Julio sin plástico ya se está acabando, pero sabemos que este mes era sólo una excusa para pensar más en los residuos que generamos, y llevar los aprendizajes a todos los meses del año. Esta receta puede ser una de tus aliadas para pasar de “julio sin plástico” a “vida sin plástico”.
La basura es un invento de los humanos. En la naturaleza nada se desperdicia, pero nosotros nos la hemos arreglado para inventar productos que tienen vidas más largas que nosotros mismos, y además usamos esos productos inmortales (el plástico, por ejemplo) durante un par de minutos y luego nos deshacemos de ellos como si nada. Ponemos todo nuestro ingenio en extraer cosas de la tierra, fabricar materiales durables… y los tiramos a la basura. Una basura que además, aunque no la veamos todo el tiempo, está inundando el planeta, y —a menos que nos pongamos las pilas y cambiemos nuestros hábitos— terminará por ahogarnos.
Todo el tiempo estamos produciendo basura. Es muy difícil darle la verdadera proporción al problema, porque pensamos sólo en nuestra propia basura, pero se nos olvida considerar que no estamos solos, sino que somos 7 mil millones de personas, generándola (unas más, otras menos) constantemente.
Un ejemplo puntual
Tomar café en un vaso desechable puede parecer inofensivo; es sólo un vaso, ¿no? Pero no usas un solo vaso en la vida, sino, supongamos, 5 vasos por semana (uno por cada día hábil… estar fuera de casa por lo general implica recurrir a cosas desechables). Eso quiere decir que, en un año, usas aproximadamente 260 vasos.
Ahora pensemos en una ciudad como Medellín, con más de 2 millones de habitantes… pero no todos toman café o usan vasos desechables, así que hagamos el cálculo con un número mucho más tímido. Supongamos que 500.000 habitantes (una cuarta parte de la población de Medellín) tienen la costumbre de tomar café, y usan 5 vasos desechables, en promedio, por semana.
En un año, sólo en Medellín, habrá 130 millones de vasos desechables en la basura. Ahora multiplica eso por la población de Colombia, o de Latinoamérica, o del mundo. Verlo de esta manera —creo— cambia completamente la perspectiva, y nos hace entender la proporción del problema.
La solución (o al menos el comienzo)
La basura es un problema con muchas patas. Generamos basura en nuestras casas, pero también las empresas generan basura, y las instituciones en las que trabajamos o estudiamos… y en algunos casos parece imposible vivir de una manera que no nos lleve a tirar cosas a la basura todo el tiempo.
La solución, o al menos el comienzo, es empezar a hacernos responsables de la basura que generamos. Mirarla “a los ojos” y darnos cuenta de que la grandísima mayoría de las veces es completamente innecesaria, y puede evitarse usando alternativas que son fácilmente aplicables en la vida cotidiana. Saber qué dice la basura sobre nosotros, y empezar a plantearnos maneras de eliminarla de nuestras vidas puede parecer una tarea difícil, pero si empezamos con cosas pequeñas y alcanzables, podemos ir “escalando” hasta reducir nuestra cuota de basura al mínimo, y ahí podemos empezar a alegrarnos al saber que la huella que vamos a dejar en el mundo no es una huella de plástico, sino una mucho más importante: una huella de cambio.
Ahora sí: el vinagre aromatizado
Los productos de limpieza suelen ser una fuente inagotable de basura. Cada cosa que venden en el supermercado promete un resultado diferente, y cada una viene en un empaque aparatoso, usualmente fabricado con plástico. Líquido para limpiar los vidrios, para limpiar el suelo, para lavar el sanitario, para limpiar el mesón de la cocina… nos convencemos de que necesitamos una cosa diferente y súper específica para cada área de la casa, cuando la verdad es que esas tareas—y muchas otras— pueden llevarse a cabo usando dos productos: bicarbonato de sodio y vinagre.
Pero desconfiamos de la limpieza que no tiene aroma a lavanda, o a limón, o a eucalipto. Nos gusta que las cosas huelan a limpio… y por eso caemos redondos ante las trampas de los productos de limpieza comerciales.
¿Y si te dijera que hay una solución? ¡Porque la hay! El vinagre se puede aromatizar casi con cualquier cosa, y así puedes hacer un producto de limpieza a tu gusto, evitando ingredientes sospechosos, eliminando empaques innecesarios, reduciendo el impacto ambiental y —como si fuera poco— ahorrando plata en el proceso. Y es facilísimo, lo único “difícil” del proceso es que requiere un poco de paciencia. Aquí van las instrucciones:
Necesitas:
Vinagre blanco, del normal, de supermercado*
Lavanda y limón. También puedes usar hojas de eucalipto, o casi cualquier cosa que tenga un aroma que te guste
Frascos vacíos, idealmente grandes, e idealmente de vidrio
* Yo no compro vinagre sino ácido acético, para hacer la mezcla en casa. Las instrucciones para hacer esto te las dejo al final de la publicación.
