Ante esto la eterna duda: ¿es mejor comprar un producto ecológico, aunque haya cruzado océanos o un producto de proximidad, aunque no se haya producido de forma sostenible? Pues bien, empecemos desde el principio. Por las definiciones.
Productos Km0: El movimiento Slow Food y la importancia de la proximidad
El concepto km0 surge a finales de los años 80 de la mano de Carlo Petrini, el creador del movimiento “Slow Food”. Este movimiento surge como una respuesta a las cadenas de comida rápida que priorizaban el tiempo de preparación a la calidad y el disfrute de los alimentos. Ante esto, Petrini, como buen italiano, proponía una cocina lenta, en la que recrearse, y elaborada con mimo con alimentos cercanos y de temporada.
En la actualidad, entendemos por km0 cualquier producto (alimentario o no), que esté producido a menos de 100km del punto de consumo.
Productos ecológicos: en busca de una definición
En el caso de los productos ecológicos, la cosa se complica porque nos encontramos con diferentes certificaciones con sus propios criterios o incluso con productos que son vendidos como ecológicos pero que no están certificados. Y si a esto le sumamos a confusión existente entre consumidores y empresas con las etiquetas “ecológico”, “orgánico” y “biológico”, apaga y vámonos. (Por cierto, si quieres conocer exactamente qué diferencia estos conceptos no te puedes perder el post “Ecológico, biológico, orgánico. Encuentra las diferencias”, de FairChange).
Así que, simplificando y para tratar de definir lo que diferencia un alimento ecológico de otro “normal”, nos vamos a centrar en la certificación europea (la de la hojita verde), que es la más utilizada por los productos agroalimentarios españoles. Según el blog Ecoagricultor, esta certificación atestigua que un producto es ecológico cuando:
Procede de agricultura ecológica: agricultura que hace un uso óptimo de los recursos naturales.
Se produce sin pesticidas, fertilizantes o herbicidas.
Se respeta el ritmo natural de crecimiento.
Se elabora sin adición de sustancias artificiales (aditivos, colorantes, saborizantes, aromas).
Se produce sin transgénicos.
Está certificado por un organismo o autoridad de control.
Comparando ambos sistemas
Con todas las definiciones resueltas, ahora lo importante es saber qué es mejor, consumir alimentos de proximidad o alimentos procedentes de agricultura ecológica. Y para ello vamos a volver a nuestra época teenager en la que las listas de pros y contras de “pedirle para salir” a alguien (ahhhh, qué tiempos) eran el pan de cada día, para hacer un listado de ventajas y desventajas de ambos productos. Y para ello, vamos a tomar como ejemplo a los tomates del principio.
Para empezar, el tomate ecológico. Un tomate que ha sido producido con muchísimo mimo siguiendo criterios estrictamente sostenibles. Un tomate producido por una empresa que se ha tomado la molestia de hacer las cosas de manera diferente para intentar mejorar la explotación de recursos en su zona y para dañar lo menos posible su entorno. Y que además tiene que pagar un pastizal para certificar que eso es así. Pero a la vez, un tomate viajado, que ha visto más mundo que tú y que yo, porque ha tenido que hacer muchísimos kilómetros hasta llegar a tu cesta. En el mejor de los casos, ese transporte habrá sido en camión, pero en el peor, puede que incluso el señor tomate se haya sacado un ticket de avión con las emisiones de CO2 que eso conlleva. Además de esto, para aguantar todo ese tiempo de transporte hasta tu casa, el tomate ha sido recolectado cuando su punto de madurez no era el óptimo, con lo que en muchos casos el sabor se ve afectado.
Por otro lado, tenemos el tomate km0. El tomate paisanuco, de boina calada y con acento del pueblo de aquí al lado. Ese tomate que está producido al un paso de tu casa por una empresa local, que sobrevive gracias a que personas como tú invierten en su producto. Unos tomates probablemente vendidos por pequeños comercios de la zona que repercuten de manera positiva en tu propio entorno. Un tomate recolectado en su punto justo de maduración y en su temporada correcta y que no ha viajado casi nada hasta llegar a ti, pero que está producido en cultivos explotados y utilizando sustancias químicas tóxicas perjudiciales para el medio ambiente.
Así que, ¿qué es mejor? ¿un alimento km0 o ecológico?
Después de poner todas las cartas sobre la mesa, lo que está claro es que si podemos conseguir un alimento km0 producido por agricultura ecológica ¡tenemos en nuestra manos un winner! Sin embargo, esto no suele ocurrir tan a menudo como nos gustaría.
Así que, ante la disyuntiva planteada al principio, y viendo que ambas opciones tienen tantos pros y contras, voy a intentar resolverla desde mi propia opinión, que puedes rebatir muy fuerte en los comentarios
Personalmente, creo que es mejor consumir productos km0 aunque no sean productos certificados como ecológicos no sólo por las razones expuestas anteriormente (eliminación casi completa del CO2 por transporte, incentivo de la economía local y del consumo de temporada, mejor sabor), sino porque el cliente está casi directamente en contacto con el productor al reducirse los intermediarios. Esto hace que conozcamos la producción, el origen y el impacto en el entorno de un alimento y que podamos informarnos, opinar y trasladar nuestras sugerencias y preocupaciones medio ambientales a los productores y vendedores del alimento. Algo difícilmente posible con los alimentos ecológicos producidos lejos de nuestras casas.
Pero, como te digo, esta es sólo mi opinión. Y estaré encantada de leer la tuya en los comentarios y en las redes sociales de Una Vida Simple.
P.D. Y tú ¿qué opinas? ¿es mejor consumir alimentos de km0 o con certificación ecológica?
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