Pero de la noche a la mañana eso cambió, ahora en muchos países tenemos disponible comida de alrededor del mundo los 365 días del año, ya no es un lujo sino una costumbre.
¿Globalización? sí, podría decirse, pero ¿qué tan favorable es? depende. Si hablamos de satisfacer nuestro placer culinario púes sin duda hay que decir que es ¡lo máximo! poder comer cocos en pleno invierno no está nada mal (o al menos eso creeríamos). La verdad es que aunque no lo queramos ver, sigue siendo un lujo, un lujo que no podemos ni deberíamos costear.
Estamos mal acostumbrados a simplemente pagar por lo que queremos sin ver más allá, sin preguntarnos:
1. ¿De dónde viene mi comida? si viene desde muy lejos eso implica una mayor huella de carbono.
2. ¿Quién la cultiva? es importante no apoyar una industria que utilice niños o que explote a sus trabajadores.
3. ¿Qué esfuerzos, recursos y procesos requiere para llegar a mi? algunos alimentos requieren más cantidad de agua para ser producidos, si son más propensos a plagas ¿utilizan métodos permitidos en la agricultura ecológica? la energía que utilizan ¿es energía limpia? ¿utilizan combustibles fósiles?
Y en general, ¿es sostenible? cambia bastante la perspectiva ¿no?
Uno de los motivos para tener un huerto urbano, es justamente el involucrarse en el proceso y cambiar la forma en que vemos la comida, ver que las frutas y verduras no salen simplemente de una máquina, que requieren agua, abono, control de plagas y una serie de cuidados específicos que de una u otra forma nos ayudan a comprender los ciclos, y a tener un mayor contacto con nuestros alimentos y así aprender a apreciarlos mucho más.
Cuando conoces de dónde vienen tus alimentos, empiezas a elegir con conocimiento, entiendes su valor (más allá del dinero) y te das cuenta de que una verdura amorfa o de forma perfecta, no será más o menos nutritiva.
Los alimentos lejanos
Un alimento que viaja medio mundo para llegar a ti no puede llegar en óptimas condiciones en su estado natural, por eso son tratados de forma química (se les añaden sulfitos por ejemplo) o se cosechan cuando aún están verdes. Un alimento cosechado antes de tiempo o sometido a procesos químicos va a perder propiedades, tendrá menor sabor y será menos saludable.
Tu dinero es un voto
Siempre lo digo y no me canso de repetirlo, cuando compramos algo no solo pagamos por el producto sino que financiamos un proyecto, una idea, una empresa. Con nuestro dinero, reafirmamos que los apoyamos y que queremos más, por eso no tiene sentido comprar productos de una marca que se sabe que explota a sus trabajadores o que experimenta en animales o que deforesta (por dar algunos ejemplos).
Tirar los alimentos
Esa frase ni siquiera debería existir, pero lamentablemente es una realidad. Yo considero que en gran parte por la industria alimentaria, que aunque muchas cosas han ido cambiando en los últimos años con la creación de leyes a favor de evitar el despilfarro, supermercados de alimentos expirados, organizaciones que promueven la recuperación de alimentos, etc…creo que aún hay mucho por hacer y ya sabemos que ¡el cambio empieza por uno mismo!
¿Qué puedes hacer?
1. Prefiere las compras a granel, la idea es comprar solo las cantidades que necesites.
2. Evita las compras impulsivas.
3. Revísa tus alimentos, las fechas (de vencimiento, caducidad o expiración) son un poco la forma que las empresas tienen de cuidarse las espaldas, pero eso no necesariamente significa que el producto esté malo: huélelo, pruébalo, quítale las partes que se hayan dañado… pero siempre que sea posible, ¡aprovecha lo que aún esté bueno!
4. Utiliza envases de vidrio, ayudan a conservar los alimentos en buen estado por más tiempo.
5. Aprovecha el congelador, si ves que no vas a consumir algo pronto, ¡congélalo! así evitarás que se dañe y podrás tenerlo como comida de reserva.
6. Prepara y sirve las porciones adecuadas, esto ayuda a evitar sobras y futuros desperdicios.
7. Utiliza las sobras, mientras las hayas almacenado correctamente puedes volver a disfrutar de ellas.
Yo creo que todos deberíamos estar informados de la procedencia de nuestros alimentos, sobretodo enseñarle a los niños sobre el tema y que aprendan a no tomar la comida por sentado. Y aunque para algunos pueda parecer exagerado, me parece que ayudaría mucho si se crearan no solo leyes sino impuestos contra el desperdicio de alimentos, si hay algo que le duele a los ciudadanos y a las empresas es ¡el bolsillo! Creo que ya se han venido implementando medidas de este tipo en algunos países, hay que ver qué tal funcionan.
Por lo pronto, yo te invito a que trates de ser consciente y no desperdicies alimentos, que aunque para nosotros parezcan tan fáciles de conseguir, no solo le cuestan recursos al planeta, sino que muchas personas no pueden obtener los alimentos necesarios para subsistir y con el calentamiento global, es un problema que promete empeorar rápidamente.
¿Qué opinas? ¡Hablémos!
La imagen principal la saqué de aquí (imagen by Siamak Djamei) / La imagen de las bananas pertenece a Ingeniería Sin Fronteras.