Instrucciones:
1. Pela los limones, y junta las flores de lavanda.
2. Pon las cáscaras de limón en un frasco y las flores de lavanda en otro. No hay una medida exacta, pero —obvio— cuanta más lavanda y cuantas más cáscaras uses, más aromatizado quedará el vinagre.
3. Añade vinagre sobre la lavanda y las cáscaras de limón, hasta llenar cada frasco.
4. Tapa los frascos, y déjalos
5. Aquí viene la parte difícil: esperar. Más o menos un mes. Puedes usarlo antes de un mes pero estará menos aromatizado, y si lo dejas más tiempo, pues se aromatiza más.
¡Y ya! Realmente es muy fácil. ¿O no?
Cuando ha pasado el tiempo de espera, sólo hace falta que lo pases por un colador para quitar cualquier residuo y lo envases en una botella o en el recipiente que te parezca más conveniente. , porque así “libero” los frascos para seguir aromatizando vinagre, y tenerlo listo cuando se acabe el que estoy usando.
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Algunas maneras de utilizar el vinagre aromatizado:
1. Limpiador de vidrios y espejos: Mezcla dos cucharadas de alcohol, dos cucharadas de vinagre blanco, una cucharada de fécula de maíz (sí, es en serio) y una taza y media de agua. Envásalo en una botella con atomizador. Cuando lo uses, limpia el vidrio o el espejo con un periódico (reutiliza los que tengas, o haz como yo, que no estoy suscrita a ninguno pero cuando veo uno de distribución gratuita me lo traigo para la casa).
2. Limpiador para el inodoro / sanitario / retrete: Espolvorea bicarbonato de sodio en el agua, más o menos 1/4 de taza. Añade un chorro de vinagre (más o menos otro 1/4 de taza) y déjalo reposar un rato. Es posible que veas que se hace un efecto efervescente, esto es normal, y pasa porque se genera una reacción química que desprende dióxido de carbono. Por último, usa el cepillo como lo usas siempre y vacía el tanque para que quede reluciente.
3. Limpiador para el mesón de la cocina y otras superficies: Haz una mezcla de agua y vinagre en partes iguales, remoja un trapo limpio y pásalo sobre las superficies que quieres limpiar. El vinagre tiene propiedades antibacteriales, y se ha comprobado su eficacia eliminando bacterias como la Escherichia coli.
4. Suavizante para la ropa: Añade un chorro de vinagre al final del ciclo de lavado (en lavadoras modernas, puede ser cuando suena el “bip” que pide suavizante).
5. Limpiador de azulejos y cerámica: Aplica el vinagre con un atomizador, y pasa un cepillo o un estropajo (luffa) para dejar todo limpio, y libre de hongos y de moho.
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¿Usas vinagre como limpiador en tu casa? ¿Has hecho alguna vez vinagre aromatizado? ¿Qué usos añadirías a la lista? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
El vinagre blanco (el típico que se consigue en los supermercados) es ácido acético al 3%. Es decir, es 97% agua y 3% de ácido acético. Yo prefiero comprar el ácido acético en un almacén de químicos directamente, y hacer la mezcla con agua en casa; así me ahorro un montón de empaques (usualmente de plástico) y también ahorro plata.
Yo compro una botella de 500ml de ácido acético USP (para consumo humano, que también lo hay para uso técnico). Para hacer 3 litros de vinagre, primero mezclo 90ml de ácido acético con 500ml de agua en un frasco de vidrio, teniendo cuidado de no derramarlo sobre la piel y tapándome la boca y la nariz, pues estando puro puede ser muy irritante para las vías respiratorias. Esa mezcla la pongo en una botella de plástico de 3 litros (reutilizada, de una vez que compré vinagre en esa presentación) y termino de llenar la botella con agua. No pongo el ácido directamente en la botella porque estando puro puede dañar el plástico (es un ingrediente FUERTE, hay que manejarlo con cuidado), pero al estar ya semi-diluido en agua no hay ningún problema.
Si vas a usar una botella de vidrio puedes hacer la mezcla directamente ahí. Para cada litro de agua añades 30 ml de ácido acético. Una botella de 500ml de ácido acético te permite preparar 16 litros de vinagre, con lo que te ahorras 16 envases (y unos cuantos pesos, también).
Insisto: es un ingrediente de cuidado. No hay que tenerle miedo, sino sencillamente manipularlo aplicando el sentido común.
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