En América Tropical: Muchas sociedades desde tiempos prehispánicos, han estimulado las condiciones forestales para obtener los efectos benéficos del ecosistema forestal. Por ejemplo, en Centroamérica en parcelas no mayores de una décima de hectárea, era común entre los agricultores el cultivo de decenas de plantas, donde un agricultor, plantaba árboles frutales como papayas, en otro estrato arbustos frutales o maderables, una capa de anuales de diferentes alturas como el maíz y finalmente una extensa superficie cubierta de calabaza (Wilken, 1977).
En Asia, los Hanunóo de las Filipinas practicaban un tipo complejo de cultivos alternos. Al limpiar el bosque para uso agrícola, dejaban deliberadamente árboles que al final de la temporada del cultivo de arroz, proporcionaban un dosel parcial de nuevo follaje para prevenir la exposición excesiva del suelo al sol. Los árboles eran una parte indispensable del sistema agrícola Hanunóo y eran plantados o conservados en el bosque original, para proporcionar alimentos, medicina o madera para construcción y cosméticos (Conklin, 1957).
En África fue un poco diferente, en el sur de Nigeria se cultivaron juntos ñame, maíz, calabaza y fríjol bajo una cubierta de árboles dispersos. Los Yoruba del oeste de Nigeria, que han practicado durante mucho tiempo un sistema intensivo de herbáceas, arbustos y cultivos arbóreos mezclados, proclaman que este sistema intensivo, es un medio para conservar la energía humana, haciendo un uso completo del espacio limitado, que se ganó al bosque espeso. Los Yoruba también sostienen que este sistema es un medio económico para mantener la fertilidad del suelo, así como para combatir la erosión y la filtración de nutrientes (Ojo, 1966).
Por otro lado Krishnamurthy y Avila (1999), mencionan que las Chinampas de México, es un buen ejemplo de un sistema agroforestal tradicional, practicado sobre los lagos poco profundos en elevadas altitudes o en áreas pantanosas de tierras bajas, por los nativos de Mesoamérica desde hace siglos. Las chinampas son las parcelas de campo elevadas que varían de 3 a 10 metros de ancho, de longitud variable y hasta de 50 a 100 cm. arriba del nivel del agua, construidas de lodo excavado de las áreas adyacentes y amontonado sobre la parcela, formando una estera gruesa con materiales orgánicos. La Chinampa es un sistema de enrejado dividido por largos canales cruzados con calles ríos. Todos los lados de las Chinampas están reforzados por sauces (Salix spp), cuyas raíces estabilizan las orillas de la parcela. Los árboles también funcionan como rompevientos y como barrera para controlar la movilización de plagas de insectos.
Las Chinampas, son un sistema integrado de producción de alimentos, que incluye la producción de peces y otros animales acuáticos en los canales, cultivos básicos, hortalizas y una variedad de flores en las parcelas elevadas; ganado de establo, diversos árboles frutales y producción de miel en los huertos familiares. La diversidad de los componentes de producción y la productividad de las chinampas son notables. La sostenibilidad de las Chinampas, aún después de un cultivo continúo de más de 1000 años, es ejemplar. Los logros hechos al diseñar y sostener este sistema agroforestal tradicional, indican el ingenio humano para vencer las restricciones de producción, impuestas por las limitaciones ambientales.
Los huertos caseros, un antiguo sistema de subsistencia de producción de alimentos alrededor de las viviendas, es otra ilustración de un sistema agroforestal tradicional, que se encuentra comúnmente en todas las condiciones biofísicas y situaciones socioeconómicas. El sistema de huertos caseros, incluye un manejo deliberado, de árboles y arbustos de usos múltiples, en asociación estrecha con cultivos y ganado dentro del perímetro de los hogares, con trabajo familiar, realizado con herramientas simples, la producción se destina generalmente para el consumo del hogar. Los huertos caseros proporcionan una seguridad nutricional significativa para las familias de escasos recursos y contribuyen a la protección del paisaje rural.
