El día que fuimos a su casa nos regalaron un montón de semillas de caléndula y nos contaron sobre lo genial de elaborar tu propia pomada de caléndula. Justo en ese momento yo estaba comenzando mi transición a productos naturales y mis irritaciones y alergias en la piel era algo que aún no había solucionado. Tan pronto regresamos a UK sembramos las semillitas y al final, germinaron muchísimas más de las que habíamos esperado.
Desde entonces he venido usando esta pomada y ha sido ¡el mejor descubrimiento de la vida! Sé que suena exagerado pero te juro que no, bueno… quizás no el mejor pero sí que está en el top 5, incluso he regalado a familia y amigos y han quedo encantados. Hace poco conseguí la cera de abejas en un mercado local y gracias a eso he podido hacer también bálsamo de caléndula.
Por si tienes la duda, te cuento la diferencia entre una y otra: la pomada puede ser líquida (es lo más usual) o en forma de crema, mientras que el bálsamo tiene una consistencia más densa y es super hidratante, suele llevar la cera de abejas como ingrediente.
Ahora que ya está empezando el calor me pareció el mejor momento para compartir esta alternativa porque la caléndula es especialmente recomendable para quemaduras, irritaciones, pieles seca y muy sensibles… casi todas las anteriores son ¡mi caso!… y no es que durante el invierno no sea útil, pero yo la aprovecho mucho más durante los meses de verano para consentir mi piel tras el contacto con el sol. También es genial para hidratar después de la piscina, que ya sabes como el cloro y los químicos tienden a resecar.
Ahhh, también sirve para la hidratar la nariz (por la gripe) y los labios, e incluso he leído que es muy recomendable para las pieles y culitos de bebés. Yo se la he puesto a Nico (mi perro) en las almohadillas de las patas después de largas caminatas y en la barriguita.
Bueno, me dejo de tanta historia y te cuento sobre la receta…
Ingredientes:
9 grs o alrededor de una cucharada de flores de caléndula (frescas o secas).
Entre más flores pongas, más concentrado será.
1 taza de aceite de coco (se puede substituir por otro como oliva o almendras)
6 grs cera de abejas (opcional). Ese peso tiende a ser una media lámina más o menos.
Instrucciones para preparar la pomada:
1. Asegúrate de que tus flores de caléndula estén limpias, sin ningún bichito y bien secas. Puedes lavarlas con agua fresca (a conciencia) y dejar escurrir sobre un colador o servilleta de tela o si prefieres puedes usar flores que tengas guardadas de alguna cosecha anterior, siempre y cuando estén en buen estado (sin hongos), aunque las flores frescas siempre serán la mejor opción.
2. Pon las flores limpias y el aceite que hayas elegido en un frasco de vidrio y coloca en una olla en baño de maría (si usas aceite de coco, derrite primero el aceite y luego agrega las flores). Asegúrate de poner suficiente agua pero no demasiada, no quieres que el agua entre al recipiente.
3. Pon a fuego bajo. La idea es que se macere más no que se cocine, así que si tienes un termómetro puedes controlar que no supere los 40°C. Déjalo macerar por uno 15 minutos más o menos, puedes ir revolviendo cada tanto.
4. Apaga el fuego y deja reposar un rato (para evitar que te quemes).
5. Usando una tela muy delgadita o un colador de tela, filtra bien y asegúrate de extraer todo el líquido.
Llegado este punto, tienes 2 opciones…
Dejarlo así como pomada, lo cual significa que tu resultado final seguramente será líquido, a menos que hayas elegido usar aceite de coco en cuyo caso variará de líquido a semi-sólido según la temperatura ambiental o también puedes guardarlo en la nevera para que solidifique con el frío.
Agregar la cera de abejas para tener un bálsamo (consistencia), y claro, aprovechar también de los beneficios de la cera.
Beneficios de la cera de abejas:
Protege las células de la piel.
Es cicatrizante.
Suaviza, nutre y repara.
Tienes propiedades anti-inflamatorias, antibacterianas, antialérgicas y antioxidantes.
La cera de abejas la puedes conseguir en pepitas o en láminas que es como yo la uso, solo es necesario cortarla en trocitos pequeños. Puedes comprarla en herbolarios y tiendas naturistas.
Para hacer el bálsamo:
1. Coloca el resultado del filtrado de nuevo en baño de maría y a fuego bajo. Agrega la cera de abejas (si tu cera es en láminas córtala en trocitos pequeños). Remueve hasta que se haya derretido del todo.
3. Apaga el fuego y espera a que se enfríe. Verás como se va solidificando. Y ¡ya está listo!
Lo que yo usualmente hago es preparar ambas versiones… primero hago el bálsamo (para que sea más concentrado) y luego la pomada, ya que en el mismo momento reuso las flores resultantes tras el filtrado. Te juro que el resultado es igual de concentrado que la primera vez.
Así que tengo ambas opciones, la pomada que al final resulta líquida durante los meses de verano y que incluso puedes poner en una botella con rociador, y el bálsamo que yo la llamo “crema deluxe” por lo super hidratante que es.
Con toda honestidad te puedo decir que este ha sido unos de mis cambios favoritos y sin duda, mi piel lo ha agradecido. Yo siento que antes mi piel era “adicta” a las cremas humectantes, si me saltaba un día sin ponérmela, se me ponía la piel toda grietada y seca, ahora si quiero puedo pasar días sin ponerme nada y mi piel no lo sufre. Además de que en verdad ayuda a calmar irritaciones.
Como ves, es muy fácil de preparar y la caléndula, el aceite de coco e incluso la cera, lo convierten en una alternativa maravillosa, y más natural que esto, ¡imposible! Ah, y de paso ¡rinde un montón! imagínate todos los envases plásticos que estarás reduciendo de tu basura…
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