Nosotros vamos a aprovechar el sebo para hacer jabones para el cuerpo combinándolo con otros aceites vegetales. El resultado de nuestro primer experimento es un jabón muy resultón de cacao puro y leche fresca:
Jabón de cacao puro y leche fresca con sebo de vaca y aceites vegetales.
Pero en el post de hoy vamos a contar como extraer de manera limpia y cómoda el sebo de los tejidos de la vaca para luego poder usarlo con fines cosméticos.
Cuando conseguimos el sebo, lo primero que debemos hacer es quitar las partes en las que aún tenemos carne, así, si el sebo no está muy fresco, nos ahorraremos el olorcillo a mustio. Puede que los cachos que consigaís en la carnicería no sean tan grandes como el que yo tenía, pero no pasa nada, se puede sacar grasa de cachitos más pequeños que funcionará igual de bien.
Sebo de vaca aún con restos de carne
Después de quitar bien los restos de carne, picamos el sebo en trocitos y lo metemos en la picadora para que quede bien reducido, quedará una especie de pasta en bolitas semipegajosas de las cuales extraeremos la grasa gracias al calor.
A punto de triturar con el accesorio picador.
Pesamos el sebo, pesamos la misma cantidad de agua y calculamos el 3% del peso del sebo de sal. En mi caso eran 21 g. Añadimos a la olla con la cantidad de agua y sal necesaria según el peso del sebo y ponemos a calentar.
Pasado un tiempo ya vemos como se han ido separando las distintas materias, por un lado el agua y la grasa creando un caldo amarillento superconcentrado y por otro lo que desecharemos que son partes de tejido animal, que bien podemos dárselas a las gallinas, las mías quedaron encantadas, o he leído por Internet que esto se puede comer, hay que investigar más sobre el tema.
Cuando ya lleva un rato al fuego podemos ver que sale una espumilla grisácea que iremos quitando con la espumadera y desechamos.
Se puede apreciar la espumilla grisacea en el centro de la foto.
Cuando esté listo colamos y pasamos el líquido a otro contenedor que meteremos en la nevera para que enfríe lo más rápido posible. Al enfriar la grasa se separará completamente del agua quedando en dos capas.
Caldo superconcentrado de sebo y agua que debemos dejar enfriar para la separación de elementos.
He de decir que el olor no ha sido muy fuerte, solo olía si ponías la cabeza justo encima y no era especialmente desagradable.
Esto a las gallinas les encantó.
Aquí podemos apreciar como se han separado las grasas de los líquidos tras pasar un buen rato en la fría, fría nevera.
En la parte inferior de la placa solida de grasa podemos ver que ha quedado una pequeña capa de impurezas que rayaremos con el cuchillo antes de añadirla a el segundo paso de la limpieza.
Volvemos a pesar la cantidad de sebo que tenemos para recalcular la cantidad de agua necesaria y la cantidad de sosa que necesitaremos para la segunda limpieza con lejía suave (para un kilo pondremos medio de agua y de 3 a 5 gr de sosa cáustica).
Y volvemos a calentar con fuego lento el sebo con la mezcla de sosa y agua. Ya podemos ver que tiene otro color, textura y hasta hace un poquitín de espuma. Lo mejor es usar una olla de acero inoxidable para evitar reacciones perjudiciales con la sosa. Yo tengo una olla express que se escacharró la tapa y la uso exclusivamente para los jabones.
Tras dejarlo que se caliente y se limpie un poquito más lo volvemos a dejar enfriar, para poder volver a separar las grasas del agua. Este agua si que debemos tirarlo y no re-aprovecharlo para nada, recordemos que contiene sosa cáustica!!
Para terminar, aunque realmente creo que no es necesario, haremos una ultima cocción con clavos de olor y romero, que es lo que yo tenía por casa y volveremos a repetir los pasos de enfriar y separar grasas de líquidos, secaremos bien el sebo con papel de cocina y ya lo podemos guardar para usarlo en un futuro.
El próximo post la receta del jabón con sebo de vaca.