Por Santi Mallorquí, CEO de Organic Cotton Colours.
Imagen de portada: Pieza que resultó ganadora del premio de artesanía en el nordeste de Brasil.
En este capítulo y el siguiente, repasaré cronológicamente las experiencias vividas desde nuestro primer viaje a Brasil hasta el nacimiento del proyecto OCCGuarantee.
En el último artículo conté el espanto con el que vivimos nuestra visita al sur de India a finales del 2012. Después de eso, nos disponíamos a visitar cualquier país que cumpliera los requisitos para poder obtener algodón orgánico colorido. Fue Ángel Sánchez quién estudiando la oferta, vio el potencial de Brasil.
Así pues, ya teníamos rumbo marcado para nuestro próximo viaje.
Gracias a un conocido suyo que llevaba años operando en el país sur americano conseguimos contactar con una de las personas que más ha contribuido al desarrollo del algodón colorido en el nordeste de Brasil: Maysa Gadhel de Natural Fashion.
Maysa nos cuenta que aprovechó una visita de Lula da Silva en Pernambuco para publicitar junto a demás “activistas” el mensaje algodón orgánico colorido en grandes carteles que Lula podía leer desde su coche. Sin más mensaje que ése y logró que el Presidente, natal de la región, se interesara por el proyecto.
Como consecuencia, Lula de Silva inició una reforma agraria que dio la oportunidad a aquellos agricultores locales que lo deseaban, de convertirse en propietarios de 1 hectárea de tierra. Esta iniciativa, unió a los agricultores de varios estados creando una red de pequeños campesinos familiares de distintas regiones rurales, agrupados en cooperativas cadastradas por el ministerio de agricultura.
Así pues, en enero de 2013, iniciamos nuestro primer viaje a Brasil. Aunque fue Ángel quien programó el viaje, por motivos personales no pudo acompañarnos y fue mi amigo Albert Niell quien se unió a este viaje de exploración. Una aventura que no olvidaremos jamás por las situaciones nuevas y curiosas con que nos encontramos.
Allí conocimos personalmente a Maysa, quien nos brindó su inestimable apoyo. Desde el primer día nos tendió su mano. Nos explicó el funcionamiento gubernamental del país, de los agricultores, de las cooperativas, ONGs, en definitiva nos puso en la órbita del sector e hizo lo imposible para que pudiéramos arrancar nuestro proyecto en Brasil. Nunca pidió NADA a cambio y nos fascinó con su espíritu luchador, inconformista y sensible.
Santi Mallorquí con Maysa Gadhela
Tanto Ángel Sánchez, fundador de la empresa, como Maysa se han convertido en mis guías profesionales dentro del sector textil orgánico. Siempre les agradeceré su ayuda y sus sabios consejos. Organic Cotton Colours les debe mucho.
Así pues, ahí estábamos Albert y yo reunidos en la universidad de Patos en el estado de Parahíba con agricultores que trabajaban algodón orgánico a color en la zona. Aunque teníamos una traductora y yo había estado practicando el portugués de forma acelerada, nos resultaba difícil comunicarles con claridad todo aquello que queríamos hacer en el país.
Aún así, y gracias a la indispensable ayuda de Maysa, conseguimos presentar nuestro proyecto con éxito. Ese mismo año pactamos con 40 agricultores de tierras orgánicas el cultivo de algodón como Monocultivo y establecimos los precios de compra para los tres colores de fibra; crudo, verde y marrón.
Campo en Monocultivo en Brasil
Nosotros les suministrábamos las semillas a través de la Embrapa, organización gubernamental que estudia y mejora las semillas de distintos cultivos, también suele ofrecer asistencia técnica, aunque no en este caso. En OCC no teníamos experiencia alguna como “parceiros” de un plantío así que teníamos que confiar en el saber hacer de los campesinos.
Como acto de buena fe y para conseguir interés por parte de los agricultores, adquirimos 6 toneladas de algodón orgánico que una conocida marca europea se había comprometido a comprarles y finalmente habían cancelado el pedido dejando a los agricultores en apuros. El dinero que recibieron les sirvió para pagar los créditos que debían al banco y les ofreció confianza ante el proyecto que les ofrecíamos.
En Brasil los agricultores con pocos recursos exponen a sus familias cada año a los resultados del cultivo. Se encuentran a merced de la producción y de las inercias del mercado. No es fácil producir y además encontrar comprador que las dos cosas sucedan durante tres años seguidos es una bendición divina.
La aparición de “La Lagarta”
Ya de vuelta en España todo nos parecía que estaba en marcha. Recibíamos fotos de la evolución del plantío y la verdad es que tenía buena pinta. Tratábamos de ir asimilando todo lo que estaba sucediendo e intentábamos aprender lo más rápido posible puesto que en la distancia, sin nadie de Organic Cotton Colours en el terreno, no teníamos control de absolutamente nada.
Al cabo de 4 meses empecé a recibir informaciones de que una plaga afectaba los campos. “La Lagarta” había atacado nuestras cosechas y teníamos que reaccionar rápido. En los cultivos orgánicos es muy importante analizar la evolución de las plagas puesto que si no actúas a tiempo, fácilmente puedes perder toda la cosecha.
Foto donde se puede ver “La Lagarta” en la planta de algodón
Y así fue, lo perdimos todo. La poca experiencia de los agricultores en plagas y la nula asistencia en el campo nos jugó una mala pasada.
Por ese entonces la temporada de lluvias ya había pasado así que ese 2013 no tendríamos algodón. Este hecho me hizo darme cuenta de que teníamos que coger las riendas del proyecto. No podíamos limitarnos a ser meros espectadores. Y eso pasaba por pisar el terreno, conocer las distintas posibilidades que nos ofrecía Brasil para poder llevar nuestro proyecto a buen puerto.
Daños causados por “La Lagarta” en el cultivo
El monocultivo a debate
Organic Cotton Colours corrió con los gastos de preparación de las tierras y el coste de las semillas. Los agricultores no tuvieron que acudir a los bancos para pagar las deudas, aun así tampoco obtuvieron ningún ingreso puesto que en los campos solamente cultivaban algodón. Estudiamos entonces, que un cultivo biodinámico donde se combinara el cultivo de más de un producto, sería una opción menos arriesgada para los agricultores y asimismo tendría más sentido para el proyecto.
Un cultivo donde se convine el algodón con alimentos, ofrece la posibilidad de servir de sustento alimentario para las familias y el ganado. Permite también vender los excedentes en mercados de alimentos orgánicos obteniendo así los agricultores unos ingresos extra. Así pues, ya teníamos la fórmula!
La experiencia pasada desanimó a los agricultores que habían visto perder todo el trabajo de los últimos meses y me vi obligado a agudizar el ingenio. En ese momento leía La Economía Azul de Gunter Pauli. Necesitábamos visualizar un proyecto que fuera altamente atractivo para los agricultores y que a nosotros nos suministrara la fibra óptima para poder competir en los distintos mercados de algodón orgánico.
Y en éste punto, paro de contaros la experiencia vivida en Brasil, os la terminaré de contar en mi siguiente entrega en abril y os hablaré de los agricultores, los nuevos accionistas de OCC ¡hasta pronto!
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