En este 20 de febrero, día Mundial de la Justicia Social, hacemos una reflexión sobre los retos por alcanzar para hacer de este mundo más justo para el ser humano y para todo lo que le rodea.
Perseguir y conseguir la justicia social universal, supone erradicar la desigualdad y la pobreza, conseguir que todas las personas accedan a un trabajo decente, aspirar a un mundo en que nadie es mejor que nadie en función de su sexo, procedencia o religión, garantizar el acceso al bienestar y a la justicia para todas las personas. Así, La importancia de la justicia social radica en que fomenta la integración y la protección frente a la explotación de los más vulnerables, para así, caminar hacia una sociedad más justa y equitativa.
Riqueza, sí, pero no para todos
Vivimos en un mundo en constante desarrollo. Sin embargo, la ONU el pasado mes de diciembre hacía un llamamiento en el que afirmaban que el mundo hoy es más rico, pero también más desigual que nunca. No dejamos de generar riqueza, pero sólo el 10% más privilegiado de la población mundial recibe el 40% de la riqueza total generada. Sin embargo, actualmente existen en el mundo 800 millones de personas que viven en la pobreza extrema.
La desigualdad es una de las principales amenazas para la paz, la seguridad y los derechos humanos. También es uno de los motivos que empujan a las personas a migrar, ya que la extrema carestía les obliga a abandonar sus lugares de origen para encontrar nuevas oportunidades de futuro.
La Justicia social también implica el respeto al medio ambiente
El cambio climático es otro motivo de migración forzosa. Y es que la falta de agua, las catástrofes atmosféricas, el calentamiento global, hacen más difícil la habitabilidad de muchas regiones. Y sin duda el cambio climático, no deja de estar causado por una producción masiva y poco sostenible, que enriquece a unos pocos, pero que afecta a la vida de otros muchos.
Hablando de desigualdad, no podemos olvidar la brecha de género. La discriminación de la mujer, por una mera cuestión de género, en el ámbito laboral, privado, político, o social, la pone en una situación de desventaja que viola sus derechos fundamentales.
Está claro que no es igual nacer en Noruega que en Costa de Marfil, ni nacer en el seno de una familia con recursos, a nacer en una comunidad obligada a migrar para sobrevivir. El bienestar de un niño y su futuro dependen en gran medida de factores que vienen dados desde el nacimiento, y un niño que nace pobre tiene, por ejemplo, más posibilidades de enfermar que un niño que nace en el seno de una familia rica.
Objetivos de Desarrollo Sostenible para conseguir la justicia social
Por tanto, si queremos alcanzar el objetivo de la justicia social hay que trabajar contra la desigualdad económica y la discriminación. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible que fueron aprobados en 2015 por 193 líderes mundiales, son la clave para conseguir un futuro más justo y sostenible.
Los ODS marcan en 17 puntos los grandes desafíos globales a los que nos enfrentamos, como son pobreza, la desigualdad, el cambio climático, la degradación ambiental, la prosperidad, y la paz y la justicia. El objetivo es cumplir estos objetivos de cara al año 2030, con la intención de garantizar la sostenibilidad del planeta sin dejar a nadie atrás, consiguiendo convivir en un mundo más justo.
Sin duda los gobiernos de cada nación tienen un papel clave a la hora de legislar, con el objetivo de crear sociedades más justas y sostenibles. Pero ellos no tienen toda la responsabilidad. La propia comunidad internacional, los agentes sociales, las empresas, la cooperación al desarrollo, y cada uno de nosotros tenemos poder de cambiar las cosas. Todos y todas podemos luchar por conseguir que no se viole ningún derecho y que todas las personas que formamos parte de la sociedad podamos disfrutar de una vida digna.
Imagen: Gordon Johnson