Hablo de la incomodidad del no, de cocinar algo más bueno, de la piscina por las mañanas, de ir andando a todas partes, de leer todas las etiquetas, de empezar a conocer a alguien totalmente desconocido o de los vegetales feos, que te cuesta más cultivarlos que comprarlos.
El otro día la dueña de me soltó una frase tan útil para escoger un buen par de medias como para un sinfín de ocasiones en la vida:
– “Todo lo que vale cuesta.”
Dicen que es un dicho de lo más común pero yo nunca lo había escuchado y me sonó casi como una revelación. Lo cómodo, lo barato, es muy tentador, cuesta tan poco llevarse por la pereza y actuar sin pensar… Y no digo que, de vez en cuando, no esté bien hacerlo. Pero, si me paro a reflexionar acerca de las mejores cosas de mi vida y de mí misma, me doy cuenta de que todas, sin excepción, han merecido un esfuerzo y una buena dosis de incomodidad.
En la quedada del otro sábado con los compañeros de Hola Eco! me quedé con un gesto que todavía me sigue dando que pensar. Petit Brot es un restaurante crudivegano ecológico y de proximidad, muy cuidado y delicioso todo, cuyos dueños le han dado más de una vuelta al tema medioambiental. El agua y los zumos los sirven en unos vasos que parecen de plástico pero que en realidad son de un material compostable hecho a partir de fécula de patata. Sin embargo, algunos de los chicos dijeron que, si no tenían vasos re utilizables, no querían. Se produjo un momento algo incómodo, algunos teníamos nuestro vaso de agua y otros no, y la camarera, una chica la mar de simpática, no entendía nada. Los chicos nos explicaron que, aunque los vasos no requirieran un proceso de compostaje industrial, que en este caso sí, el simple gasto energético de hacer un producto de un solo uso les parecía algo completamente anti ecológico. Y claro, es verdad.
La próxima vez que me ofrezcan un vaso de usar y tirar, aunque no sea de plástico, me lo pensaré. Sin embargo, tendré que mentalizarme, no será fácil. Tendré que desentonar. Probablemente más de una mirada se ponga sobre mí, me pondré roja y tendré que luchar con la tentación de la “facilidad”: Con lo fácil que es vivir mirando hacia otro lado…
Nuestro planeta necesita cambios urgentes y una nueva forma de pensar lejos del camino que nos han marcado. Si seguimos consumiendo, contaminando y actuando de la misma forma, continuaremos haciendo muchísimo daño a la Tierra y a nosotros mismos. La sostenibilidad requiere un estado de alerta constante porque cada uno de nuestros actos es importante, y eso, asumámoslo, no es cómodo.
Yo cada día me siento más cómoda con la “incomodidad”. Cuanto más lo pienso y reflexiono, más lógica encuentro la búsqueda de la coherencia entre lo que siento, lo que pienso y lo que hago. Aunque también he aprendido que se trata de un camino que hay que hacer desde el principio, acumulando pequeñas lecciones como la del otro día con los vasos compostables. Además, los vegetales feos están más buenos ;)
.