El desperdicio de alimentos es ya un fenómeno global. Nos hemos acostumbrado a comprar muchos más alimentos de los que necesitamos, dejamos en un rincón de la nevera las frutas y hortalizas hasta que se estropean y nos deshacemos de ellas con muchísima facilidad, olvidándonos de lo fundamental: las graves consecuencias sociales, económicas y, por supuesto, ambientales de este hábito adquirido.
Solo en 2019 se desperdiciaron más de 930 millones de toneladas de alimentos; es decir, el 17% de la producción alimentaria mundial acabó desechándose. Esto sucede a lo largo de la cadena alimentaria, aunque especialmente en los hogares, y los productos que más se lanzan a la basura son las frutas y verduras ‘imperfectas’ (es decir, con defectos en su empaquetado, deformadas o más maduras de la cuenta), en general.
¿Qué impacto tiene el desperdicio de alimentos en el planeta?
Además de un coste económico desorbitado (las pérdidas ascienden a casi un billón de euros por año), el despilfarro alimentario se ha convertido en una de las grandes amenazas para la supervivencia del planeta. Según la ONU, entre el 8 y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero está asociado con los alimentos que no consumimos. De hecho, si consideráramos el desperdicio de comida como un país, sería el tercer mayor emisor de CO2, solo detrás de China y Estados Unidos.
Es por ello que 2020 fue el primer año en que se celebró el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, concretamente el 29 de septiembre, con el objetivo de fomentar la reducción de la pérdida y desperdicio de alimentos a escala global, ya que las toneladas de alimentos desperdiciadas anualmente ayudarían a erradicar el hambre en el mundo, en aumento desde 2014 –690 millones de personas sufrieron hambre crónica en 2019, cifras agravadas por la crisis de la COVID, apunta la FAO en su último informe.
Ideas para evitar el desperdicio de comida en casa
¿Qué podemos hacer para evitar el desperdicio de alimentos? Te propongo cinco ideas facilísimas que tendrán un impacto positivo en el planeta:
Practica la cocina de aprovechamiento, que no es otra cosa que sacar partido a los restos de comida que, por error, consideramos inservibles y de los que nos deshacemos. Aprovecha hasta el último alimento y úsalo para preparar otros platos, como caldos, salsas, cremas, batidos e incluso helados. Podéis inspiraros en mi receta de aprovechamiento con tallos de espinacas, supersencilla y 100% Zero Waste.
Da una segunda vida a los alimentos imperfectos. Antes de lanzar aquella pieza de fruta que has dejado madurar más de la cuenta o que no tiene la apariencia que te gustaría, párate a pensar cómo puedes reutilizarla. ¡Prueba a hacer una mascarilla facial con aguacate!
Ordena la nevera y límpiala a menudo. Tener una nevera ordenada te ayudará a saber qué comida tienes y qué es lo que debes consumir antes para evitar que supere la fecha de consumo preferente. Una idea es colocar una caja en la que guardar los alimentos que debes comer de forma prioritaria o de lo contrario se acabarán por poner malos.
Haz una lista de la compra y planifica tu menú semanal. El primer paso para no desperdiciar comida es hacer un consumo responsable, así evitamos comprar más de lo necesario y, de paso, ahorramos dinero.
Investiga: ¡siempre existe una alternativa! Hay un montón de iniciativas y apps como Phenix o Too Good To Go, que te permitirán salvar cestas de comida de comercios locales a muy buen precio.
Con estos pequeños gestos en tu día a día, ayudarás enormemente a reducir la huella de carbono y contribuirás a un mundo más sostenible. Y recuerda, ¡toda acción, por pequeña que sea, cuenta!