Hoy, el Sr. Frugalez quiere compartir su receta mágica para hacer pan casero, sin amasar y sin panificadora. El fenómeno de las panificadoras está tan extendido que muchas personas creen que es indispensable tener una panificadora para poder elaborar delicioso pan casero. Sin embargo, si fuera así, no habríamos podido hacer pan hasta el siglo XX, y todos sabemos que la humanidad ya comía pan siglos antes de que estos revolucionarios inventos vieran la luz.
Nuestra receta para hacer pan casero es rápida, fácil (no hay que amasar), baratísima y no necesitas nada específico ni extraordinario. ¡Pruébala! Es tan fácil que no vas a creértelo hasta que no lo pruebes tú mismo.
Cuidado con los chismes de un solo uso
Los cachivaches con un solo propósito en la vida, con frecuencia, son trampas del consumo para que gastes dinero. Con la excepción de las cafeteras, y alguna que otra cosa, tus utensilios de cocina deberían tener varias funciones y propósitos. Si solo tienen uno extremadamente específico (por ejemplo: pelar ajos / descorazonar manzanas / deshuesar frutas), seguramente son una mala inversión de tu dinero.
Por definición, las populares panificadoras entran dentro de esta categoría. Mi madre está enamorada de la suya, aunque confiesa que solo la usa un par de veces al mes. Mis amigas prácticamente duermen abrazadas a sus panificadoras, aunque reconocen que no usan ni la mitad de programas que incluyen. En Navidad, siempre hay algún pariente despistado que intenta regalarme una. Existen muchas marcas y modelos, algunas más baratas y otras más caras, y siempre hay alguien dispuesto a defender la suya por encima de todas las demás: “la mía tiene 16 programas”, “pues la mía hace pan danés”, “la mía me lo hace hasta con olivas”. Hay personas que incluso abandonan su anterior panificadora, en perfectas condiciones, por un modelo nuevo que incluya 12 programas adicionales. El furor de las panificadoras es fascinante.
Por eso, hoy compartimos nuestra receta supersecreta para hacer pan artesanal. Lowcost. Sano. Fácil. Rápido. Sin amasar. ¡Y sin panificadora!
Para hacer pan, no necesitas una panificadora
Soy consciente de que esta declaración será más impopular que los tuits de Donald Trump. Pero, a riesgo de que me critiquen por ello, voy a defender mi postura: No es necesario tener una panificadora para hacer un pan casero riquísimo, artesanal, fácil y súper barato. Las panificadoras son sofisticaciones opcionales. Pero no son necesarias.
Pan artesanal hecho en casa.
¿Cuál es, pues, el secreto para hacer pan? Harina, agua, levadura y sal. Ah, y un horno. Si tienes todo esto, estás equipado para hacer un pan tan rico que haría sonrojar a esas hogazas artesanales que venden en la panadería por 3 euros con la etiqueta de “pan ecológico”.
Los mejores utensilios de cocina tienen más de un propósito en la vida
Para hacer pan, yo uso una cazuela de hierro fundido o hierro colado, que son esas de toda la vida que pesan como un muerto y pueden ir tanto al fuego como al horno, con tapa y todo. La mía es esta:
Cazuela de hierro fundido con el pan casero que acabamos de hornear en ella.
La mía es de la marca Lodge. La puedes comprar aquí (desde España), o aquí (desde fuera de España). Personalmente, me encanta porque dura años como nueva (la mía tiene 4 años y todavía parece que la acabe de sacar de la caja). Sirve para hacer estofados, carnes, arroces, sopas, sofritos… ¡y también pan! Puede ir tanto al fuego como al horno, con su tapa y todo. Y, además, es fácil de limpiar por su superficie de esmalte antiadherente. Resiste lo que le eches, incluyendo temperaturas altísimas. Es una de las mejores compras que hemos hecho nunca, se la recomendamos a todo el mundo y la usamos casi a diario para todo tipo de proyectos. Es duradera y extremadamente versátil. En lugar de una panificadora, para Navidad, regala una de esas. Le cambiarás la vida a alguien.
Lodge es una marca buena, duradera y con buena relación calidad-precio. Pero también hay otras marcas que hacen cazuelas de hierro colado, algunas más lujosas como Staub o Le Creussete. Son preciosas, pero creo que la diferencia de precio y la similitud en calidad hacen que Lodge sea una opción más frugal. No es un objeto barato, pero es una de esas cosas que compras una vez para toda la vida, y realmente le sacas partido. Es decir: una buena compra.
Aquí tienes unas cuantas fotos de nuestra querida cazuela de hierro colado sirviendo múltiples propósitos en la vida:
Preparando un delicioso arroz negro, muy típico de Cataluña.
Rehogando unos calamarcitos.
Estofando unas lentejas con verduras.
Preparando un sofrito de cebolla y pimientos, para una crema de verduras.
Caramelizando cebolla
Preparando la base para un caldo vegetal. Como veis, el Sr. Frugalez está enamoradísimo de su sal rosa
Estofando un pollo con guisantes y patatas.
Y más… ¡las posibilidades son infinitas!
Receta de pan casero sin amasar, el de toda la vida
Necesitas unas 12 horas para crear el pan, pero el 99% de este tiempo consiste en esperar a que la masa fermente y no requiere ningún tipo de supervisión por tu parte. En la lista de los ingredientes, incluyo las proporciones tanto en gramos como en tazas / cucharadas, para los lectores de América Latina que también quieran probar esta deliciosa receta. Se puede elaborar con muchas variantes (diferentes tipos de harina, condimentos, etc). Pero hoy, hablaremos de la receta básica.
