El día 31 de octubre fue la última vez que escribí un post en el blog. No fue porque me quedara en blanco, no tuviera contenidos planificados (los suelo tener a seis meses vista) o porque me hubiera ido al caribe como Curro. Lo que sucedió es que el mes pasado decidí desaparecer por un tiempo. Bueno, decidir es un verbo que implica planificación. Y esto fue 0% planificado. Más bien llegó un momento en el que sentí que necesitaba parar y así lo hice.
Me ha costado varias semanas sentarme frente al teclado para explicarte por qué. Hasta que marqué la fecha de hoy en el calendario para escribir este post. No quería que empezaran las fiestas sin haberte contado lo que vas a leer a continuación.
En este mes y medio largo en el que no he aparecido por el blog, ni por Facebook, ni se me ha visto el pelo en Instagram han pasado varias cosas. Unas buenas, de esas que te hacen llorar de alegría, como el primer cumple de mi peque. Y otras, aunque no malas, de esas que te remueven y te hacen pararte a mirar dentro. De las que te obligan a hacerte preguntas inquisitivas sobre quién eres y cómo quieres pasar el resto de tu vida.
Y es que, en los últimos meses y por diversas circunstancias, me he dado cuenta de que la vida es mucho más corta de lo que me ha parecido siempre. De que mi hijo crece al doble de velocidad que yo. De que ya llevo más de una década siendo amiga de mis compañeros de la universidad. De que el tiempo pasa y que más vale agarrarlo con las dos manos y exprimirlo hasta que no quede una gota.
No quiero que pienses que he vuelto a la adolescencia y estoy en plena euforia Carpe Diem Tempus Fugit. Gracias a la diosa ya pasé por esa época en la que, por cierto, estuve a una mijita de hacerme un tatuaje con la frase (¡Hola Mamá!).
Pero. Ver de una manera tan clara que el reloj es implacable me ha hecho profundizar en el ahora, intentar entender el por qué estoy haciendo lo que hago y, sobre todo, preguntarme qué quiero hacer con el tiempo que me queda en esta tierra.
La verdad es que este proceso, que ha sido duro de pelar, me ha hecho darme cuenta de dos cosas. La primera, que siempre he tenido una obsesión, que es que mi paso por el mundo dejara las cosas mejor de lo que las encontré. Y cuando hablo del mundo no me refiero a todo el planeta, sino a mi entorno más próximo.
La segunda, algo que llevaba años sabiendo, pero no me atrevía a confesarme. Y es que para hacer realidad esa especie de misión necesito volver a conectar con mi vocación. Porque sólo desde ahí tendré la fuerza necesaria para provocar ese impacto positivo cada día y de manera consistente.
¿Y cuál es esa vocación? Pues aquello que hago mejor y con lo que disfruto como una niña con una caja de acuarelas y una pared en blanco sin supervisión paterna. Algo que llevo ejercitando todos los días desde que era muy pequeña, cuando agarraba un lápiz y me inventaba cuentos en mi diario. O en la universidad, cuando me sacaba entradas y discos gratis haciendo artículos y reseñas en una revista musical online. O en mis primeros empleos en comunicación y eventos, cuando disfrutaba como una enana redactando newsletters o contenidos web para las empresas en las que trabajaba.
Así que ¿sabes qué? Después de muchas dudas, miedos e incertidumbres, he decidido comenzar un proyecto de comunicación que no sólo me hace mucha ilusión, sino que sé que va a ayudar a personas que están luchando por mejorar este planeta a vivir mejor. La verdad es que me gustaría contarte más, pero de momento es difícil, porque me quedan meses de trabajo antes de que este proyecto salga a la luz y no quiero adelantar acontecimientos.
Como seguro que has adivinado, te he escrito todo esto porque evidentemente para empezar esta nueva etapa necesito tiempo. Y para encontrar esas horas, minutos y segundos es obligatorio aparcar otros proyectos. Como Una Vida Simple.
Pero, como decía al principio, nada se pierde y todo se transforma. También este blog. Así que si quieres seguir teniendo acceso a los artículos de este espacio, no te preocupes, porque seguirán estando aquí para siempre. Solo que Una Vida Simple pasará de ser un blog actualizado semanalmente a una especie de repositorio online con todos los post escritos durante estos tres años.
Por mi parte, aunque no publique artículos nuevos en Una Vida Simple, seguiré escribiendo sobre sostenibilidad y consumo responsable porque es el tema que más me gusta en el mundo y porque sinceramente ¡no lo puedo evitar!. Así que a partir de ahora podrás leerme en mis redes sociales (Instagram y Facebook) y, dentro de unos meses, en el blog de mi nuevo proyecto.
Llegados a este punto y ya con las explicaciones dadas, solo me queda darte las gracias. Por leer, comentar, compartir, enviarme emails emocionantes, recomendar este blog a tus amigos o a tu familia… Por estar. No sabes lo feliz que me ha hecho durante este tiempo saber que había otra persona al lado de la pantalla.
Te deseo tus mejores fiestas y que el año que viene (si no lo has hecho ya) descubras lo que te mueve y cumplas todos tus proyectos. Por muchas dudas o miedos que quieran impedírtelo.
Porque como también dice Drexler, quien no lo sepa ya lo aprenderá deprisa. La vida no para, no espera, no avisa.
Un abrazo fuerte,
Alba