Todos los niños y niñas tienen derecho a recibir protección contra la violencia, el abuso y la explotación. Así lo reconoce la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas que tiene carácter vinculante y compromete a los estados que lo ratifican a adecuar su marco normativo para proteger estos derechos fundamentales.
Una estadística incompleta
Los datos registrados son inciertos, porque no cuentan con las víctimas que no pueden, o tienen miedo a denunciar el maltrato, o que simplemente no reconocen estar sufriéndolo. Hablamos de niños que pueden no tener conocimiento o no tener a quién pedir ayuda. Aún así, según el último informe de UNICEF, en 2012, una de cada 5 víctimas de homicidio en el mundo era menor de edad, 6 de cada 10 niños menores de 15 años (unos 1000 millones), sufrieron de forma periódica castigos corporales, y 1 de cada 3 preadolescentes en el mundo afirman haber sufrido acoso o intimidación de forma sistemática. Este tipo de violencia está extendida, y se da en entornos de cualquier clase social.
La protección del menor ante cualquier tipo de amenaza o violencia es un derecho fundamental. Sin embargo, no hemos conseguido eliminar la violencia de la vida de los niños. Hay niños que son más vulnerables en función de su género, raza, origen étnico o estatus socioeconómico. Sin embargo, el maltrato afecta también a niños de todo tipo de países, circunstancias económicas, religiosas o culturales.
El maltrato infantil se manifiesta en el plano físico, sexual, o emocional, y tiene lugar en entornos como el hogar, el colegio, o en la red. El maltratador puede ser cualquiera, aunque es frecuente que proceda del entorno familiar o escolar más cercano.
La disciplina violenta
Una forma invisible de violencia es la que tiene origen en el hogar, cuando es considerada como un medio para educar. Se calcula que 6 de cada 10 niños en el mundo son objetos de castigos físicos y maltrato psicológico a manos de sus cuidadores.
El género también cuenta
Los datos son nefastos cuando investigamos sobre violencia sexual, y es que el mencionado estudio de UNICEF cuenta 120 millones de niñas en el mundo que han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas y otras agresiones sexuales en algún momento de su vida. La vida en matrimonio tampoco las protege de este riesgo. 1 de cada 3 adolescentes de entre 15 y 19 años, ha sufrido violencia emocional, física o sexual por parte de su pareja o esposo.
La violencia y desatención del menor supone una fuente de sufrimiento para el menor que puede tener graves consecuencias a largo plazo. El estrés sufrido por el niño puede interferir en el desarrollo cerebral y físico del menor. Como consecuencia, un niño maltratado corre más riesgo de adulto de seguir sufriendo abusos o convertirse en agresor, sufrir depresión u otras dolencias asociadas a la salud mental. Pueden presentar un comportamiento sexual de riesgo, o abusar de sustancias tóxicas.
Combatir el maltrato infantil
Para ser más efectivos en la protección de los menores ante el maltrato infantil es necesario un enfoque multisectorial, facilitando que desde el entorno familiar hasta los gobiernos consigan evitar y reducir la violencia contra los niños. Desde un principio tiene que haber un compromiso institucional y gubernamental con la protección del menor. Así, la legislación de cada país tiene que actuar de acuerdo con esta misión, además de fortalecer los sistemas y servicios judiciales, penales y sociales. A partir de ahí, toda la sociedad tiene que participar de este compromiso.
Por un lado, dar apoyo a los padres en la crianza, les aportan conocimientos y repercute de manera positiva en su convivencia. Los programas de prevención de abusos en las escuelas también son efectivos y a la vez dotan a los niños de recursos para la vida.
La información es clave en esta tarea de protección. Investigar y ofrecer pruebas a la sociedad para que tome conciencia sobre qué es la violencia, el daño que ocasiona y su coste, con el fin de cambiar actitudes y normas.
En muchos casos, la cooperación al desarrollo es un apoyo valioso para la lucha contra el maltrato infantil. Velando por los derechos de la infancia y el desarrollo sostenible y a largo plazo, se mejoran los recursos, los servicios y la información de la comunidad para poder afrontar esta problemática.
Imagen: Piron Guillaume