Desde hace un tiempo para acá se oye hablar cada vez con más frecuencia de los productos sostenibles. El "pensamiento ecológico" es cada vez más común; hablar de reciclaje, cultivos orgánicos, producción limpia, huella de carbono, cero desechos (o zero waste), consumo responsable, ingredientes naturales, productos sostenibles o energías renovables ya no es raro, y de hecho todas esas ideas se han convertido en protagonistas de libros, blogs (¡hola!) y programas de televisión. Como le pasa a cualquier protagonista de cualquier cosa, los medios de comunicación masiva se aprovechan de su brillo actual y empiezan a repetir hasta el cansancio los aspectos más triviales, pasando por alto los aspectos esenciales y olvidando la riqueza que hay detrás de cada idea (o persona). Las masas (nosotros) nos entretenemos con esas ideas triviales, y por lo general nos contentamos con lo que nos muestran en la tele, nos sentimos actualizados al saber lo último de lo último de lo más top y seguimos adelante con nuestras vidas, que en el fondo no cambiaron para nada con esa información. ¿Y qué pasa con el protagonista? Por lo general, con el tiempo, termina "quemado", olvidado por las masas que tanto se entretuvieron con los detalles superficiales de su vida cotidiana. Esa es la parte que me preocupa del protagonismo del pensamiento ecológico? la posibilidad de que, de tanto oír hablar de él, la gente termine hastiándose y pase a ser periódico de ayer. Pero sé que ustedes, como yo, está preocupados genuinamente por el planeta y no ven el pensamiento ecológico como una moda pasajera, como el último accesorio de la gente cool? y por eso hoy les quiero contar lo que pienso sobre los productos sostenibles. La primera parte de lo que pienso debe empezar con una pregunta: ¿Qué es un producto sostenible? Aparentemente no hay forma de saberlo; hoy en día hay tantos productos que se venden como sostenibles que parecería que el único requisito para ser sostenible es tener una pegatina que lo afirme, o un logo impreso con un planeta tierra (mejor aún si del planeta sale una plantita). Los genios del marketing (del sucio, que el buen marketing también existe) se han aprovechado también del protagonismo del pensamiento ecológico, y han inventado montones de estrategias para maquillar de verde a un montón de productos y servicios, sin que realmente tengan nada de sostenibles. El ejemplo clásico es la bolsa de supermercado: sigue siendo una bolsa de plástico, sigue siendo un producto desechable que tiene una vida útil de aproximadamente 20 minutos pero que tarda 150 años en degradarse o "desaparecer" de la tierra, pero ahora vienen con un planeta impreso en tinta verde y un texto que dice "cuida el planeta". ¡Abracadabra! ¿se convirtió en un producto sostenible? Claramente, no. Para entender realmente qué es un producto sostenible, tenemos que entender primero qué es la sostenibilidad. Me voy a valer de la definición de Wikipedia, que me parece suficientemente clara y elocuente: La sostenibilidad significa la existencia de condiciones económicas, ecológicas, sociales y políticas que determinen su funcionamiento de forma armónica a lo largo del tiempo y del espacio. Consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. Es un término ligado a la acción del hombre en relación a su entorno, se refiere al equilibrio que existe en una especie basándose en su entorno y todos los factores o recursos que tiene para hacer posible el funcionamiento de todas sus partes, sin necesidad de dañar o sacrificar las capacidades de otro entorno. Así que, ahora sí: ¿qué es un producto sostenible? Un producto sostenible sería aquel que use los recursos de una manera que sea armónica y equilibrada a lo largo del tiempo y el espacio, que satisfaga mis necesidades sin sacrificar la capacidad de las futuras (o actuales) generaciones de satisfacer sus propias necesidades, y que no dañe o sacrifique las capacidades de este ni de ningún entorno. No cualquier producto se merece una descripción tan linda como esta, y puedes tener la plena seguridad de que la mayoría de productos que afirman ser sostenibles no cumplen ni con la mitad. La segunda parte de lo que pienso sobre los productos sostenibles, es que son verdaderamente escasos? pero eso no es tan grave. Si bien son importantes (y es súper importante que nuestras sociedades estén al menos empezando a plantearse la importancia de pensar productos y servicios sostenibles), pienso que lo realmente importante es que seamos personas sostenibles. Nada nos ganamos con tener un pasillo de supermercado lleno de productos sostenibles, si las personas que los consumen lo hacen de manera indiscriminada y desproporcionada. Volviendo al ejemplo de la bolsa de supermercado: supongamos que soy una usuaria frecuente de las bolsas de plástico, pero descubro su contraparte sostenible, la bolsa reutilizable de tela. Así que empiezo a comprar bolsas de tela cada vez que voy al supermercado (porque siempre se me olvida llevar la mía), y termino con una montaña de bolsas de tela que no uso, que requirieron un montón de recursos para su fabricación y que igual van a terminar en la basura. Cero en sostenibilidad. No podemos sentarnos a esperar a que nuestras sociedades y culturas tengan un cambio radical y que todo sea sostenible sin que nosotros nos planteemos y llevemos a cabo un cambio profundo y personal hacia la sostenibilidad. Lo creas o no, los pequeños cambios que se pueden ver ahora en torno a ese tema se han desencadenado a partir de las preocupaciones y actitudes de individuos y grupos pequeños, que poco a poco han logrado aumentar el impacto de sus preocupaciones, haciendo calar el mensaje en otros grupos de personas que a su vez han seguido ampliando y replicando el mensaje. ¿Productos sostenibles? Claro que sí. Pero aún más importante: personas sostenibles. ¿Te consideras una persona sostenible? ¿Qué cambios has hecho en tu vida para serlo? ¿Qué aspectos crees que son lo más difíciles? ¡Conversemos en los comentarios!