La agricultura de roza-tumba y quema o la agricultura migratoria: Practicados ampliamente en los trópicos, es otro ejemplo de tradición agroforestal. Los agricultores rozan, tumban dejan secar y queman la vegetación, luego plantan cultivos o los convierten en potreros, utilizando las cenizas como fertilizantepara enriquecer el suelo. El área es cultivada tanto tiempo, como la tierra permita una buena producción, generalmente dos o tres ciclos de cultivo, y luego dejan en barbecho la misma área, para que crezcan especies de árboles, pasando un período entre 10 y 25 años, hasta que se acumula suficientes nutrientes. Los agricultores regresan al sitio, lo rozan, tumban y queman, y el ciclo se reinicia.
Hay varios ejemplos de prácticas tradicionales de uso del suelo que incluye una producción combinada de árboles y especies agrícolas, en la misma porción de tierra, en varias partes del mundo.
Estos son ejemplos de lo que se conoce como Agroforesteria. Los árboles eran parte integral de estos sistemas agrícolas, se retenían deliberadamente en estas áreas, para apoyar a la agricultura. El objetivo fundamental de estas prácticas no era la producción de árboles sino la producción de alimentos. El uso de combinaciones de diferentes árboles forrajeros y maderables con diversas formas de desarrollo, podría incrementar el recurso de la tierra y de la producción animal, debido a que algunas especies tienen la habilidad de explotar recursos que son inalcanzables para otros, a la capacidad que tienen algunas especies para tolerar las épocas de sequía y mantener su producción de follaje durante todo el año, permitiendo así, que el animal tenga la oportunidad de corregir las deficiencias nutricionales que se presentan durante estos periodos. En el contexto del sistema de producción de finca, estos sistemas son importantes como proveedores de un ingreso adicional al productor, debido a la producción de un rango variado de productos. Adicionalmente, la diversidad de estos sistemas podría contribuir a reducir los riesgos de vulnerabilidad de plagas y enfermedades. Por otro lado, los árboles que se encuentran dentro de las pasturas en arreglos de estratos múltiples, podrían ser importantes en la sostenibilidad, productividad y conservación de los recursos y la biodiversidad, y por lo tanto, es importante evaluar y determinar la sostenibilidad de la producción de la pastura, la productividad animal y por ende la sostenibilidad de los sistemas de producción de fincas que incluyen vegetaciones de estratos múltiples.
Sin embargo, hacia el final del siglo XIX, el establecimiento de un bosque o una plantación agrícola se volvió un objetivo importante para la práctica de la agroforestería. Al principio el cambio no fue deliberado, se inicio en Myanmar (Birmania) por el Imperio Británico, con una plantación de teca (Tectona grandis), usando un método que se llamó Taungya.
Como resultado de las preocupaciones de los silvicultores sobre los bosques y las fincas forestales, el principal objetivo de la investigación emprendida por ellos en tales sistemas mezclados fue asegurar que: poco o ningún daño ocurriera a las especies forestales, las tasas de crecimiento de las especies forestales no fueran indebidamente inhibidas por competencia con los cultivos agrícolas, se determinara el tiempo y la secuencia óptima de plantación del árbol o del cultivo agrícola para asegurar la sobrevivencia y rápido crecimiento del árbol, se identificaran las especies forestales que podían soportar la competencia con las especies agrícolas y se determinaran los espaciamientos óptimos de plantación para el crecimiento subsecuente del árbol.
La investigación, en un principio, fue emprendida para la silvicultura por los silvicultores. Parece que los silvicultores nunca vieron el sistema capaz de hacer una contribución significativa al desarrollo agrícola por estas prácticas.
Muchos factores y acontecimientos, durante los años setenta, contribuyeron a la aceptación general de la agroforestería como un sistema de manejo de la tierra que es aplicable tanto a la agricultura como al bosque. Estos factores incluyen:
La re-evaluación de las políticas de desarrollo por el Banco Mundial,
Una re-examinación de las políticas forestales por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
Un despertar del interés científico tanto por los cultivos intercalados como por los sistemas de fincas, La deteriorada situación alimenticia en muchas áreas del mundo en desarrollo,
La difusión creciente de la deforestación y la degradación ecológica,
La crisis energética de los setenta y la consecuente escalada de precios y la escasez de fertilizantes, y El establecimiento por el Centro de Investigación de Desarrollo Internacional del Canadá (IDRC) de un proyecto para la identificación de las prioridades de investigación forestal tropica.
