CÓMO CONVIVIR CON MAXIMALISTAS SIN RENUNCIAR AL MINIMALISMO

El minimalismo es algo a lo que se llega por voluntad propia: por una mudanza exhaustiva, un período de cambio personal o algo tan sencillo como una reflexión sobre el lujo y la necesidad. El camino hacia el minimalismo es, pues, una jornada muy personal movida al ritmo de tus propios cambios. Qué profundidad para empezar un post sobre cómo lidiar con compañeros de piso maximalistas ¿verdad?

En realidad, el minimalismo es un proceso muy parecido al de empezar a vivir sin plástico o cualquier otro cambio sustancial en nuestro modo de vida, ya que necesita del respeto y la comprensión de la gente con la que convives a diario. Al principio (y sobre todo si tienes un entorno dado a la sorna y al despiporre como el mío) se pueden tomar tu decisión más o menos en serio, pero poco a poco se irán acostumbrando a saber que no quieres ni necesitas ciertas cosas o que algunos hábitos de consumo ya no van contigo.

Sin embargo que tu familia, amigos o pareja sean personas educadas que te respeten y comprendan no quiere decir que compartan tu misma filosofía de vida. Y aunque éste es un detalle menor cuando no compartes vivienda, se puede volver un escollo a la hora de convivir bajo un mismo techo. Ante esto, puedes hacerte un Marie Kondo en su etapa adolescente (tirar poco a poco e inadvertidamente las posesiones de tu familia) o seguir siendo un miembro apreciado de tu comunidad y probar otras estrategias como las que te traigo ¿Empezamos?

RESPETO: LA MÁXIMA ESENCIAL

Respeto, respeto y otra vez respeto. La filosofía de vida de los demás merece tanto respeto como la tuya, incluso si su modo de vivir confronta directamente con tus principios. Quizá tu compañero de piso sea un adicto a las compras en cadenas low-cost a las que tú te opones frontalmente, pero a nadie le apetece tener un pepito grillo detrás de la oreja, y más cuando convives con él. Y lo mismo al revés, no dejes que nadie te diga que tu opción es ridícula o que no vas a cambiar nada por actuar como lo haces. Evita los discursos paternalistas pero defiende tu manera de vivir educadamente si alguien se mete con ella o no la entiende, y sobre todo, predica con el ejemplo. Y recuerda, siempre, respeto, respeto y otra vez respeto.

DELIMITAR ESPACIOS

Una de las máximas más importantes para seguir fiel al minimalismo respetando el espacio de tus compañeros es delimitar espacios. En teoría suena fácil pero la cosa se complica cuando vives en un espacio pequeño o con varios compañeros de piso.

Ante esto, hay que hacer pactos. Los espacios donde mejor funciona la delimitación son los armarios de ropa, los muebles del baño, el recibidor y, en general, todos los puntos negros de acumulación en casa. Por ejemplo, puede que tú sólo te vistas con armarios cápsula pero que tu pareja no pare de acumular prendas. En ese caso dividid el armario en dos partes. Mantén tu parte a tu gusto, como si te da por colocar las prendas por orden alfabético o siguiendo un escrupuloso método basado en la escala Pantone. Es tu espacio y tú decides. Y por supuesto, el espacio de la otra persona es su reino.

CADA COSA EN SU SITIO

Tus esfuerzos minimalistas durarán muy poco si vuestra casa está desordenada. Entre todos haced un pacto para dar a cada cosa un sitio, de manera que todos sepáis donde guardarla cuando se deje de utilizar. Procurad que sean sitios lógicos y que el punto de almacenaje esté cerca del punto de utilización. Por ejemplo, si utilizáis un minidoméstico cada día no lo guardéis en un armario alto, sino tenedlo a mano. Veréis que es una manera muy buena de mantener el orden, y así hacer que todos estéis a gusto en casa, aunque tengáis más cosas de las que desearías. Lo que me lleva al siguiente punto.

LO QUE NO ENCUENTRE UN SITIO SE VA FUERA

Si hay algo que da vueltas por la casa sin encontrar un buen sitio para guardarlo, porque ya no cabe o porque no sabéis dónde colocarlo, se va fuera. Inmediatamente. Y si alguien se opone, puede guardarlo en alguno de sus espacios delimitados. No en el tuyo. No señor.

A LA HORA DE COMPRAR

Es importante que lleguéis a acuerdos a la hora de comprar enseres para la casa. Quizá tu compañero de piso maximalista ha decidido aprovechar las rebajas y llega a casa con varios cojines nuevos (aunque vuestro salón ya parezca una haima) y un par de hamacas (aunque viváis en un piso de 30 m2 sin terraza ni jardín en medio de la ciudad). Es que eran taaaaan baratos, te dice con cara de ilusión.

Ante esto, acuerdos. Todo lo que compre para su espacio delimitado y con su dinero (llámese habitación propia, llámese balda del recibidor, llámese cómoda) no te tiene porqué incumbir. Como si quiere comenzar una macro colección de muñecas de porcelana antiguas dentro de su armario ropero. Un poco creepy, sí. De tu incumbencia, no. Sin embargo todos los objetos comprados para los espacios comunes tienen que ser consensuados. Esto implica clásicos de la acumulación como recuerdos, souvenirs de viajes o fotos, de las que yo me confieso principal acumuladora.

Con estos pequeños trucos deberíais ser capaces de convivir de manera pacífica y sin renunciar al minimalismo. ¡A por ello!

P.D. Y tú ¿tienes otros trucos para convivir con maximalistas sin morir en el intento? ¿Los compartes con nosotros?

Fuente: este post proviene de Una Vida Simple, donde puedes consultar el contenido original.
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