Nosotros comenzamos hace unos 6 años cuando accidentalmente en el terreno de nuestra casa, comenzaron a crecer unas plantitas de tomate, y digo accidentalmente porque no las plantamos nosotros. Aparentemente llegaron ahí por el tubo de aguas blancas de la cocina de otra persona. Estuvimos varios meses cuidando de las plantitas y cosechando tomates hasta que las plantas murieron (el tomate es una planta de temporada).
Después de eso, comenzamos a entusiasmarlos con cultivar nuestros propios alimentos. Sembramos cebolla, tomate, pimentón, algunas hierbas aromáticas y calabaza. Tuvimos ese pequeño huerto por más o menos un año, tiempo más que suficiente para habernos enganchado a la idea.
Luego de eso, ya estando en Reino Unido, queríamos continuar teniendo nuestro huerto pero no es secreto lo terriblemente malo que es el clima allá (gris, frío y lluvioso… ¡todo el año!), así que en invierno comenzamos con nuestro jardín interior, incluso llegamos a tener un bombillo especial para plantas y nuestros vecinos pensaron que estábamos sembrando “otra cosa”.
El caso es que, desde que empezamos, ya han pasado unos años, algunas cosas hemos aprendido y muchas seguimos aprendiendo. La verdad, es que no necesitas vivir en casa, tener una gran porción de terreno o ser agricultor para tener tu propio huerto urbano.
Ahora vivimos en un apartamento con terraza, y aunque casi todas las plantas las tenemos en la terraza también aprovechamos las ventanas y la luz natural. Para nosotros, nuestras plantas son como parte de la familia (y ni hablar de las lombrices del compostero jeje) porque las cuidamos y nos preocupamos mucho por ellas, al fin y al cabo, si las cuidamos bien ellas nos recompensan con sus frutos ツ
Por eso, quiero compartir 5 motivos de por qué creo vale la pena tener nuestro propio huerto urbano.
1. Cambiar la forma en que vemos la comida:
El cuidar de tus propias plantas te ayudará a entender los ciclos de los alimentos y el esfuerzo que requiere cultivarlos, a la vez que obtenemos a alimentos sanos, ricos y nutritivos.
Vivimos en un mundo donde reina el consumismo: necesito = compro / ya no necesito = tiro. Es poco probable que teniendo unas plantas en la ventana o en la terraza de tu casa, te vuelvas auto-suficiente, pero es un gran paso para volvernos consumidores más responsables, para aprender a cuidar los recursos y a no tirar la comida. Cuando veas el esfuerzo que requiere cosechar unos tomates o mantener una plantita de albahaca, se te va a borrar de la mente la idea de usar más de lo necesario.
Creo que cuidar de una planta y luego recibir a cambio el alimento que ella nos da, nos enseña a ser más agradecidos y a valorar muchísimo más nuestros alimentos.
2. Aprender la importancia de los cultivos libres de químicos:
Hoy en día es bien sabido como la mayoría de las frutas y verduras disponibles en el mercado han sido expuestas a diferentes tipos de pesticidas, plaguicidas y fertilizantes, en palabras simples: veneno (¡guácala!). Y la verdad es que pagar por alimentos ecológicos tiende a ser más caro, por eso mucha gente prefiere a hacerse la vista gorda.
Pero ahora te pregunto ¿si tú sembraras tus propios alimentos, usarías esos venenos?, yo simplemente no puedo imaginar echarle químicos dañinos a las plantas, y menos aún, si es algo que luego me voy a comer. Me perjudicaría a mi misma, al planeta y a los insectos y animales que visitan el huerto.
3. Para qué comprar si yo lo puedo hacer:
Esto va ligado al punto anterior, estamos mal acostumbrados a comprarlo todo, a que todo esté empacado y listo para consumir. Si tienes o llegas a tener tu propio huerto urbano, te vas a dar cuenta de lo diferente que te vas a sentir al comer una ensalada de supermercado a una que tú viste crecer, que regaste, que seleccionaste cada hojita antes de ponerla en tu plato. O si haces una salsa pesto con tu propia albahaca, créeme que vas a sentir un gran orgullo cuando otros la prueben.
De alguna forma, yo siento que las plantas nos dan independencia alimentaria. Es pasar frente al supermercado o la frutería y pensar “no necesito comprar, porque ya lo mío se puede cosechar”.
4. Aprovechar el espacio que tenemos:
Cada vez más, parece que los campos y los bosques fueran considerados como “máquinas de alimentos” y no como habitat para muchas especies que nosotros mismos estamos llevando al borde de la extinción, mientras que por otro lado, desperdiciamos espacios útiles para construir parques, jardines decorativos o campos de golf. Cualquier pequeño espacio, cualquier huequito, es potencialmente aprovechable para crear un huerto urbano, incluso los techos.
A mi por lo menos, me encanta cuando voy por alguna ciudad y me consigo algún árbol frutal cargado, listo para que el que pase por al lado tome sus frutos, sin colas, sin empaques, sin pagar… es como un regalo de la naturaleza.
En vez de sembrar flores decorativas, podemos sembrar árboles frutales y al cabo de unos 5 años podríamos estar cosechando fruta fresca cada temporada. Producir alimentos en tu ventana o terraza, es una forma de aligerar la presiones sobre la tierra.
5. Darle un respiro al planeta:
Producir (no importa qué) le cuesta recursos al planeta y sembrar tus propios alimentos es una buena forma de reducir la cantidad de cosas que necesitas comprar, y si es una actividad que tus vecinos también realizan, pueden incluso ponerse de acuerdo para sembrar cosas diferentes y hacer intercambios.
También que al tener un pequeño huerto estamos contribuyendo a la biodiversidad del planeta y por muy pequeño que sea, es un espacio verde que da vida, y se convierte sobretodo en un espacio provechoso y saludable.
A mi me encanta tener mis plantas comestibles, incluso flores para ensaladas. Si lo piensas y aunque suene cursi, el sembrar una semilla es un acto muy bonito, porque al final la naturaleza nos devuelve sus frutos.
Desde hoy y con este post “inauguro oficialmente” la nueva sección del blog: Huerto, donde iré publicando algunos tips y las cosas que nosotros mismos vamos aprendiendo en el camino.
¿Tienes tu propio huerto urbano? ¿qué plantitas tienes? ¡Cuéntamelo en los comentarios!