El arte de aprender a comprar de una manera inteligente para ahorrar mucho tiempo, dinero y recursos

Hoy en día el que más o el que menos se enfrenta en algún momento a comprar algo. Incluso algunos días más de una vez. Cuando compramos elegimos. No sólo lo que estamos comprando, también elegimos la tienda donde lo compramos y la empresa que lo fabricó.

Algunas de las decisiones de compra se toman sin pensar, por ejemplo, sacar una botella de agua de una máquina expendedora o algo nos llama la atención y como no es «muy caro» lo compramos sin plantearnos ni tan si quiera el uso que le vamos a dar. Todas estas decisiones, casi involuntarias, nos están haciendo perder mucho tiempo y dinero.

Algo que me cambio mi manera de gastar el dinero fue el echo de darme cuenta de que cada vez que compro algo estoy entregando mi tiempo. Me explico, cuando trabajas en algo generalmente inviertes tu tiempo y a cambio de ese tiempo (y conocimiento) recibes dinero. Cuando compramos, de alguna manera estamos pagando con nuestro tiempo.

Cada vez que compro algo, en realidad estoy pagando con mi tiempo. Y el tiempo, es algo que no se recupera.

Hace unos meses comencé a plantearme otro aspecto asociado a las compras: el impacto medioambiental que llevan asociado lo que compramos. Por ejemplo, comprar una botella de agua de 1 litro: sólo en el plástico de la botella se emplearon 3 litros de agua y 25 cl de petróleo para su fabricación. El uso que le vamos a dar en el mejor de los casos es de pocos días. Y va a tardar unos 500 años en descomponerse (si no cae en el mar y ahí ya ni se sabe lo que tardará en desaparecer).

Puedes pensar, RECÍCLALA. Tampoco es la solución, las botellas de plástico en realidad no se reciclan, se infraciclan (downcicling) o se incineran. Porque, a día de hoy, no se obtiene otra botella de plástico con las mismas características que la original durante el reciclaje. Lo que sucede es que se generan productos de inferior calidad y por tanto se infracicla.

Algo que también tengo en cuenta cuando estoy comprando es sus efectos hacia mi salud y el entorno. Algunos productos o alimentos contienen materiales o ingredientes que son tóxicos para la salud y que generan un montón de problemas de salud. Tener esto presente y saber entender las etiquetas es algo que hoy en día es muy complicado. Los fabricantes no lo ponen fácil, juegan con los diferentes nombres que puede tener el producto nocivo y juegan con la publicidad engañosa.

Por todo esto, hoy te traigo una serie de tips sobre cómo mejorar nuestra relación con las compras desde tres vertientes: la emocional, la racional y desde el conocimiento. Considero que mejorar esta relación es la mejor manera de comenzar a ser más saludables y sostenibles. Pequeños cambios en este sentido, tienen grandes impactos, muy rápido y de manera visible.

Mejorar nuestra relación con las compras es la manera mas sencilla de comenzar a ser más saludables y sostenibles

Compras emocionales

¿Por qué compramos de manera impulsiva?

Foto Anna Dziubinska – Unsplash
A mi me ha pasado, supongo que a tí también. Te pasa algo malo y sientes la necesidad de comprar, cualquier cosa que pase por tu cabeza. Además, las excusas salen muy fácil en esos momentos de debilidad: me lo merezco, he trabajado duro, si yo no me cuido quién lo va a hacer, y un sin fin más de excusas para comprar algo que casi seguro no necesitamos y que solo nos dará un pequeño instante de felicidad. No obstante, esa felicidad durará poco y el problema de raíz seguirá ahí o con suerte no era muy importante y ya se nos pasó.

Otras veces en momentos de soledad interior, que no tiene porque ser de soledad física. Sentimos el impulso de comprar algo que creemos necesitar. Lo podemos ver en un anuncio, a alguien por la calle o a un amigo. Sea de la manera que sea, nos llega a nuestra cabeza y nos invade la necesidad de tenerlo. Como si comprando algo material nos fuera a llenar nuestro interior.

Hoy en día, este tipo de compras pueden ser mucho más fáciles de hacer de lo que eran antes. Desde el móvil, podemos comprar de todo, sin salir de casa e incluso nos llegue en el mismo día. Saciar esta necesidad de compra puede ser muy rápida y sencilla, sólo «1 clic».

Todos estos casos, las compras las llevamos a cabo desde lo impulsivo. Un estímulo externo nos llega y nos hace creer que comprado algo nos va a cambiar nuestra situación. Rara vez eso sucede. En estas situaciones lo mejor es aprender a detectarlas y poner remedio antes de que sea tarde, es decir, hayamos caído en la compra impulsiva.