1.1 Agroforestería y desarrollo sustentable
En base al arículo de "Bases y estrategias ecológicas para una agricultura sustentable" de Miguel A. Altiere (Universidad de California, Berkely, el cual se toma en forma íntegra). Considera que en la mayoría de los círculos agrícolas científicos, se ha llegado a la percepción general de que la agricultura moderna enfrenta una crisis ambiental (Conway y Barbier, 1990). La raíz de esta crisis radica en el uso de prácticas agrícolas intensivas basadas en altos insumos que llevan a la degradación de los recursos naturales a través de procesos de erosión de suelos, salinización, contaminación con pesticidas, desertificación y pérdida de la biomasa, lo que finalmente repercute en reducciones progresivas de la productividad. La pérdida de rendimiento por plagas en muchos cultivos, a pesar del incremento substancial en el uso de pesticidas es un síntoma de esta crisis (Pimentel et al., 1980). Es bien sabido que las plantas cultivadas en monocultivos genéticamente homogéneos no poseen las defensas necesarias para resistir o tolerar el impacto de poblaciones de insectos fitófagos (Altieri y Letourneau, 1982).
Monocultuvo. Foto aquí.
Los cultivos han sido seleccionados para altos rendimientos y alta palatabilidad, haciéndolos más susceptibles a las plagas. Por otro lado, la mayoría de las prácticas agrícolas afectan negativamente a los enemigos naturales, los que a su vez no encuentran los recursos ambientales necesarios en los monocultivos para dar una respuesta funcional efectiva (Price, 1989). Es así que mientras se mantenga el monocultivo como estructura básica de los sistemas agrícolas, las plagas serán el resultado de un espiral negativo que tiende a autorreforzarse.
Uso de plaguicidas. Foto de aquí.
El desarrollo del concepto de Agricultura Sustentable es una respuesta relativamente reciente a la preocupación por la degradación de los recursos naturales asociada a la agricultura moderna. Hoy en día, la problemática contemporánea de la producción agrícola ha evolucionado de una dimensión meramente técnica a dimensiones más sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales. El concepto de sustentabilidad es útil porque captura un conjunto de preocupaciones sobre la agricultura, concebida como un sistema tanto económico, como un sistema social y ecológico. La comprensión de estos tópicos más amplios sobre la agricultura, requiere entender la relación entre la agricultura y el ambiente global, ya que el desarrollo agrícola depende de la interacción de subsistemas biofísicos, técnicos y socioeconómicos. Este concepto ha provocado mucha discusión y ha promovido la necesidad de realizar ajustes en la agricultura convencional para que ésta se vuelva ambiental, social y económicamente viable y compatible (Edwards et al., 1990). La idea es desarrollar agroecosistemas con mínima dependencia de altos insumos agroquímicos y energéticos y que enfaticen las interacciones y sinergismos entre los varios componentes biológicos de los agroecosistemas, mejorando así la eficiencia biológica, y económica y también la protección del medio ambiente (Altieri, 1987).
Agricultura sustentable. Foto de aquí.
A pesar de cientos de proyectos de investigación, del impulso que se le ha dado al desarrollo tecnológico para lograr la sustentabilidad agrícola, y las muchas lecciones que se han aprendido, el enfoque sigue siendo dominantemente tecnológico, enfatizando por un lado la biotecnología con el desarrollo de variedades transgénicas resistentes a herbicidas u otros factores, y por el otro, una agricultura orgánica de sustitución de insumos, que promociona un reemplazo de insumos de agroquímicos tóxicos y caros, por insumos alternativos (biofertilizantes y biopesticidas) más benignos ambientalmente. Estos enfoques no hacen nada por ir a la raíz de los problemas ambientales que la agricultura ocasiona, ni cuestionan la estructura del monocultivo, que es la base ecológica de la inestabilidad de la agricultura moderna.
