Me gusta mucho hacer leches vegetales en casa. La de coco es mi absoluta favorita, y también la de almendras, la de marañón y la de nueces del Brasil… hay tantas formas ricas de usarlas y son tan fáciles de hacer, que si tuviera más manos para hacer más cosas (o un par de clones de mí misma), haría leche vegetal todos los días.
Además de que no tengo manos adicionales (o clones), otra de las razones por las que hago menos leches vegetales de las que quisiera es que muchas veces no sé qué hacer con el cascajo/ripio que queda después de filtrarlas, y me da tristeza pensar en que se va a quedar en la nevera esperando por una oportunidad, y se va a llenar de hongos, y va a terminar con los desechos orgánicos, cuando esa masa húmeda está todavía llena de nutrientes.
Recetas y opciones hay muchas: el cascajo o ripio se puede usar para hacer pasteles, galletas, granolas, o se puede secar en el horno y guardarse como harina. Esa última opción suena ideal, pero implica prender el horno cada vez que hago leche de almendras, y no lo veo muy viable (ni muy sostenible). También se puede “tostar” en un sartén a fuego muy bajo —eliminando toda la humedad— pero se demora un montón, así que tampoco es algo que sea muy conveniente hacer con frecuencia.
Hace dos años compartí una receta en la que usaba el cascajo sobrante de la leche de almendras, y me gustó mucho… pero terminé por cansarme (me pasa eso con algunas recetas); había estado buscando alternativas, hasta que un día sentí que lo tenía que resolver, y justo después de hacer leche de nuez de Brasil probé a mezclar unos cuantos ingredientes y el resultado fue glorioso (de hecho ya te lo había contado ).
Me inspiré en algunas ideas que había encontrado en Minimalist Baker (uno de mis blogs de cocina favoritos, te lo súper recomiendo), y lo ajusté teniendo en cuenta la humedad de la masa… y aquí está el resultado, para que tú lo puedas disfrutar también. Aquí va:
Necesitas:
El cascajo o ripio que queda de hacer un litro de leche de nueces de Brasil*
5 cucharadas de mantequilla de maní (si es hecha en casa, mucho mejor)
3 cucharadas de aceite de coco**
3 cucharadas de semillas de chía
Panela al gusto (yo usé 5 cdas. y se necesita otro par para la cobertura)
Un par de cucharadas de cocoa
Las manos bien limpias :-)
* Para hacer un litro por lo general se usa una taza de nueces. Eso no quiere decir que necesites una taza de cascajo / ripio, sino que necesitas lo que sea que sobre después de filtrar la leche que hayas hecho con una taza de nueces. La medida del sobrante es más compleja, porque depende de qué tanto lo aprietes, así que tampoco te angusties que no te van a quedar mal por usar un poco menos o un poco más. No es una ciencia exacta ;-)
Por otro lado, creo que esta receta puede funcionar también con el cascajo o ripio de la leche de almendras, o de coco, o de otras nueces. Si lo pruebas, me cuentas qué tal te va.
** Creo que podrías reemplazarlo por otros aceites de sabor suave. Yo no lo he probado, pero pienso que puede funcionar.
Instrucciones:
1. Lo primero es hacer la leche vegetal. Para eso puedes seguir estas instrucciones, que están explicadas con almendras pero que funcionan básicamente igual para cualquier fruto seco. Fíltrala bien y reserva la masa sobrante.
2. Mezcla un poco la masa para que “suelte”, y no quede muy apelmazada. Eso va a facilitar la mezcla con los otros ingredientes.
3. Mezcla el cascajo / ripio con la panela, la chía, el aceite de coco y la mantequilla de maní. Revuelve un poco con una cuchara o una espátula, y prepárate para usar las manos, porque es la única manera de que todo quede bien mezclado :-)
4. Amasa y amasa, hasta que todo quede bien homogéneo. La idea es que cada ingrediente quede bien distribuido, así que sigue hasta que veas que el color ya se ve parejito.
5. Empieza a hacer bolitas. No hay una medida exacta, pero ten en cuenta que si son muy pequeñas te vas a demorar un montón, y si son muy grandes se van a desarmar muy fácilmente. Así que busca un buen punto intermedio.
6. Cuando hayas convertido toda la masa en bolitas, lo único que queda faltando es hacer la cobertura de cocoa y panela. Para eso, pon una cucharada de cocoa y una cucharada de panela en una taza, idealmente una de esas que tienen en fondo redondeado (eso te va a ayudar a que las bolitas rueden y se cubran bien con el polvo).
7. Ve poniendo las bolitas que están listas en un plato. Y concéntrate en no comértelas todas de un solo golpe (esa es la parte más difícil de la receta).
Cuando hayas terminado, guárdalas en un recipiente hermético y mételas en la nevera. Aguantan refrigeradas hasta una semana (tal vez aguantan más, pero no les he dado la oportunidad… siempre me las como antes).
¿Viste que era fácil? Y no sólo eso, también es muy nutritiva: el maní en la mantequilla es fuente de proteína, hierro y vitamina B6, el cascajo / ripio de las nueces es fuente de fósforo, magnesio y vitamina E, y la chía es fuente de tiamina, niacina, magnesio y zinc. Todo convertido en bolitas deliciosas y cubiertas con polvos mágicos de cocoa y panela. Quiero unas ya.
¿Te animas a probar esta receta? ¿Qué modificaciones se te ocurren? ¿Cómo aprovechas tú la masita poderosa que queda después de filtrar las leches vegetales? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
Pd. Si eres como yo, y te gusta tener todas las recetas en algún tablero de Pinterest, aquí te dejo el enlace para que la guardes para después.
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