Evitar caer en la tentación de la oferta o lo que está de moda

¿Quién no ha comprado algo alguna vez por el descuento tan importante que tenía o la oferta limitada? (¡sólo hoy!). En estos casos aunque parece que estamos siendo más listos que el vendedor, comprando algo que está «regalado». En verdad, no es así, suele ser todo lo contrario.

Te voy a contar lo que me pasó mientras miraba sofás para mi casa y lo que me enseño el sofá sobre las ofertas limitadas.

Foto Justin Lim – Unsplash.
Un sábado de tarde, fui a una mueblería. Sin intención de comprar, sólo a mirar. De todos los sofás que había, uno de ellos era más o menos lo que buscaba.

La vendedora, hizo una gran estrategia de venta. Primero nos vendió la calidad del producto, la garantía de la marca, etc. Por último, llegó el momento del precio. Se nos salía de presupuesto. Pero llegó el momento mágico: si lo comprábamos YA, había un mega-descuento del 50%. Eso sí, había que dejar la compra cerrada esa misma tarde.

El sofá está en mi casa, con el descuento.

No obstante, me valió de mucho el aprendizaje. Por la manera en la que lo compré podría haber sido peor. Al no haber contrastado ni mirado nada sobre la empresa, me dejé llevar por la oferta limitada. Una vez comprado, investigando encontré bastantes quejas y problemas con el sofá elegido (el material era muy delicado).

Además del sofá, ese día me lleve un aprendizaje que considero muy valioso: no comprar nada porque la oferta sea muy buena. Si la oferta termina ese día, me arriesgo a perderla. Al final salgo ganando. Si lo que va a hacer que compre algo es el precio, mejor no lo compro.

Cuando compro algo quiero que realmente lo necesite, sea duradero, sea haya fabricado en condiciones dignas, pensado para ser reciclado… El precio ha de ser una variable más a tener en cuenta, pero no la única.

Las compras racionales

Calidad, características y precio. ¿Es suficiente?

Con el precio existe una creencia bastante generalizada de que lo más caro es lo mejor. Pero eso no siempre es así. En la era de la información, cada vez hay más datos sobre los diferentes productos. Eso nos permite comprar entre características, necesidades, calidad y precio.

Cuando compramos algo de forma consciente es porque ha pasado el filtro y lo necesitamos. Y no siempre lo que necesitamos es lo que tiene las características más avanzadas.

Por ejemplo, al comprar una cámara de fotos podemos buscar calidad de imagen y ligereza. En cuyo caso, una mirrorless podrá ser nuestra mejor opción. Lo que no quita, que para otra persona la cámara del móvil sea su mejor alternativa.

En la ecuación (características, necesidades, calidad, y precio), tendría que entrar algo que rara vez se encuentra: la durabilidad. Hay marcas que dan más o menos confianza en cuanto a la vida de sus productos o se pueden encontrar estadísticas por internet.

¿Por qué es importante la durabilidad? Productos que nos duren muchos años tienen muchas ventajas:

No se derrochan recursos naturales

No se derrochan materias primas

Nos evitamos transportes que usan combustibles fósiles

Ahorramos dinero y tiempo. No es necesario comprar cada poco para cubrir las mismas necesidades.
Por todo esto, para ahorrar dinero, tiempo y ganar en sostenibilidad, yo apuesto por comprar poco pero muy bueno. Le encuentro varias ventajas:

Disfrutamos durante su uso de algo de una calidad superior.

El precio nos hace que no tengamos tanta tentación de comprar varias veces.

Como compro menos veces ahorramos tiempo de andar buscando y eligiendo.

Si la compra es acertada a la larga sale más barato.

Si compramos menos productos y los que compramos son de productores responsables nuestro impacto es menor

Cuando compramos a empresas con responsabilidad social, apoyamos el trabajo de calidad y fomentamos que nuevas empresas apuesten por ello.
¿A ti que te parece? ¿Sueles comprar poco pero muy bueno o eres más de fijarte en el precio?

Sellos, etiquetados que nos facilitan la tarea

Cuando estamos analizando la compra que queremos hacer, los certificados o sellos nos pueden ayudar a tomar mejores decisiones.

Foto Bethany Szentes – Unsplash
A continuación, te muestro unos cuantos que me parecen interesantes.

Sello de agricultura ecológica. Norma EU-REG(CE) 834/2007. Nos garantiza de que en las producciones agrarias se respeten los ciclos naturales, se mantenga la biodiversidad y no se empleen productos químicos de síntesis ni OGM (Organismo Genéticamente Modificado).