Alcances teóricos de la agroecología
La disciplina científica que enfoca el estudio de la agricultura desde una perspectiva ecológica se denomina "agroecología" y se define como un marco teórico cuyo fin es analizar los procesos agrícolas del modo más amplio, permitiendo entender la problemática agrícola en forma integral y holística. El enfoque agroecológico considera a los ecosistemas agrícolas como las unidades fundamentales de estudio; y en estos sistemas, los ciclos minerales, las transformaciones de la energía, los procesos biológicos y las relaciones socioeconómicas, son investigados y analizados como un todo (Altieri, 1987).
Agroecología. Foto de aquí.
En la búsqueda por reincorporar una racionalidad más ecológica a la producción agropecuaria, los científicos y practicantes agrícolas han ignorado un punto crucial en el desarrollo de una agricultura más autosuficiente y sostenible: el entendimiento profundo de la naturaleza de los agroecosistemas y los principios que gobiernan su funcionamiento. En este sentido la agroecología se perfila como una disciplina única que delinea los principios ecológicos básicos para estudiar, diseñar, manejar y evaluar agroecosistemas desde un punto de vista integral, incorporando dimensiones culturales, socioeconómicas, biofísicas y técnicas. La agroecología va más allá de una visión uni-dimensional de los agroecosistemas, de su genética, edafología o agronomía, para abarcar una perspectiva que interrelacione los niveles ecológicos y sociales de coevolución, estructura y función de la agricultura.
La agroecología fomenta la agrodiversidad. Foto de aquí.
La agroecología, estimula a los investigadores a capitalizar en el conocimiento y habilidades de los agricultores y a identificar el potencial ilimitado que resulta de ensamblar la biodiversidad para crear sinergismos benéficos que provean a los agroecosistemas de la capacidad de permanecer y aún retornar a un estado innato de estabilidad natural. La agroecología define los principios ecológicos necesarios para desarrollar sistemas de producción sostenibles dentro de marcos socioeconómicos y culturales específicos. La producción sostenible se deriva del balance apropiado de suelos, cultivos, nutrientes, luz solar, humedad y de los sinergismos entre organismos existentes. El agroecosistema es productivo cuando este balance y las condiciones óptimas prevalecen y cuando las plantas cultivadas son resistentes para tolerar el stress y la adversidad.
Pero la protección y producción estables no son el único propósito de la agroecología. De hecho, en el contexto de la agricultura campesina, la sustentabilidad no es posible sin la preservación de la diversidad cultural que ha nutrido a las agriculturas locales, y una producción estable es sólo posible en el contexto de una organización social que proteja la integridad de los recursos naturales y que estimule la interacción armónica entre las personas, el agroecosistema y el ambiente.
Agricultura campesina. Foto de aquí.
La agricultura sustentable hace referencia a un modo de agricultura que intenta proporcionar rendimientos sostenidos a largo plazo, mediante el uso de tecnologías de manejo que integren los componentes del predio, de manera de mejorar la eficiencia biológica del sistema, la capacidad productiva del agroecosistema, la preservación de la biodiversidad y la capacidad del agroecosistema para auto mantenerse y autorregularse.
Aunque existen muchas definiciones de agricultura sostenible, varios objetivos sociales, económicos y ambientales son comunes a la mayoría de las definiciones:
Producción estable y eficiente de recursos productivos Seguridad y autosuficiencia alimentaria
Uso de prácticas agroecológicas o tradicionales de manejo
Preservación de la cultura local y de la pequeña propiedad
Asistencia de los más pobres a través de un proceso de autogestión
Un alto nivel de participación de la comunidad en decidir la dirección de su propio desarrollo agrícola
Conservación y regeneración de los recursos naturales
Agricultoras campesina. Foto de aquí.
