¡Feliz día de Reyes! Hoy finaliza la temporada de fiestas y podemos empezar a centrarnos en nuestros propósitos para este año, los cuales espero que incluyan reducir su huella ecológica.
El impacto individual de cada uno de nosotros se puede medir siguiendo el concepto de la huella ecológica. Esta medida representa el área de tierra y agua que se requieren para generar los recursos que consumimos y absorber los desechos que generamos. Está conformada por varios aspectos como: la energía y recursos que consumimos, los desechos y emisiones que generamos, así como por otros menos visibles como los recursos y energía requeridos para producir y transportar los productos que consumimos. Desde hace varias décadas la huella ecológica total de toda la humanidad excede la capacidad del planeta, y al igual que vivir endeudados al tope eventualmente lleva a la bancarrota, esta tendencia de exceder los recursos que tenemos disponibles puede acabar en desastre.
Tomar conciencia del impacto de nuestros hábitos de vida y consumo es el primer paso para tomar decisiones más sustentables y reducir esta huella. Entre más industrializado es un país (y nuestro estilo de vida) mayor es la huella, por lo que los cambios que implementemos quienes llevamos un estilo de vida más “moderno” tienen mayor impacto que los que llevan una vida más simple. Pero no es necesario renunciar a todas nuestras comodidades, se trata de encontrar la forma más sustentable de tenerlas, evitar a las cosas innecesarias y llegar a un equilibrio.
Como todos los cambios de hábitos, suele ser más fácil hacer cambios paulatinos que hacer cambios tan drásticos que en el largo plazo sean insostenibles. Por ello los invito a elegir una o dos áreas por donde empezar a vivir gradualmente de forma más sustentable. Plantéense metas tangibles y claras dentro de un marco de tiempo dado. Es más fácil adherirse a objetivos concretos (“dejaré de comprar agua embotellada a partir de hoy”), que a propósitos ambiguos (“voy a ser más ecológic@”). Estos son sólo algunos ejemplos:
Ponerme un límite de n minutos para bañarme.
Dejar de comprar agua embotellada. Llevar siempre un termo reusable y rellenarlo con agua de filtro.
Comprar un filtro de agua antes de marzo.
Guardar siempre las bolsas reusables para el súper en la cajuela después de vaciarlas, para evitar olvidarlas en casa la siguiente vez que vaya de compras.
Reducir la cantidad de basura no reciclable que desechamos a la mitad para el mes de julio.
Cambiar la marca de detergente de ropa a uno biodegradable.
Usar transporte público o bicicleta en vez del automóvil una vez por semana.
Optar por recibir estados de cuenta y otros documentos sólamente de forma electrónica.
Y muchas otras opciones más…
Les aconsejo que escojan un par de metas por mes (o las que crean que puedan manejar sin llegar a abrumarse), una vez que se conviertan en un hábito, pasen a las siguientes de la lista. De esta forma es más probable que los cambios que hagamos sean permanentes y nos sintamos motivados para intentar cada vez más nuevos cambios. Y si en algún momento fallan en alguno de sus objetivos, no se juzguen duramente ni se den por vencidos, simplemente retomen la intención y vuelvan a iniciar con esa acción.
Aunque la medición de la huella ecológica es compleja, existen herramientas simplificadas para darnos una idea de donde estamos situados. Les sugiero tomar un test de huella ecológica para saber de dónde están partiendo y así medir el impacto de las mejoras que implementen. Ver una mejora medible puede ser un gran motivador.
¿Qué metas ecológicas se han puesto ustedes para este año? Compártannos sus ideas en la sección de comentarios.