¡Muy buenas gastrolovers!
¿Sabéis lo que es la pectina y para qué se utiliza? Os doy una pista con otra pregunta: ¿Os gusta hacer mermeladas caseras, pero por mucho azúcar que le echéis, nunca terminan de tener la textura deseada?
¡No panic babyes!, la Garnacha os trae la solución en este Post, que es una de las consecuencias de mi estancia en Lanjarón.
Os contaré en el post que estoy escribiendo sobre mi estancia en Lanjarón, que conocí a personas extraordinarias. Cada una de estas personas me contaba su historia, todas ellas con alguna moraleja o enseñanza para la vida.
Entre estas personas, se encontraba un elegante y algo estrafalario abuelito que llevaba 5 años siendo vegano.
Me dijo que tenía más de 60 años, pero nunca me llegó a revelar su edad exacta ni su nombre. Yo tampoco pregunté.
Este señor se paseaba por todo el recinto del hotel-balneario con sus gafas de sol, su sombrero, americana azul eléctrico y pantalones del color que tocara ese día.
Almorzamos juntos un día y estuvimos compartiendo recetas, trucos de cocina, hablando sobre alimentación…fue muy interesante y divertido.
Una de las recetas que me reveló el abuelito vegano, fue la de la pectina casera, y hoy la quiero compartir con vosotros.
La pectina es una fibra natural presente en las plantas, concentrada sobre todo en las pieles de algunas frutas cómo los cítricos o la manzana.
Esta sustancia se utiliza cómo gelificante en la cocina, sobre todo en mermeladas de frutas con un bajo contenido en pectina cómo los melocotones, las fresas o las frambuesas.
La pectina se puede comprar en polvo en farmacias, su uso evita tener que utilizar grandes cantidades de azúcar, pero ¡También la podemos hacer en casa!
Ni que decir tiene, que esta pectina casera es mucho más sana, natural y económica que la industrial, y por supuesto su utilización es más aconsejable que añadir grandes cantidades de azúcar a nuestras mermeladas.
De hecho, el abuelito vegano también me contó que el no utilizaba ningún tipo de azúcar o edulcorante en sus mermeladas: Las endulzaba con cebolla (si si, cebolla, que al cocerse pierde su sabor y solo aporta dulzor) o calabaza. Yo hasta ahora solo había utilizado dátiles.
Antes de comenzar con la receta, dejadme que os pida por favor que no desperdiciéis la oportunidad de conocer a las personas que tenéis a vuestro alrededor. Os podéis encontrar a vuestro abuelito vegano particular sentado al lado vuestra en el bus, haciendo cola en el supermercado, en cualquier ascensor…Si tenéis que comer fuera, pasáis tiempo en un hotel…hacedlo cerca de otras personas, nunca se sabe a quién podéis conocer, que maravillosa historia os tiene que contar…o vosotros a él…
Vamos con los ingredientes de la receta al ritmo de una sonata de piano que os he dejado en la banda sonora de mi cocina.
4 manzanas Granny Smith ecológicas poco maduras (cuanto más ácidas y menos maduras, más pectina tendrán)
Agua para cubrir las manzanas
El procedimiento es sumamente sencillo:
Lavar, pelar y trocear las manzanas.
Cocemos las manzanas con el agua durante una hora.
Colamos colocando una gasa sobre el colador o nuestra bolsa de hacer leche vegetal, dejando que escurra mínimo una hora o, para más comodidad, toda la noche. A la mañana siguiente ¡Voilá! Ya está lista nuestra pectina. Veréis que es un líquido ligermenete turbio con textura gelatinosa.
Lo que nos ha sobrado, lo volvemos a colar con la ayuda de una cuchara. De esta forma, lo que caiga del colador lo podemos usar cómo compota de manzana, y en el colador nos quedaría la piel y las pepitas de las manzanas.
A mi me gusta añadirle unas gotitas de limón, una pizca de vainilla y un poco de canela. Para endulzarla, nada mejor que un poco de sirope de dátiles, aunque también podéis utilizar panela, xilitol…
Los usos que le podéis dar a la compota de manzana son infinitos: Cómo topping de tortitas, gachas, Overnight oats, pudding de chía… Coméroslo a cucharadas…
Espero que os haya resultado útil este artículo y, si,
Las recetas están para cambiarlas, porque también podéis hacer pectina casera con naranja o limón, pero siempre ecológicos (ya que usamos la cáscara).
¡Un abrazo enorme gastrolovers!