Una característica importante de la sustentabilidad, es la capacidad del agroecosistema para mantener un rendimiento que no decline a lo largo del tiempo, dentro de una amplia gama de condiciones. La mayoría de los conceptos de sustentabilidad requieren a la vez, un rendimiento constante y la prevención de la degradación ambiental. Estas dos demandas, a menudo se perciben como si fueran mutuamente incompatibles, ya que la producción agrícola demanda un nivel de utilización de recursos, mientras que la protección ambiental requiere un cierto nivel de conservación (Conway y Babiere, 1990). Los requisitos básicos de un agroecosistema sustentable son la conservación de los recursos renovables, la adaptación del cultivo al ambiente y el mantenimiento de un nivel, aunque estable, de productividad. Para enfatizar la sustentabilidad ecológica a largo plazo, más que la productividad a corto plazo, el sistema debe (Altieri, 1987):
Reducir el uso de energía, la degradación de recursos y las pérdidas de nutrientes
Emplear métodos de producción que restablezcan los mecanismos homeostáticos conducentes a la estabilidad de la comunidad, optimizar las tasas de reciclaje de materia orgánica y nutrientes, utilizar al máximo la capacidad multiuso del sistema y asegurar un flujo eficiente de energía
Fomentar la producción local de productos alimenticios adaptados al entorno socioeconómico y natural
Reducir los costos y aumentar la eficiencia y la viabilidad económica, fomentando así un sistema agrícola potencialmente diverso.
Sistema agroecológico. Foto tomada de aquí.
Desde el punto de vista de manejo, los componentes básicos de un agroecosistema sustentable incluyen: (Heilchel, 1987; Edwards et al., 1993).
1) Cubierta vegetativa como medida efectiva de conservación del suelo y el agua, mediante el uso de prácticas de cero-labranza, cultivos con "mulch", uso de cultivos de cobertura, etc.
Mulch o acolchado. Foto de aquí.
2) Suplementación regular de materia orgánica, mediante la incorporación continúa de abono orgánico y composta, incrementando la actividad biótica del suelo.
Composta para el huerto. Foto de aquí.
3) Mecanismos de reciclado de nutrientes mediante el uso de rotaciones de cultivos, sistemas de mezclas cultivo/ganado, sistemas agroforestales y de intercultivos basados en leguminosas, etc.
Rotación de cultivos. Foto de aquí.
4) Regulación de plagas, asegurada mediante la actividad estimulada de los agentes de control biológico, alcanzada mediante la manipulación de la biodiversidad y por introducción y/o la conservación de los enemigos naturales.
Manejo ecológico de plagas. Foto de aquí.
El grado en que un agroecosistema aumenta en su sustentabilidad dependerá básicamente de un manejo agroecológico que conlleve a la optimización de los siguientes procesos (Altieri, 1987; Reinjtjes et al., 1992).
1. Disponibilidad y equilibrio del flujo de nutrientes: la productividad de un agroecosistema está directamente relacionada con la magnitud del flujo, movilización y conservación de nutrientes, lo que a su vez, depende del suministro continuo de materia orgánica y la promoción de la actividad biológica del suelo.
2. Protección y conservación de la superficie del suelo: el manejo de la cubierta vegetal mediante el uso de cultivos de cobertura, mulch, cero labranza, etc. que minimizan la erosión, es una medida eficaz para la conservación del suelo y del agua. La cubierta protectora debe además proteger al suelo de la oxidación u otro deterioro químico El deterioro físico debido a la compactación y pérdida de estructura producto de las precipitaciones, puede ser igualmente desastroso, reduciendo el potencial productivo. El cultivo continuado o la cubierta con residuos de cultivo provenientes de sistemas manejados apropiadamente, es crucial para mantener el potencial productivo.
3. Utilización eficiente de los recursos de agua, luz y suelo: es importante reducir al mínimo las pérdidas debido a los flujos de radiación solar, aire y agua, por medio de un manejo del microclima, del agua y del control de la erosión
4. Manutención de un nivel alto de biomasa total y residual: con el fin de sostener la biología del suelo y la productividad animal y vegetal, es de vital importancia una fuente alta de carbono que aporte energía y facilite la retención de nutrientes. Esto se logra adicionando materia orgánica, con el uso de leguminosas, la integración animal y removiendo en la cosecha una porción pequeña de nutrientes en relación a la biomasa total
5. Explotación de la adaptabilidad y complementariedad en el uso de recursos genéticos de animales y vegetales: esto implica la utilización de variedades y razas autóctonas y rústicas adaptadas a la heterogeneidad ambiental persistente y que responden a un manejo de bajos insumos.
