Si de algo se están haciendo eco las redes sociales, es del episodio de Salvados en el que Jordi Évole revelaba la realidad de las granjas industriales. En él, se podía ver el maltrato animal (y humano) que implica comer carne. Y es que los cerdos, como los demás animales, son animales sintientes, inteligentes y emocionales.
Si bien ya sabrás el maltrato que sufren los cerdos en las granjas industriales, hoy quiero mostrarte una nueva dimensión con respecto a estos tiernos animales. Te invito a que descubras el mundo secreto y emocional de los cerdos (que, desgraciadamente, no solemos tomarnos el tiempo para ver).
Silvia Barquero recordaba en su libro Animales: La Revolución Pendiente a un entrañable amigo porcino que, cuando podía, se colaba en casa para subirse a la cama y dormir a la bartola. Una usuaria en Instagram compartía la imagen de como su cerdito rescatado elegía su juguete preferido para irse a su hueco del sofá. Winston Churchill recitaba que los cerdos, a diferencia que los gatos y los perros, nos tratan como iguales.
No son pocas las personas que, cuando observan el comportamiento de estos animales, ven claramente su complejidad cognitiva y emocional. O, en otras palabras, lo entrañables, inteligentes, y humanos que pueden llegar a ser.
1. Más limpio que una patena
Muchas veces, cuando pensamos en cerdos, nos viene a la mente un animal sucio revolcándose en el barro. ¡Incluso usamos el nombre de este animal para designar a alguien con pocos modales o higiene personal! Pero la realidad es que los cerditos son animales de lo más limpios. Suelen moderarse cuando comen, y, como sus pieles no sudan, se revuelcan en agua para refrescarse (aunque, si no tienen esta opción disponible, lo hacen el barro).
2. Ese hocico es para curiosear
Los cerdos son seres nobles y simpáticos, pero también son muy curiosos. Les encanta jugar y encontrar nuevos retos y estímulos. De hecho, muchos de ellos son capaces de jugar a videojuegos, como varios estudios han demostrado, algo que les ha clasificado como animales más inteligentes que los perros e incluso que los niños de 3 años de edad. Impresionante, ¿verdad?
3. Los primeros de clase
Siguiendo con su inteligencia, cabe destacar que los cerdos tienen buena memoria y que superan a algunos primates en algunas tareas de concentración. Incluso ponen en práctica algunas tácticas estratégicas para esconder su comida preferida sin que los demás lo vean. Así pues, ¡decir que son capaces de aprender órdenes y reconocer su nombre se queda corto! Como dice el profesor Donald Broom, de la Universidad veterinaria de Cambridge, la habilidad cognitiva de los cerdos puede llegar a ser muy sofisticada (son capaces hasta de soñar y de procesar representaciones abstractas).
4. Cariñoso como el que más
El cerdo, por naturaleza, es un animal extremadamente afectuoso. Nada más nacer, los lechones juegan con otros lechones y establecen vínculos que duran toda la vida. Cuando son adultos, también mantienen amistades con otros cerdos, e incluso con otras especies con las que compartan vida (desde patos y perros hasta humanos). Tengan la edad que tengan, no obstante, siempre están dispuestos a recibir caricias, dormir juntos, y dar cariño con sus hocicos.
5. Sociales sin necesidad de Instagram
Los cerdos son animales muy sociales. No solo les gustan las atenciones, sino también la buena compañía. En un estudio emocional sobre granjas industriales, Temple Grandin ya avisaba que estos animales son tan sensibles socialmente que debería evitarse dejarles solos. Y es que son capaces de desarrollar estructuras sociales muy complejas, además de fuertes vínculos y de un sistema comunicativo que les permite expresar sus estados de ánimo, deseos y necesidades.
En resumen: los cerdos son animales inteligentes, sociales, nobles, cariñosos y juguetones. Y, por supuesto, sintientes y emocionalmente capaces. Desgraciadamente, cuando son criados para la industria alimentaria suelen vivir bajo condiciones terribles, aislados, enfermos, sin ver la luz del sol, y a menudo pasando su vida entera en un espacio tan reducido que no pueden darse la vuelta.
La gran mayoría de nosotros no tiene la suerte de conocer a un cerdo en persona, a pesar de estar rodeados de ellos (¡en Cataluña hay más cerdos que personas!). Y es que nuestra única conexión con muchos animales se da solamente cuando los comemos. Tal vez no estés preparado para dejar de comer carne por X razón, pero la existencia de datos que tenemos ahora mismo nos obliga, al menos, a reflexionar sobre el origen de lo que tenemos en el plato.
Te invito a que, después de este post, veas a los cerdos de manera distinta tal vez, por primera vez, como verías a un perro o a un gato -, y a que te hagas preguntas que quizá no te hayas hecho antes. Y, por supuesto, te animo a que leas algunas de las razones por las que pasarse a una dieta sin carne es magnífico en muchos sentidos.
¡Y si tienes alguna duda, deja un comentario!