RECOMENDACIONES GENERALES PARA TU DIETA DIARIA
Elaborar un plan y seguimiento de la dieta, tener programadas las comidas para no comer lo primero que pillamos en la nevera.
Realizar una lista de la compra y tener a mano el recetario.
Salvo alguna dieta específica, realizar 5 comidas al día.
No suprimir ninguna de las ingestas principales (desayuno, comida y cena) con el propósito de realizar la comida siguiente en mayor cantidad.
Comer despacio, masticando lentamente.
No picar entre horas. En todo caso, proporcionar alternativas de comida en el momento que se presente mucho hambre fuera de una comida como alguna fruta o una pequeña cantidad de frutos secos.
Realizar una dieta equilibrada introduciendo alimentos con todos los nutrientes: hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas y minerales; y todos los tipos de alimentos.
Consumir preferiblemente alimentos ecológicos que según numerosos estudios tienen mayor contenido en nutrientes, sobre todo antioxidantes, son más sabrosos y no contienen pesticidas (que se acumulan en el organismo) ni abonos químicos. Evitar los transgénicos.
Consumir alimentos integrales ricos en fibra beneficiosa para problemas de obesidad, estreñimiento, hiperlipidemias y prevenir problemas cardiovasculares. Es importante garantizar una ingesta mínima de fibra diariamente.
Suprimir al máximo los lácteos, la harina de trigo refinada, la bollería industrial, azúcar blanco, las grasas trans (de origen vegetal hidrogenadas), los alimentos muy procesados.
Introducir alimentos nuevos en tu alimentación que quizás no conoces o usas poco... como semillas, cereales, frutos secos, algas... no tengas miedo a experimentar con ellos, aquí os dejo algunas recetas para que veáis lo fácil que es.
Optar por bebidas vegetales (arroz, quinoa, avena o de frutos secos), dulces esporádicos elaborados en casa, azúcar de caña integral (personalmente tomo la de rapadura) y sal marina natural.
Suprimir en la medida de lo posible el alcohol, el tabaco, la cafeína, edulcorantes artificiales y los aditivos artificiales.
El alcohol, las bebidas refrescantes o el azúcar blanco nos aportan calorías carentes de valor nutricional y ya no sólo eso, son unos roba-minerales de primer orden...
Para cocinar, uno de los mejores aceites es el de oliva virgen extra ya que la temperatura necesaria para que se queme es superior a la que necesita el aceite de semillas que son más aptos para tomarlos en crudo.
Dar prioridad a las proteínas y a las grasas de origen vegetal frente a las de origen animal, sobre todo grasas saturadas.
Disminuir la ingesta de pan convencional y sustituirlo por pan integral de diferentes harinas como trigo, centeno, kamut y con levadura madre a ser posible.
Moderar el consumo de sal.
Algunos tipos de cocción se deben limitar como el caso de fritos, rebozados, estofados o caldos con mucha grasa. Preferiblemente al vapor, hervido, plancha, horno...
No son aconsejables las comidas preparadas y los aperitivos como croquetas, canelones, patatas de churrería...
El agua es fundamental y se ha de tomar de forma continuada a lo largo del día. Una buena opción es el agua con limón, que es un gran alcalinizante del organismo.
Realizar ejercicio físico. Es esencial para la consecución del peso adecuado y también para su mantenimiento. Andar al menos 45 minutos a paso ligero tantos días a la semana como se pueda. No se debe subestimar el ejercicio...
Es importante respetar las horas de sueño y perseguir un equilibrio emocional.
Cada persona tiene unas necesidades concretas y se debe valorar si tiene alguna enfermedad o afección que exija especificar estas recomendaciones.
El hecho de cambiar nuestros hábitos requiere de fuerza de voluntad, una consciencia despierta de que lo hacemos por nuestro bien y aceptar la transición con la mayor naturalidad posible. En el próximo post os daré algunos consejos para superar ese salto de manera equilibrada.
Si tenéis alguna duda o queréis comentar vuestra experiencia, no dudéis en compartirlo.
Besitos dietéticos...