Para los que no habéis podido asistir aquí os relato, a modo de cuaderno de viaje, las cosas que más me han llamado la atención de esta interesante mañana.
He comenzado el recorrido en uno de los miradores de la presa del Atazar. Allí nos esperaba un joven y entusiasta geólogo que nos habló de la imponente obra de ingeniería que teníamos ante nosotros.
Pero primero nos trasladó hasta hace casi 500 millones de años a un fondo marino en el que se formaron las pizarras de color negro que rodean la presa. Para explicarnos cómo unas rocas tan antiguas las vemos hoy en la superficie nos mostró su sandbox. ¡¡Menudo invento!!, la arena de colores se iba moviendo simulando lo que ocurre en la formación de una montaña (orogenia).
También nos contó muchas curiosidades sobre la presa del Atazar y los problemas que tuvieron que ir solucionando los ingenieros, en parte por las características de las pizarras que la soportaban. Nos contó que se tuvo que inyectar hormigón en las laderas de pizarra porque no soportaban la presión del agua y cuando parecía que todo estaba solucionado apareció una grieta en el muro que dio mucho dolor de cabeza a los ingenieros.
La siguiente parada tenía lugar en el poblado del Atazar, desde allí hay unas vistas magníficas del río Lozoya encajado en las pizarras. Un profesor de la universidad y miembro de Geodivulgar nos contó cómo a pesar de encontrarnos en el curso alto del río Lozoya podemos ver formaciones típicas de los cauces medios como el trazado serpenteante formado por meandros. Esto se debe a que el río Lozoya es un río muy antiguo: estos meandros se formaron cuando el río estaba en una gran llanura y cuando hubo una orogenia se mantuvieron.
También nos mostró, escondido en el paisaje, un meandro abandonado formado por la erosión del río. Y nos contó cómo posiblemente dentro algunos miles de años se forme otro meandro abandonado y el río vuelva a modificar su recorrido.
También aprendí que aunque localmente conocemos a la cadena de pequeñas montañas que tenemos entre el Pontón de la Oliva y Torrelaguna como las “Calerizas”, los geólogos de todo el mundo las conocen como cuestas. Fue en el sur de Estados Unidos, en una zona de habla hispana donde algunos geólogos describieron este tipo de formaciones y como los habitantes de aquella zona los llamaban cuestas así comenzó a denominarse.
Continué el recorrido hasta el Pontón de la oliva, allí me esperaba una de las charlas que más disfruté del Geolodía, la de los paleontólogos. Nos trasladaron a hace unos 65 millones de años, cuando el Pontón de la Oliva estaba sobre un fondo marino poco profundo en el que se formaron las rocas calizas que rodean esta presa. En aquel periodo esta zona se encontraba en una posición subtropical y en un clima cálido, estando el nivel del mar 100 o 200 metros por encima que como está en la actualidad. Europa estaba prácticamente sumergida y con algunas islas.
Paleontólogos con fósil de rudista
En aquel mar poco profundo vivían unos bivalvos (familia de los mejillones) conocidos como rudistas que formaban parches arrecifales. Es maravilloso encontrarse en el Pontón de la Oliva e imaginar que allí hubo un mar con una especie de arrecifes de coral.
Cuando cayó el meteorito que extinguió a los dinosaurios también se extinguieron los rudistas. Éstos fosilizaron y quedaron escondidos entre las calizas hasta nuestros días.
Aprendí que los rudistas son para los paleontólogos fósiles guía porque son fáciles de reconocer, tuvieron una amplia distribución en el planeta, fosilizaron fácilmente y estuvieron presentes un corto tiempo de vida.
Esto es solo un resumen del Geolodía en Patones. También se visitó el Museo de la Cantería de El Berrueco y hubo otras muchas explicaciones sobre la profesión de los geólogos, la formación de las pizarras y la pizarrosidad, los problemas de ingeniería de la presa del Pontón de la Oliva, las chimeneas de hadas, la alimentación de los neandertales (descarga el folleto) pero todo esto es mejor conocerlo sobre el terreno. ¡¡¡Estaré encantada de enseñarlo¡¡¡
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