Una vez que el aceite ha saponificado, y por lo tanto se ha convertido en jabón, le sigue el proceso de gelificación. En esta etapa el jabón sube de forma natural de temperatura hasta unos 50ºC aproximadamente y comienza a tener apariencia de gel transparente. Comienza en el centro y se va extendiendo hasta el exterior.
En ese momento podemos mantener el calor para que la gelificación se produzca por completo o podemos enfriar el jabón para que la gelificación se corte y resulte un jabón con diferentes características.
Para conseguir una completa gelificación debemos tapar bien el molde dónde lo hayamos vertido y cubrirlo con una manta para conservar el calor (si es térmica sería perfecto), y si además lo guardamos en una nevera de esas aislantes de playa mucho mejor. También podemos meterlo en el horno, previamente precalentado a 50º o 60º, y una vez introducido el molde apagarlo. Lo podremos dejar allí hasta el día siguiente y una vez pasadas las 24 horas desmoldar.
Si por el contrario queremos cortar el proceso, dejaremos el jabón al aire libre (sin cubrir) y al día siguiente lo podremos desmoldar también (o una vez solidificado). El utilizar moldes pequeños también impide que se produzca la gelificación.
¿Por qué no dejar que se produzca la gelificación?
Aparentemente un jabón gelificado es mucho mejor por las siguientes razones:
El curado es más rápido.
El pH baja antes.
Tiene más espuma y acondicionado.
El color es más vivo y homogéneo.
No se forma ceniza sobre la superficie del jabón.
Pero tiene las siguientes desventajas:
1. Si la gelificación no se ha producido por completo, el interior del jabón quedaría de otro color y se podrían producir huecos o burbujas de glicerina.
2. Produce jabones más blandos.
Por lo tanto si nuestra intención es conseguir jabones más duros, opacos o simplemente queremos evitar que se formen esos huecos blandos de glicerina o cambios de color en el interior del jabón debemos cortar el proceso, intentando bajar la temperatura, para evitar que se produzca la gelificación.
Hay ciertos aditivos como la miel, el alcohol, el azúcar, la leche, la cera de abejas o algunas fragancias, que aceleran el proceso de saponificación subiendo la temperatura del jabón y produciendo esas burbujas de glicerina en su interior. Por lo que tendremos esto en cuenta a la hora de elegir si optar por la gelificación o no.