Comercio justo (FairTrade). Es un sello de garantía que nos ofrece la seguridad de que la producción ha sido en condiciones de trabajo dignas y comprados a un precio justo que apoya al productor. Un listado de los productos de comercio justo que tienen recogidos en su página web.

EnergyStar. Analiza la eficiencia energética de los aparatos durante su uso. Búsqueda de productos con certificación EnergyStar (EN).

EcoCert. Certificación de productos de agricultura ecológica. Que también certifica productos de agricultura ecológica, cosméticos ecológicos y naturales, detergentes naturales, ambientadores naturales, etc. Se puede consultar el listado de productores online.

FSC (Bosques para todos para siempre). Certificación de gestión forestal, que se encarga de garantizar las mejores prácticas forestales. Aquí se pueden consultar las organizaciones con licencia.

PEFC es un sistema de certificación forestal, cuyo objetivo es asegurar que los bosques del mundo sean gestionados de forma responsable.

Creadle to Cradle (De la cuna a la cuna) proporciona una certificación a los productos de consumo un compromiso continuo del fabricante con la sostenibilidad y con sus comunidades. Cuyo nombre fue otorgado por sus fundadores Willian McDonough y el Dr. Michael Braungart (autores del libro Cradle to Cradle Remaking the Way We Make Things). Para buscar productos certificados se puede hacer desde aquí.

Blue Angel (Ángel Azul). Es la ecoetiqueta del gobierno federal Alemán desde 1978. Su idea es facilitar el consumo de productos respetuosos con el medio ambiente y las personas. Los productos están organizados en 5 categorías: Hogar y vida, papel e impresión, dispositivos electrónicos, construcción y calefacción y empresas y municipios. Puedes consultar aquí los productos con el sello Blue Angel.

Etiqueta energética de los aparatos consumidores de energía. Nos indica cuánto de eficiente es un aparato en cuanto al consumo eléctrico. La clasificación de la A (los más eficientes) a la G (los menos eficientes). Comprar productos que consuman poca energía nos interesa porque nos ahorrarán en la factura de la luz y a la vez nuestra huella ecológica disminuye.

Global Organic Textile Standard: este certificado nos garantiza que las prendas han cumplido una serie de requisitos ambientales, de calidad, toxicidad y criterios sociales. Hay dos posibles etiquetas: grado «orgánico» con un mínimo del 95% de fibras certificadas o «hecho con material orgánico» con un mínimo del 70%. Aquí puedes encontrar productos certificados, actualmente hay 26 empresas españolas.

Swan Label (El cisne). Eco-etiqueta para los países nórdicos desde 1989. Tiene en cuenta todo el ciclo de vida con el objetivo de reducir el impacto ambiental. Se puede consultar el listado de producto en su web.

EcoLabel. También se conoce coloquialmente como «la flor». Es un sello europeo que promueve la economía circular asegurando que se produzcan los menos residuos y emisiones de C02 durante el proceso de fabricación. El catálogo de productos se puede consultar en su página web.

EPEAT: es un certificado que actualmente se utiliza para ordenadores, monitores, móviles e impresoras. Tiene tres categorías: bronce (el peor), plata y oro (lo mejor). En la web se puede buscar por categorías o por fabricante.

Made in Green by OEKO-TEX®. Es un sello creado por la Asociación de Investigación de la Industria Textil (AITEX) que garantiza al consumidor final que los artículos certificados no contienen sustancias químicas perjudiciales para la salud y han sido fabricados respetando el medio ambiente y los derechos humanos de los trabajadores. Los fabricantes y productores de tejidos certificados los puedes encontrar en su web.

La cara oculta de lo que compramos (conocimiento)

A continuación te voy a contar algo que cambio mi forma de ver las compras.

Cuando tiraba algo a la basura o punto limpio, sólo pensaba que estaba generando ese residuo. No obstante, lo que nosotros tiramos a la basura es lo de menos en comparación con todo el proceso de fabricación.

Todo lo que se compra, ya sea algo que consumimos (por ejemplo comida) o utilizamos (por ejemplo unos zapatos), necesita recursos naturales y energía. De tal forma que lo que vemos es sólo una pequeña parte de lo que realmente ha sido necesario para que llegue a nuestras manos. Friedrich Schmidt-Bleek a esto lo llamó mochila ecológica.

