Por Blanca Gómara, Profesora de Slow Fashion Next.
Durante los últimos meses, y dentro de la campaña europea por erradicar el uso de las bolsas de plástico y en pro de fomentar una Economía Circular, hemos sido testigos de cómo muchos tecnicismos se colaban en nuestras compras habituales. Biodegradable o compostable han sido algunas de las palabras más estampadas en la superficie de las bolsas de plástico y tampoco nos extraña verlos asociados al nombre de numerosas fibras textiles o materias primas naturales en nuestros productos (como es el caso de los pantalones compostables de Freitag que ilustran la portada este artículo) pero, ¿realmente sabemos diferenciar estos términos?
En general, hacen referencia a los procesos por los que estos productos o materiales han pasado en el proceso de fabricación y nos dan una información muy importante sobre cómo se debe gestionar el final de su ciclo de vida para poder descartarlo de forma adecuada y en el sistema de gestión de residuos que le corresponda.
Bolsa de plástico biodegradable de la marca SkunkFunk
Un material “biodegradable” es aquel que puede descomponerse en elementos químicos naturales por la acción de agentes biológicos como las bacterias, las plantas o los animales, junto con otros agentes físicos como el sol o el agua, en condiciones ambientales que se dan en la naturaleza y que transforman estas sustancias en nutrientes, dióxido de carbono, agua y biomasa. Es decir, compuestos simples e inocuos que sirven de nutrientes en el medio. En este proceso, el material se va fragmentando en piezas cada vez más pequeñas hasta que finalmente no queda evidencia física de su existencia.
Por ejemplo, el lino y el algodón son dos materiales que tardan entre 1 y 5 meses en biodegradarse, mientras que para la lana, este tiempo puede ser de entre 1 y 5 años. Sin embargo, donde más veces nos encontramos este término es en el campo de los plásticos, como es el caso del PLA (ácido poliláctico), creado a partir de la fermentación de fécula de maíz, trigo o patata y que pueden tardar en biodegradarse más de 20 años en la naturaleza.
Joyería hecha con PLA e impresión 3D de la diseñadora Helena Rohner
Por su parte, que un material sea “compostable” significa que puede ser degradado por la acción de organismos (es decir, biológicamente) produciendo dióxido de carbono, agua, compuestos inorgánicos y biomasa en un periodo de tiempo controlado. En la naturaleza, esta transformación ocurre de forma constante dando lugar al humus (una tierra de color oscuro con un característico olor que nosotros asociamos “a bosque”) y es esencial para el correcto mantenimiento del ecosistema. El compostaje se realiza normalmente como un proceso de aceleración controlada de la descomposición de restos orgánicos y el producto que se obtiene se conoce como composta.
El tiempo que un material tarda en ser compostado depende, entre otros factores, de los organismos descomponedores que participan en el proceso (si son microorganismos, macroorganismos como las lombrices, etc.), la temperatura y la humedad. Así, nos encontramos con materiales que pueden ser compostados de forma doméstica e industrial y otros que sólo pueden ser compostados de forma industrial (en plantas donde la temperatura es mayor y más estable y la humedad está más controlada, creando entornos más favorables al proceso).
Para poder unificar criterios en la denominación de este tipo de productos, el Comité Europeo de Normalización (CEN) editó la norma EN 13432 titulada: “Requisitos de los envases y embalajes valorizables mediante compostaje y biodegradación. Programa de ensayo y criterios de evaluación para la aceptación final del envase o embalaje”. Según esta norma, para que un material sea considerado compostable debe cumplir los siguientes criterios:
Degradar al menos un 90% de su masa total en un plazo máximo de 6 meses.
Estar completamente fragmentado en partículas de tamaño inferior a 2mm x 2mm después de 12 semanas.
Controlar la ecotoxicidad del humus y cumplir con los estándares detallados.
No contener metales pesados.
La compostabilidad se convierte de esta forma en uno de los conceptos más interesantes para la sostenibilidad, ya que gestiona el fin de vida del producto con un enfoque circular “de la cuna a la cuna”. Por este motivo, resulta útil conocer los sellos que nos podemos encontrar cuando hablamos de este tipo de materiales y que nos aseguran que la elección que estamos haciendo es una elección segura.
Algunas de las certificaciones más empleadas en compostabilidad a nivel global. Fuente propia
Con todo esto en mente, podemos afirmar que un material biodegradable no siempre es compostable pero un material compostable siempre es biodegradable. Asimismo, un material biodegradable puede tardar mucho tiempo en descomponerse en la naturaleza, por lo que el hecho de que sea biodegradable no justifica que deba ser desechado sin cuidado. Volviendo al caso del PLA del que hablábamos antes, este mismo material en una planta de compostaje industrial puede ser degradado entre 30 y 60 días.
En futuros artículos hablaremos de otro tipo de materiales interesantes, los bioplásticos, y en concreto qué son y cómo se gestionan sus residuos para poder tomar mejores decisiones y reducir nuestros impactos medioambientales. Y si queréis seguir profundizando, y aclarar y conocer de primera mano estos y otros conceptos clave del sector de la moda sostenible, no os perdáis nuestro curso online “Introducción a la Moda Sostenible”, impartido por nuestra directora Gema Gómez y ¡no nos perdáis de vista, porque estamos preparando grandes novedades de cara al curso que viene!