No obstante, hay algo apreciable en el informe, que en nuestra opinión se encuentra en la estrategia propuesta para conseguir ese resultado, que pone el foco en “menos” en lugar de “nada”. A las personas les resulta más fácil la moderación que la eliminación, y el consumo de alimentos es un buen ejemplo: aunque muchas personas luchan con la idea de volverse vegetarianos, la mayoría está abierta a considerar la posibilidad de renunciar a la carne de vez en cuando. Al fin y al cabo hemos crecido con dietas que contienen partes significativas de carne, que asume un papel identificativo de la cultura de muchos países. Tratar de erradicar esos hábitos puede resultar contraproducente.
Como expresa elegantemente Dominic Hofstetter “la moderación nos ayuda a mover el diálogo fuera de los ámbitos de la ideología y la moralidad hacia la esfera del pragmatismo y la agencia. Ofrece opciones sin restringir la libertad. Se separa el comportamiento de la identidad. Y preserva la cultura sin comprometer la sostenibilidad. La moderación también conlleva la promesa de llegar a una mayor audiencia: la gente escuchará más si no ven al mensajero como un misionero.”
Algunos pueden argumentar que limitar el consumo de productos animales no será suficiente para reducir la producción de gases de efecto invernadero. Por supuesto, la moderación sólo funcionará si nos lleva lo suficientemente lejos. Pero exigir una política de consumo cero no necesariamente nos llevará más lejos o más rápido hacia el objetivo.
Entonces, ¿cómo podemos aprovechar mejor la moderación como paradigma de cambio para estimular la acción climática?
Primero, debemos aceptar que es poco probable que las propuestas absolutistas encuentren un amplio apoyo popular en el espíritu político actual. Puede haber argumentos científicos sólidos para las posiciones absolutistas, pero la gente está tan apegada a algunas de sus elecciones de estilo de vida que las posiciones extremas a menudo generan resentimiento y resistencia. Tenemos una mayor oportunidad de llevarlos con nosotros si nuestras propuestas no amenazan sus identidades y valores. En este sentido, ablandar nuestro tono puede parecer contra intuitivo dadas las terribles consecuencias de un planeta que se calienta, pero si permitimos que el lenguaje restrinja nuestra caja de herramientas para abordar un problema, perderemos oportunidades para generar impacto.
Segundo, necesitamos ampliar nuestra comprensión del alcance de la moderación en otras áreas de emisión. El calentamiento global es consecuencia de las emisiones netas de gases de efecto invernadero, según se resten entre todas las fuentes de emisiones y sumideros planetarios. Mientras mantengamos un equilibrio entre producción y absorción, podemos continuar manteniendo nuestra cartera de opciones de estilo de vida. Una mejor comprensión de las diferentes dinámicas generadas en el ámbito de los bienes y servicios que consumimos puede facilitar unos enfoques de moderación en aquellas áreas que son particularmente difíciles de descarbonizar.
Tomar el camino de la moderación ideológica, dialéctica y práctica, significa preferir el realismo sobre el idealismo, y en nuestra opinión representa un atajo para una sociedad más sostenible con el planeta.