Foto S&B Vonlanthen. Unsplash
Imagina un coche, por ejemplo. Para su fabricación se necesitan gran cantidad de materias primas, que se obtienen de diferentes partes del mundo. Las cuales se han de extraer, procesar, transportar y convertir en los miles de componentes que forman un coche. Durante todo este proceso se consume energía, la cual en la mayoría de los casos es de origen fósil (un recurso limitado). En cada paso del proceso se están generando residuos, una y otra vez.

Con todo esto, no te extrañará que cuando compramos un coche que pesa 1 tonelada (punta del iceberg) en realidad el peso de la mochila ecológica de ese coche sea de 30 toneladas. No creas que esto sólo sucede con los coches. Otro caso, que resulta muy sorprendente, es el de un anillo de oro de tan solo 5 gramos, tiene una mochila ecológica de 3 toneladas.

Los productos son como un iceberg, lo visible pesa mucho menos que lo invisible.

Valorar lo que tienes

¿Has pensado alguna vez que cada cosa que tenemos o usamos es un regalo de la naturaleza?

Cualquier cosa que compramos ha requerido mucho tiempo, esfuerzo y recursos hasta llegar a nosotros. Valorar y agradecer lo que tenemos es un buen hábito que nos ayudará a alargar la vida útil de lo que compramos. Cuando ponemos en valor algo, lo apreciamos y por tanto lo cuidamos más.

¿Te puedes imaginar todo lo que ha sido necesario para fabricar un teléfono móvil? Cuando no lo valoramos, es más fácil por ejemplo que se nos caiga al suelo. Igual te pasa como me sucedía a mi. Cuando me cansaba ya de un teléfono, empezaba «sospechosamente» a caer al suelo. Jugadas del subconsciente…

Esto va relacionado con comprar poco pero de mucha calidad. Cuando algo no nos cuesta mucho esfuerzo conseguirlo no lo valoramos tanto. Además, algo que sea de calidad nos va a agradar más y por tanto vamos a sentir menos necesidad de cambiarlo.

Si te sucede que algo que has comprado no se ajusta a tus necesidades, véndelo. Darle una segunda oportunidad con otra persona es la mejor de las opciones una vez que lo tenemos y no lo necesitamos.

Para valorar lo que se tiene considero que es importante tener sólo lo que necesitamos. Acumular montañas de cosas, no nos ayuda a ver con claridad y poder apreciar cada cosa por el valor que realmente tiene. En este sentido el minimalismo me ha ayudado mucho. Te hablaré en otro post sobre cómo simplificar tus pertenencias y cómo dejar hueco para apreciar más lo que tenemos.

Fin de su vida útil. ¿Y ahora qué?

Fin del día en una ciudad con rascacielos y un río.
Foto de The Roaming Platypus. Unsplash
Después de haber comprado, valorado y utilizado, llega un día en que lo que compramos deja de sernos útil. Algo muy habitual es llegados a este punto: tirarlo a la basura. Nos deshacemos de ello y lo perdemos de nuestra vista. Aunque, eso no quiere decir que desaparezca de la faz de la tierra.

Lo que tiramos en el contenedor de basura general terminará en vertederos o incineradoras. Y pasarán años y años hasta que se desintegre. Todos estos residuos contaminan el suelo, agua y aire. ¿A qué eso no te parece una buena opción? Por eso, tenemos que evitarlo.

Muchas veces, hay cosas que tiramos que están en buen estado y podrían ser utilizadas por otras personas. Vender, regalar o donar es la primera mejor opción que deberíamos de considerar para aprovechar mejor todos los recursos naturales y humanos que fueron necesarios para la producción del producto.

Si lo que vamos a tirar ya no se encuentra en capacidad de ser vendido, regalado o donado, reciclarlo es la segunda mejor opción. Si el reciclaje lo hacemos directamente nosotros es ideal. Por ejemplo, con un paraguas roto aprovechar la tela para hacer una bolsa para ir a la compra. En caso de no querer o poder hacer algo con lo que vamos a tirar, llevarlo a un punto limpio o contenedor especializado para su reciclaje.

En este punto, es muy importante el diseño que haya tenido el producto. Un bueno diseño, pensando en todo el ciclo de vida, tendrá en cuenta el reciclaje de los materiales. De esa manera será mucho más sencillo de reciclar. Por ejemplo, productos que no mezclen gran variedad de materiales o que los materiales empleados sean de calidad. Todo esto ayuda a que el reciclaje sea positivo (supraciclaje) y no negativo (infraciclaje).

Supraciclaje o upcycling: consiste en aprovechar los productos durante el reciclaje de una manera que el resultado sea de mejor calidad que el original. De esta manera se alarga la vida útil de las materias primas utilizadas.

