Uno de ellos hizo un salto tan espectacular y tan elevado que, al impactar las cuchillas de sus patines en el hielo, éste se quebró y el niño quedó atrapado de la cintura hacia abajo entre la capa de hilo.
Desesperado al ver lo que había pasado, su amigo cogió una piedra y corrió hacia él golpeando el hielo que le aprisionaba una vez y otra vez, sin descanso. Al fin, uno de los golpes resquebrajó lo suficiente el hielo como para permitir liberar a su amigo.
Alguien que por allí pasaba y que vio el accidente, llamó al servicio de urgencias que llegó rápidamente. Los socorristas no podían creer que aquel niño hubiera tenido la fuerza necesaria para romper el hielo, y mucho menos hacerlo con una piedra tan pequeña como la que había cogido.
Entonces, un jardinero que andaba por allí les dijo: "Yo sé por qué este niño ha podido romper una capa de hielo tan gruesa. Lo ha conseguido porque no había nadie cerca de él que le dijera que NO LO PODÍA HACER."