¿Productos sostenibles?
Desde hace un tiempo para acá se oye hablar cada vez con más frecuencia de los productos sostenibles. El "pensamiento ecológico" es cada vez más común; hablar de reciclaje, cultivos orgánicos, producción limpia, huella de carbono, cero desechos (o zero waste), consumo responsable, ingredientes naturales, productos sostenibles o energías renovables ya no es raro, y de hecho todas esas ideas se han convertido en protagonistas de libros, blogs (¡hola!) y programas de televisión. Como le pasa a cualquier protagonista de cualquier cosa, los medios de comunicación masiva se aprovechan de su brillo actual y empiezan a repetir hasta el cansancio los aspectos más triviales, pasando por alto los aspectos esenciales y olvidando la riqueza que hay detrás de cada idea (o persona). Las masas (nosotros) nos entretenemos con esas ideas triviales, y por lo general nos contentamos con lo que nos muestran en la tele, nos sentimos actualizados al saber lo último de lo último de lo más top y seguimos adelante con nuestras vidas, que en el fondo no cambiaron para nada con esa información. ¿Y qué pasa con el protagonista? Por lo general, con el tiempo, termina "quemado", olvidado por las masas que tanto se entretuvieron con los detalles superficiales de su vida cotidiana. Esa es la parte que me preocupa del protagonismo del pensamiento ecológico? la posibilidad de que, de tanto oír hablar de él, la gente termine hastiándose y pase a ser periódico de ayer. Pero sé que ustedes, como yo, está preocupados genuinamente por el planeta y no ven el pensamiento ecológico como una moda pasajera, como el último accesorio de la gente cool? y por eso hoy les quiero contar lo que pienso sobre los productos sostenibles. La primera parte de lo que pienso debe empezar con una pregunta: ¿Qué es un producto sostenible? Aparentemente no hay forma de saberlo; hoy en día hay tantos productos que se venden como sostenibles que parecería que el único requisito para ser sostenible es tener una pegatina que lo afirme, o un logo impreso con un planeta tierra (mejor aún si del planeta sale una plantita). Los genios del marketing (del sucio, que el buen marketing también existe) se han aprovechado también del protagonismo del pensamiento ecológico, y han inventado montones de estrategias para maquillar de verde a un montón de productos y servicios, sin que realmente tengan nada de sostenibles. El ejemplo clásico es la bolsa de supermercado: sigue siendo una bolsa de plástico, sigue siendo un producto desechable que tiene una vida útil de aproximadamente 20 minutos pero que tarda 150 años en degradarse o "desaparecer" de la tierra, pero ahora vienen con un planeta impreso en tinta verde y un texto que dice "cuida el planeta". ¡Abracadabra! ¿se convirtió en un producto sostenible? Claramente, no. Para entender realmente qué es un producto sostenible, tenemos que entender primero qué es la sostenibilidad. Me voy a valer de la definición de Wikipedia, que me parece suficientemente clara y elocuente: La sostenibilidad significa la existencia de condiciones económicas, ecológicas, sociales y políticas que determinen su funcionamiento de forma armónica a lo largo del tiempo y del espacio. Consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. Es un término ligado a la acción del hombre en relación a su entorno, se refiere al equilibrio que existe en una especie basándose en su entorno y todos los factores o recursos que tiene para hacer posible el funcionamiento de todas sus partes, sin necesidad de dañar o sacrificar las capacidades de otro entorno. Así que, ahora sí: ¿qué es un producto sostenible? Un producto sostenible sería aquel que use los recursos de una manera que sea armónica y equilibrada a lo largo del tiempo y el espacio, que satisfaga mis necesidades sin sacrificar la capacidad de las futuras (o actuales) generaciones de satisfacer sus propias necesidades, y que no dañe o sacrifique las capacidades de este ni de ningún entorno. No cualquier producto se merece una descripción tan linda como esta, y puedes tener la plena seguridad de que la mayoría de productos que afirman ser sostenibles no cumplen ni con la mitad. La segunda parte de lo que pienso sobre los productos sostenibles, es que son verdaderamente escasos? pero eso no es tan grave. Si bien son importantes (y es súper importante que nuestras sociedades estén al menos empezando a plantearse la importancia de pensar productos y servicios sostenibles), pienso que lo realmente importante es que seamos personas sostenibles. Nada nos ganamos con tener un pasillo de supermercado lleno de productos sostenibles, si las personas que los consumen lo hacen de manera indiscriminada y desproporcionada. Volviendo al ejemplo de la bolsa de supermercado: supongamos que soy una usuaria frecuente de las bolsas de plástico, pero descubro su contraparte sostenible, la bolsa reutilizable de tela. Así que empiezo a comprar bolsas de tela cada vez que voy al supermercado (porque siempre se me olvida llevar la mía), y termino con una montaña de bolsas de tela que no uso, que requirieron un montón de recursos para su fabricación y que igual van a terminar en la basura. Cero en sostenibilidad. No podemos sentarnos a esperar a que nuestras sociedades y culturas tengan un cambio radical y que todo sea sostenible sin que nosotros nos planteemos y llevemos a cabo un cambio profundo y personal hacia la sostenibilidad. Lo creas o no, los pequeños cambios que se pueden ver ahora en torno a ese tema se han desencadenado a partir de las preocupaciones y actitudes de individuos y grupos pequeños, que poco a poco han logrado aumentar el impacto de sus preocupaciones, haciendo calar el mensaje en otros grupos de personas que a su vez han seguido ampliando y replicando el mensaje. ¿Productos sostenibles? Claro que sí. Pero aún más importante: personas sostenibles. ¿Te consideras una persona sostenible? ¿Qué cambios has hecho en tu vida para serlo? ¿Qué aspectos crees que son lo más difíciles? ¡Conversemos en los comentarios!
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