6. Preservación e integración de la biodiversidad: la eficiencia del reciclaje de nutrientes y la estabilidad frente al ataque de plagas y enfermedades al sistema, dependen de la cantidad y tipo de biodiversidad presente, así como también de su organización espacial y temporal (diversidad, estructural), y en especial, de sus interacciones y sinergismos (diversidad funcional). Los agroecosistemas tradicionales, especialmente aquellos en ambientesmarginales, poseen a menudo una estabilidad y una elasticidad significativa, como resultado del alto nivel de diversidad estructural y funcional que se deriva del uso de policultivos, sistemas agroforestales y sistemas mixtos cultivos-animales.
a) Sustentabilidad:
Capacidad para mantener el nivel de productividad de los cultivos a través del tiempo, sin arriesgar los componentes estructurales y funcionales de los agroecosistemas.
b) Contaminación de recursos naturales:
Alteración de la calidad del aire, agua y suelo causada por las prácticas agrícolas, los insumos químicos o productos de los agroecosistemas.
c) Calidad del paisaje agrícola:
Las diversas formas en que los modelos agrícolas de uso de la tierra modifican el entorno e influencian los procesos ecológicos. En el Cuadro 1 se observa los atributos biofísicos, sociales y económicos entre agroecosistemas convencionales y agroecosistemas alternativos.
Cuadro 1. Comparación de atributos biofísicos, sociales y económicos entre agroecosistemas convencionales y alternativos (NRC. 1989).
Situación actual de los recursos naturales
El deterioro de la capacidad productiva de la tierra, se debe en gran parte a la deforestación y al uso inapropiado de los recursos; esos problemas surgen, en parte, del aumento de la demanda por el uso de la tierra, el aumento demográfico, las presiones económicas para intensificar la producción agrícola con el propósito de obtener ganancias inmediatas y el manejo inadecuado de los recursos, motivan a una mayor demanda por el uso de los mismos. El incremento de los precios de ciertos productos agropecuarios en el mercado internacional como por ejemplo la carne o la soya, estimulan la apertura de nuevas fronteras, a menudo no aptas para la producción de estos bienes. En consecuencia para aumentar el área de terreno disponible se incrementa la deforestación.
Deforestación. Foto de aquí.
Cuando se menciona la deforestación, a menudo solo se piensa en la pérdida de bosques, con el consiguiente menoscabo comercial o estético. Sin embargo, la tala indiscriminada también tiene otras consecuencias: La deforestación puede causar la eliminación de especies de árboles y otras plantas valiosas desde el punto de vista medicinal, también malograr recursos genéticos, pues son eliminadas especies o variedades que podrían resultar importantes para el mejoramiento de especies existentes. Asimismo una tasa elevada de deforestación puede ocasionar escasez de leña donde esta es la principal fuente de energía para la población.
Además, cuando es eliminada la cubierta del bosque, los suelos se encuentran más expuestos a los efectos de las lluvias, el sol y los vientos; a ello puede sumarse el impacto de las prácticas relacionadas con el uso de los suelos para la agricultura o la ganadería. Todos estos factores hacen que los suelos sean más propensos a la erosión y además en zonas muy lluviosas, a los deslaves.
Deslave en Puebla por Huracán Earl. Foto de aquí.
La deforestación causa también pérdida de la capacidad de retención de agua, disminución de la calidad del agua en las cuencas hidrográficas y la degradación de cuencas, reservorios, ríos y estuarios, debido al aumento de la cantidad de sedimentos y turbidez de las aguas, entre otros factores. La utilización inadecuada de la tierra puede llevar a la disminución de la fertilidad, a causa de la reducción del contenido de materia orgánica y de los nutrimentos. El resultado general es el deterioro de la capacidad productiva de los suelos. Los problemas de degradación de la tierra también pueden comenzar o intensificarse con la ganadería. Cuando no se tiene en cuenta las condiciones del suelo, la disponibilidad de forraje y la carga animal adecuada, puede surgir problemas de degradación, tales como erosión y compactación de los suelos, ello provoca la inutilización de terrenos que a veces son difíciles de recuperar. Tales tendencias son mayores cuando condiciones ambientales como el clima, el suelo o la pendiente, se vuelven críticas, es decir, mientras más marginales sean estos terrenos para la explotación agropecuaria, en comparación con condiciones más propicias, habrá mayores problemas de degradación.
