alumbrar aportan calidez a la estancia. Enciende alguna vela de vez en cuando porque, aunque no ayudan a calentar la casa, si sirven para darte esa sensación de calorcito.
Abrígate
No es lógico ni sostenible tener la casa a 30 grados en invierno e ir vestido como si estuviéramos de vacaciones en las Bahamas. Muchos días es inevitable no encender la calefacción pero ir abrigados ayudará a que no necesitemos subir tanto la temperatura del termostato y ahorraremos energía en casa. Cuando salimos de la cama o nos quedamos quietos en el sofá leyendo o viendo la tele la sensación de frío se apodera de nosotros. Es imprescindible estar bien equipado en casa para el invierno. Una buena bata, unos calcetines de lana y una manta para el sofá son los imprescindibles del esquimal urbanita.
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