Utensilios necesarios
1 cuenco para mezclar (lo bastante grande para que la masa crezca)
1 tapa de silicona o papel de aluminio o film de plástico (la tapa de silicona es reutilizable, pero el papel de aluminio y el film no se pueden reciclar)
1 cazuela de hierro fundido (o cualquier recipiente con tapa que pueda ir al horno, puede ser también de pyrex, por ejemplo)
Ingredientes
360 gramos de harina (harina para todo uso, la normal que venden en el súper)
Equivale a 3 tazas de harina.
3 gramos de levadura instantánea en polvo (Ojo: los sobres Royal NO son levadura, son impulsores. Necesitas levadura instantánea de panadería tipo Maizena o Vahiné, en España. O tipo Fleischmann si estás en América).
Equivale a 1/4 de cucharadita (tsp).
7 gramos de sal (una cucharadita y media más o menos)
350 ml de agua
Equivale a 1 taza y media.
Opcional: olivas, nueces, frutos secos, pasas, semillas*… Eso cada uno a su gusto. Con esta receta puedes meterle lo que te dé la gana. Hoy elaboraremos pan clásico, sin ningún añadido.
Preparación
1. En el cuenco para mezclar, combina la harina, la levadura instantánea y la sal. Mezcla con la mano hasta que se hayan combinado.
En esta ocasión, la única sal que teníamos era una sal de color rosado que nos regalaron mis suegros. Sin embargo, eso no afecta al color ni al sabor del pan.
2. Añade el agua. ¡Ahora viene la parte más difícil! Con la mano, mezcla hasta que se haya ligado todo en una masa pegajosa. Tardarás aproximadamente 30 segundos. Así:
3. ¡Listo! ¡Ya has terminado! Deja la masa donde está y cubre el cuenco con algo que no deje pasar el aire. Puedes usar film de plástico, papel de plata, otro plato que cubra toda la superficie del cuenco, o puedes hacerte con una de estas tapas de silicona resistentes al calor que te sirven para muchas otras cosas y reducen la cantidad de residuo no reciclable que generamos al usar papel de aluminio o film de plástico. La decisión es tuya.
En el mismo cuenco donde la has mezclado y tapada.
4. Deja que el cuenco tapado con la masa dentro repose unas 12 horas a temperatura ambiente. Durante este rato puedes irte a dormir, a trabajar, a dar un paseo en golondrina por el puerto… Después de 12 horas, la masa habrá crecido. Destapa el cuenco y admira el tamaño de tu criaturita.
Hemos observado que el volumen de crecimiento de la masa puede variar según la temperatura de tu cocina. Nuestra masa crece un poco más en verano que en invierno. Pero el pan sale igual de bueno.
6. Espolvorea una superficie limpia con harina y coloca la masa sobre ella. Espolvorea un poco de harina sobre la masa también.
Verás que, al despegarse del cuenco, la masa tiene una textura como de hilillos pegados al cuenco. ¡Eso lo causa el gluten!
Espolvorea harina también sobre la masa.
7. Con las manos, aplánala un poco. Recuerda: ¡no hay que amasar! Una vez aplanada, dóblala sobre sí misma una o dos veces. Así:
[*Opcional: Si quisieras añadir olivas troceadas, nueces, pasas, o algún condimento así… ¡este sería el momento! Echa los condimentos sobre la masa en cuanto la tengas aplanada y antes de doblarla. Dóblala una vez, y espolvorea más condimentos. Luego dóblala una última vez para que el exterior del pan no tenga condimentos sueltos.]
8. Con cuidado, cubre la masa con un trapo limpio espolvoreado con harina, y déjala reposar 1 o 2 horas más. Asegúrate de que la “costura” o parte por donde se ha doblado la masa queda boca abajo y de que el trapo no está apretado, porque la masa crecerá de nuevo. Opcionalmente, puedes espolvorear un poco de salvado o harina de maíz por encima de la masa. Le dará un colorcillo más rústico, pero si no tienes nada de eso, la harina normal también sirve.
9. Más o menos media hora antes de que la masa esté lista, precalienta el horno a 260 °C (o a 500 Fahrenheit) con la cazuela que vas a usar dentro (con tapa incluida). Esto es muy importante, porque la cazuela tiene que estar MUY caliente cuando pongas la masa dentro. Así que lo mejor es colocarla cuando enciendas el horno y dejar que alcance la temperatura indicada. Tu horno te avisará cuando el interior (y todo lo que hay dentro) lleguen a esa temperatura. Nosotros dejamos la cazuela un ratito dentro para asegurarnos de que está bien caliente.
10. Cuando la masa esté lista, desenvuélvela. Con cuidado, transfiere la masa a la cazuela. Asegúrate de que “la costura” o la parte por donde la masa se ha doblado queda HACIA ARRIBA. Esta es la parte del pan que subirá y hará esa “cresta” tan característica de los panes rústicos. No te preocupes por el aspecto del pan en este momento. Durante la cocción se pondrá bonito.
¡El doblete hacia arriba!
11. Tapa la cazuela con la masa dentro y cuécelo al horno durante 30 minutos. Al pasar los 30 minutos, quita la tapa de la cazuela y cuécelo otros 20 o 30 minutos más, hasta que el pan esté doradito y te diga “cómeme”.
12. Coloca el pan sobre una rejilla para que se enfríe. A mí me encanta comer pan caliente, pero si tienes un poco de paciencia y esperas a que se enfríe un poco obtendrás mejores resultados.
¡Listo!
13. ¡A comer! Tu pan artesanal está listo.
¡Prueba la receta y déjanos tus comentarios!
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