La destrucción de selvas, bosques, matorrales, sabanas, palmares etc., con la consecuente drástica reducción o pérdida de especies de plantas y animales, para la implantación de praderas artificiales, ha sido una verdadera tragedia para el medio ambiente. Considerando además que los niveles de productividad en las praderas tropicales son bajos y que los beneficiarios no han sido la población rural en general, sino sectores privilegiados de poblaciones urbanas y los países desarrollados importadores de carne, esta modalidad de producción animal tiene que ser modificado urgentemente (Sánchez, 1998).
Tasas de deforestación en el Estado de San Luis Potosí, México desde 1993 a 2007. foto de aquí.
La vegetación original de la mayor parte de los ecosistemas tropicales húmedos es rica en variedad de especies y en cantidad total de biomasa distribuida en múltiples estratos, con una alta capacidad fotosintética. Los nutrientes minerales y el material orgánico están distribuidos principalmente en las plantas. Los suelos lixiviados y generalmente pobres, no tienen la capacidad de retener los nutrientes presentes en el ecosistema una vez que la abundante vegetación ha sido removida, y reemplazada por una relativamente ligera cubierta compuesta de pastos (Sánchez, 1998).
La producción primaria de las praderas artificiales es baja comparada con la que existía originalmente, y la producción de carne y leche por unidad de área, a pesar de variedades de pastos mejorados y fuerte fertilización, ha llegado a un límite que parece insuperable con las estrategias de la revolución verde: monocultivo de pastos y altos insumos (fertilizantes) derivados de los combustibles fósiles.
Ganadería en zonas tropicales. Foto de aquí.
Las leguminosas rastreras introducidas en algunos casos han tenido una contribución significativa a los rendimientos del pastizal, pero en general han probado ser difíciles de manejar y mantener, es claro que las mejoras en los sistemas de producción animal en el trópico no hay que buscarlas mirando hacia abajo (buscando pastos y leguminosas rastreras), sino hacia arriba (buscando árboles y arbustos forrajeros). En otras palabras, se tiene que regresar a modelos más cercanos a la vegetación original, pero específicamente diseñados para aumentar la productividad animal de los mismos.
Los sistemas agroforestales ofrecen una alternativa sostenible para aumentar la biodiversidad animal y vegetal, y para aumentar los niveles de producción animal, con reducida dependencia de los insumos externos. Con ellos se trata de aprovechar las ventajas de varios estratos de la vegetación y de mejorar la dieta animal proporcionando una diversidad de alimentos, forrajes, flores y frutos, que permiten al animal variar su dieta y aumentar su nivel de producción.
Los árboles y su utilidad
Árboles útiles. Foto de aquí.
Los árboles, componentes importantes de los bosques, constituyen un elemento indispensable en el reciclaje del agua, el oxígeno, el carbono y el nitrógeno.
El agua de lluvia que cae sobre la tierra cubierta de bosques tiende a humedecer el suelo y permanece ahí sin correr, con lo cual se reduce la erosión y las inundaciones, filtrándose lentamente bajo tierra para formar pozos y vertientes (Eckholm, 1977).
Una característica principal de los suelos tropicales consiste en el alto grado de alteración de la roca madre, su escasa reserva mineral y débil capacidad de absorber cationes, los hace muy sensibles a la lixiviación, son suelos ácidos y por lo general pobres en nutrimentos importantes, por otro lado, la presencia de los bosques en estas zonas, enriquece su cubierta superior con materia orgánica y bases provenientes de la descomposición de los desechos vegetales y de la hojarasca, cuyos elementos nutritivos pasan directamente a las raíces, sin atravesar el suelo mineral, asimismo, del bosque tropical se obtiene madera para construcción y la industria del papel la materia prima para la fabricación del mismo (Fontaine, 1981). Este mismo autor indicó además que el consumo de leña y madera para la elaboración del carbón era, en 1978, alrededor de 1,420 millones de m3 para el conjunto de los países en desarrollo, cuya mayoría están situados en los trópicos y que esto representa el 40% del consumo energético total de todos los países tropicales. Una tercera parte de la humanidad depende exclusivamente de leña para calefacción y cocción de sus alimentos y realizan prácticas no sostenibles debido a la pobreza y a su baja condición social, pero con el uso de árboles multipropósitos en silvopastoreo, además de los beneficios a la ganadería, le proporcionará leña y se evitará el deterioro ambiental (Botero y Botero, 1996). Por otro lado, Gómez (1985) señaló que la leña junto con el carbón se considera los recursos bioenergéticos en el mundo, representando el 90% de la energía disponible para millones de seres humanos en zonas rurales de países del tercer mundo.
