Formamos parte de una sociedad consumista. Hagamos lo que hagamos, nos vemos con la opción de consumir una cosa u otra todos los días, tomando acciones que dictan el mercado y que cambian el destino de centenares de industrias.
Nuestro poder reside en nuestra cartera, realmente. Puede sonar negativo, pero este hecho es también una gran arma que tenemos a nuestro favor. Y es que, si podemos decidir a qué contribuir económicamente, somos capaces de cambiar aquello con lo que no estamos conformes.
Por ejemplo. Si no nos gusta la contaminación del plástico, podemos elegir comprar sin envases, optar por materiales orgánicos o reutilizables, o impulsar los comercios a granel. Del mismo modo, si apostamos por productos artesanos, de comercio justo o hechos a mano, podemos iniciar una revolución que priorice los negocios pequeños y locales a las grandes cadenas internacionales.
Y es que no se trata de no consumir, sino de consumir con cabeza, y de la manera más responsable que podamos (algo que puede variar según la persona, el país y la situación). Cada compra es un voto; cada compra es una decisión. Si estamos informados y capacitados para tomar las decisiones más éticas, podemos formar parte de una cadena imparable que mantenga el planeta un poco más unido.
Hay quién le llama a esto consumo consciente, o consumo ético. Sea como sea, es un movimiento que pretende incorporar en nuestro día a día esa oportunidad de causar un impacto positivo en el mundo con nuestras compras. Ya he hablado antes de algún ejemplo de consumo ético, como el caso de Unlock Hope Uganda o el de Globe Hope, proyectos que me han enamorado.
Hoy, quiero mostrarte algunos de los beneficios de optar por productos artesanos o hechos a mano. Esta alternativa a las fábricas de producción en masa es una gran manera de empezar tu viaje como consumidor consciente. Además, con un número creciente de proyectos que se dedican a darle voz a productores de todo el mundo, ¡cada vez es más fácil apostar por ello!
1. Lo artesanal es más ecológico.
Los productos artesanos son una mejor opción para el medio ambiente, ya que el trabajo hecho a mano conlleva menos producción energética y menos consumo de agua. Además, las probabilidades de que los materiales sean naturales y orgánicos es más alta que en los productos hechos en fábrica.
Todo esto se potencia cuando hablamos de prendas de ropa. Y es que la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, después del petróleo. ¡Optar por técnicas artesanales es optar por una huella de carbono bastante menor!
2. Lo artesanal es más justo.
La conexión entre lo artesanal y el comercio justo es muy potente.Cuando una persona realiza un trabajo tan personal, sin formar parte de un engranaje mecánico en una fábrica, el salario suele ser más alto y cumplir mejor con las necesidades vitales del trabajador. Algo muy lejano del típico salario del 2% del precio final de un producto que se suele dar en las multinacionales (ej. prendas hechas en Bangladesh, balones hechos en Vietnam).
3. Lo artesanal ayuda a crear empleo.
Comprar productos artesanos crea empleos y empodera a comunidades enteras. Si tan solo enfocáramos el 10% de nuestras compras a productos locales y artesanales, se generarían varios centenares de nuevos empleos. Además, los salarios aumentarían y los productores locales –sean de Guatemala o sean de Girona- tendrían más independencia económica para abastecer a sus familias y contribuir a comunidades más potentes y estables.
4. Lo artesanal es de gran calidad.
Por norma general los objetos y prendas hechas artesanalmente están más cuidadas al detalle, están hechas con mayor precisión, y con materiales de mejor calidad, por lo que suelen ser más resistentes y duraderos.
Y no podemos olvidarnos de que ¡lo artesanal es único! Es decir, alguien hace un objeto desde cero con sus propias manos, tomándose su tiempo, con materiales locales, con diseños tradicionales para venderlo a una persona en particular. ¿No es genial?
Evidentemente, es muy difícil no comprar ni un solo producto u objeto que no haya sido producido en masa, pero apostar por productos artesanales es un gran principio para ser un poco más conscientes y éticos.
¡Eso sí! No debemos olvidar que comprar es el último escalón de la pirámide, y que hay alternativas aún más sostenibles a las que podemos optar, como por ejemplo hacerlo nosotros mismos, comprar de segunda mano, intercambiar, coger prestado, o reutilizar.
Ahora es tu turno para ponerlo en práctica ¡con cualquier cosa! Desde la comida –local y de temporada- hasta la ropa, los muebles o los cosméticos.