Infraciclaje o downcycling: cuando se recicla el material que se obtiene es de una calidad inferior al producto original.

Si cuando compramos tenemos en cuenta las facilidades de diseño que ha puesto el fabricante, nos ayudará llegados al final de la vida útil. Es algo a tener en cuenta y a demandar a las empresas.

Cambio de paradigma. Disfrutar de cosas que no poseemos

Y no digo que robemos, ya que de alguna manera pasaríamos a poseerlo… Hablo sobre la posibilidad de pagar por servicio o alquilar lo que usamos. No es necesario poseer cosas para poder usarlas. Por ejemplo, puedes no tener coche pero pagar por utilizando cuando lo necesites.

La principal ventaja de este modelo de pago por uso, es que el fabricante o propietario querrá que el bien que estás utilizando dure, sea fácil de reciclar y no sea tóxico. Todo esto es contrario a lo que ahora sucede cuando el fabricante lo que «necesita» es que cada poco le estés comprando un producto nuevo.

Como hemos visto, el coste de fabricación de cualquier producto lleva asociados unos costes globales muy desproporcionados. Fomentar modelos de usar y re-usar, supone un grandísimo avance hace la economía circular y el residuo cero. Evitando despilfarrar recursos e insostenibilidad ambiental.

Aunque todavía no está realmente muy extendido este modelo de pago por uso. Existen algunas empresas que ofrecen servicios que ya están funcionando, por lo que es una realidad.

Bicicletas compartidas (bike sharing). No necesitas tener una bicicleta para usarla, es un servicio que se lleva usando desde hace tiempo en ciudades como Barcelona, Madrid o Gijón. También hay empresas como Donkey Republic que ofrecen el servicio en varias ciudades.

Escuchar música o ver películas sin tener ni el mp3, CD, DVD, casete o vinilo. Servicios en la nube como Spotify, Tidal, Amazon Music, Netflix, Rakuten TV nos permiten escuchar música o ver películas/series sin que nosotros seamos los propietarios del soporte físico. Son servicios cada vez más extendidos y con grandes ventajas.

Compartir coche (car sharing). Te imaginas no tener que preocuparte del seguro del coche, mantenimientos, ITV, impuestos y tener un coche a tu disposición siempre que lo necesites. Esto es el car sharing. Empresas como Car2go operan en Madrid. Otra alternativa sería DriveNow que por ahora no funciona en España.

Alquiler de ropa. Por ejemplo Mud Jeans, en vez de comprar los vaqueros los puedes alquilar (7.5€/mes durante 12 meses). Las ventajas de este sistema es que los tejidos además de ecológicos son de alta calidad ya que al final de su vida útil el fabricante quiere reciclarlos para fabricar nueva ropa.

Pañales reutilizables. Un bebe desde que nace hasta que cumple los dos primeros años de vida genera unos 2000 KG de residuos debido a los pañales. Los pañales reutilizables son una alternativa a todo este desperdicio económico y medio ambiental. Además, con el alquiler se alarga la vida útil del pañal y se puede ir cambiando de talla a medida que el bebe crece.

Compartir objetos entre los vecinos del barrio. Existen aplicaciones como Lendi (por ahora en Barcelona), que permiten solicitar y compartir entre vecinos. De esta manera, se evitas comprar objetos que sólo vamos de vez en cuando (por ejemplo un taladro). Y además, se crean relaciones sociales con las personas de tu entorno. ¿Qué más se puede pedir?
Como decía, todavía hay pocos servicios de este estilo. No obstante, es cuestión de tiempo e incentivos para que se produzca el cambio de manera generalizada. Haciendo que los fabricantes se centren en generar productos duraderos (sin obsolescencia programada), fáciles de reciclar y a la vez eso les genere beneficios económicos.

Bonus final

Quiero compartir contigo una hoja para que en tu próxima compra puedes hacerla de una manera meditada, objetiva y lo más sostenible posible. Se trata de una hoja de cálculo con la que poder evaluar lo que vamos a comprar de una forma objetiva. Espero que te sea de utilidad.

Si te ha parecido útil el artículo y crees que puede ayudar a otra persona, compártelo. Corre la voz y de esa manera antes cambiaremos la forma en la que compramos y nos alimentamos para vivir en un planeta más sostenible.

Y la caja de comentarios que encuentras debajo de estas líneas es para tí. No seas tímido y déjame tu opinión.

Entre todos es la mejor manera de evolucionar.

¡Salud y sostenibilidad!


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