A día de hoy, medio billón de mujeres todavía no sabe leer, el acceso a la educación es denegado a 62 millones de chicas y, en más de 100 países, todavía cuentan con leyes que hacen diferenciación entre hombres y mujeres.
Si cada vez tenemos más claro que el sexismo sigue vivo en nuestra sociedad moderna, todavía es más evidente que existe en los países en vías de desarrollo. A veces de manera tan obsoleta y arraigada, que nos cuesta creerlo.
El año pasado, una de mis organizaciones benéficas preferidas, ONE, lanzó su primer estudio sobre la relación entre pobreza y género. Estas son las dos conclusiones principales que sacaron:
1. La pobreza y la desigualdad de género están tremendamente ligadas, ya que nacer en un país pobre a la vez que nacer mujer equivale a una doble sentencia. Una sentencia de desigualdad, opresión y carencia.
2. Las inversiones destinadas a las mujeres acaban beneficiando a todos los ciudadanos de un país, por lo que resultan esenciales para acabar con la pobreza mundial. Y es que las mujeres suelen re-invertir sus ingresos en sus familias y en sus comunidades, por lo que apoyan la economía local y estimulan el crecimiento económico.
¿Por qué la pobreza es sexista?
Principalmente, porque la vida de una mujer es muchísimo más dura que la de un hombre en un mismo país en vías de desarrollo, a la vez que peor que la vida de otras mujeres en países desarrollados. Y esto se aplica en todos los sentidos, incluidos los ámbitos sociales, económicos y políticos.
Los principales factores que determinan las oportunidades de una chica incluyen su salud, nutrición y educación, sus oportunidades económicas y su participación y libertad a la hora de tomar decisiones.
Según el estudio de ONE, del que podéis averiguar más aquí, los 10 países en los que es más duro nacer mujer son Níger, Somalia, Mali, República Centroafricana, Yemen, República Democrática del Congo, Afganistán, Côte d’Ivoire, Chad y Comoros.
¿Puedes imaginar haber nacido en Somalia en vez de en España, por ejemplo, y no haber tenido la oportunidad de aprender a leer o de continuar yendo a la escuela a los 12 años?
Las mujeres deberían tener las mismas oportunidades que los hombres, se encuentren donde se encuentren. Es por eso que necesitamos de forma urgente inversiones dedicadas a mejorar el acceso a los servicios sanitarios, a la nutrición, a las distintas oportunidades laborales, a Internet, a instituciones financieras… Y no solo porque todas las personas merecen dignidad e igualdad, sino también porque invertir en el género femenino es un paso esencial para terminar con la pobreza extrema.
La educación aquí es un pilar fundamental, ya que promueve oportunidades sociales y económicas. Si solo nos asegurásemos de que todos los estudiantes (incluidas las chicas) de los países pobres terminaran la escuela sabiendo leer, ¡la pobreza global se reduciría hasta un 12%! Algunas organizaciones, como la Fundación de Malala, trabajan a diario en este objetivo, y luchan por facilitar el acceso de millones de niñas a una buena educación.
El acceso a la tecnología también es muy importante, ya que promueve oportunidades de trabajo, educación, independencia e incluso activismo.
¡Hay tanto por hacer! El mundo necesita mayores ambiciones para poder así transformar sus objetivos en acciones y coger el toro por los cuernos. Dar a las mujeres del Tercer Mundo la habilidad y opción de mejorar sus vidas es el paso definitivo para acabar con el ciclo de pobreza que tantos sufren hoy.
¿Qué puedo hacer?
Vale, vale, sabemos que hay un gran problema, y sabemos cuál es la solución… ¿pero cómo llegar a ella? Al fin y al cabo, todos estos temas económicos y sociales dependen gran parte de los gobiernos, ¿verdad? Cierto, pero también hay una parte importante que depende de nosotros, los ciudadanos del mundo.
Nuestras voces y votos provocan cambios. Nuestras acciones y decisiones mueven montañas. Es importante que seamos consciente de nuestro poder, y que usemos todas las herramientas que tengamos a nuestro alcance para promover el cambio.
Algunas acciones que puedes llevar a cabo, por ejemplo, son:
Apoyar proyectos de educación con organizaciones como la de Malala
Ser un consumidor responsable y comprar productos que ayuden a empoderar mujeres en países en vía de desarrollo. Algunas tiendas que permiten esto son Unlock Hope, Enrou, FEED, o Remnant International, entre otras.
Donar libros y otros materiales escolares a organizaciones benéficas que trabajen en países del Tercer Mundo
Hacer un voluntariado social aprovechando tus habilidades: enseña inglés o francés, ayuda a las mujeres de una comunidad a aprender a leer, haz un taller de fotografía, informática o manualidades...
Por otro lado, puedes sumar tu voz a distintas campañas que apoyen la causa en días y eventos relevantes, como por ejemplo en el Foro Mundial Económico de África (11-13 de Mayo), en la 69ª Asamblea Mundial de la Salud en Suiza (23-28 de Mayo), en el Día Internacional de la Niña (11 de Octubre), en el Día de la Erradicación de la Pobreza (17 de Octubre), o en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia de Género (25 de Noviembre), entre otros.
Cualquier ocasión es buena para luchar por los derechos humanos.
¿Qué vas a hacer TÚ?