El mesquite, un árbol multipropósito. Foto de aquí.
Frías et al. (1993) mencionaron la importancia que tiene el mezquite Prosopis laevigata, al norte del estado de Guanajuato, donde una de las actividades en la explotación de los recursos naturales lo constituye la recolección de leña con fines energético-doméstico, asimismo, se reconoce su papel en la producción de forraje y madera, importante también en la producción apícola y componente del equilibrio ecológico (formación y retención del suelo, ciclo hidrológico, habitat de especies vegetales y animales) entre otros.
Existen diversas producciones basadas en el bosque de uso doméstico como son: postes y estacas para la construcción principalmente, alimentos (frutas), oleaginosas y animales para caza, así como resinas, fibras, taninos y sustancias farmacéuticas, usadas tanto a nivel rural como comercial.
Gómez y Del Amo (1994) señalaron que los bosques representan un bien económico tangible para las sociedades de los países más pobres, y por lo tanto, es más probable su respeto, por representar un importante papel en la preservación del habitat de especies y diversidad biológica, sin embargo, la contribución de los bosques en producción y la conservación de la diversidad biológica sólo podrá aprovecharse plenamente dentro de una estrategia integral en el uso de tierras de acuerdo a su ubicación y composición de recursos.
Los árboles y arbustos son fuente importante de alimento para la ganadería y la fauna silvestre, principalmente durante la época seca, el valor forrajero de las hojas y frutos de estas especies es muchas veces superior a plantas herbáceas, particularmente si nos referimos a leguminosas (Baumer, 1992), asimismo proporcionan otros beneficios adicionales, entre ellos; el que sus raíces faciliten la infiltración del agua de lluvia hacia los mantos freáticos; de contribuir con la formación y fijación de los suelos, de mejorar la fertilidad entre otras cosas, por los compuestos nitrogenados que se forman en las raíces de muchas especies o bien por la descomposición que sufren ramas, hojas, flores y frutos al formar el mantillo, que más tarde se convierte en suelo vegetal (Jaramillo, 1994; Crespo et al., 1995; Febles et al., 1995; Niembro, 1986).
Árboles ornamentales. Foto de aquí.
Araya et al. (1994) indicaron un total de 51 especies de plantas que, de acuerdo a conocimientos empíricos, son consumidas por los animales en la región de Puriscal, Costa Rica, de las cuales se obtienen otros usos como; 30 que aportan leña, 15 utilizadas como ornamentales, 14 como cercas vivas, 12 para consumo humano, 11 especies de uso medicinal, 10 utilizadas como sombra, 7 para reforestación, 6 para artesanía, 5 para protección y 4 como alimento para aves y conejos, con lo cual se demuestra la diversidad de usos de las especies arbóreas. Al respecto, se mencionó que la Leucaena leucocephala, es utilizada en agroforestería como fuente de nitrógeno, para reducir costos de fertilización, como lo muestran los trabajos de diferentes autores, entre ellos (Singh et al., 1996; Singh y Toky, 1995).
Otro uso de los árboles y arbustos, de especial importancia para países como México, lo constituye la vegetación nectarífera y polinífera que es aprovechada por la apicultura para la generación de recursos económicos a los productores. Por su gran diversidad florística, México ocupa el 5º lugar mundial como productor de miel y el 3º como exportador, dependiendo de esta actividad más de 40 mil productores y sus familias (Villegas et al., 1998; 1999 y 2000). Vietmeyer (1994) mencionó, que el número de especies vegetales utilizadas por el hombre son pocas, y aún menos aquellas domesticadas apropiadamente, lo que indica que existe una barrera entre la ciencia y el adecuado uso de los recursos naturales, por lo que es indispensable el reconocimiento y aprovechamiento de estas especies, que en su mayoría se encuentran en las zonas tropicales y áridas.
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