Venecia es tan bonita, mágica y extraña que es un tópico. Si no existiera, algún escritor de ciencia ficción se la habría inventado: una ciudad en la que el ruido de los coches se cambia por el sonido del agua y de los remos deslizándose (y de algunas barcas de motor que hemos preferido ignorar, claro).
Sin embargo, más allá de su romanticismo, sus historias de piratas y su extraordinaria belleza, Venecia es una de las caras más reales del cambio climático, un hecho que está sucediendo cada vez a más velocidad, ajeno a nuestras dudas, incredulidades y discusiones.
Estuve en Venecia por primera y única vez hace unos meses en uno de esos viajes en que los que disfrutas casi por igual el antes, el durante y el después. Venecia no defrauda.
Sin embargo, en Venecia tampoco se puede negar la evidencia: el cambio climático está aquí. En la ciudad de los canales el nivel del mar ha aumentado 25 centímetros en los últimos 100 años y sigue aumentando casi un milímetro más año a año. Algunas previsiones auguran que la ciudad desaparecerá bajo el mar en menos de 100 años.
El artista italiano Lorenzo Quinn ha creado una instalación gigante formada por dos manos llamada Support para la Biennale di Arte de Venecia, que simboliza al mismo tiempo lo que podemos hacer para salvarnos y para no salvarnos, cada mano una opción. ¿Con cuál nos quedaremos?
La obra, al igual que Venecia, solo es un símbolo de lo que pasará si seguimos destruyendo al mismo ritmo el planeta. En el documental Before the Flood, del que también hablamos por aquí, se detallan algunas de los consecuencias que ya estamos sufriendo actualmente pero también algunas acciones que ya podemos comenzar a llevar a cabo en nuestros días para poder frenarlo.
¿Cuándo comenzaremos a actuar? ¿Seguiremos esperando hasta que el nivel del agua alcance nuestras manos?
Las imágenes y la historia los he encontrado aquí
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