El domingo compartí una foto que despertó mucho interés. Era una foto de la basura que R (mi chico) y yo hemos generado en los últimos dos meses y medio, envuelta en papel periódico reutilizado; saqué la foto justo antes de poner nuestro "paquete" en el contenedor de basura del edificio.
Quise compartir la foto porque es la primera vez que usamos papel periódico para envolver la basura (en lugar de la clásica bolsa de plástico) y también porque me sentí feliz de ver que habíamos logrado generar "sólo" ese pequeño bultito. Podría ser más pequeño (y a eso le apuntamos) pero igual es satisfactorio ver el fruto del esfuerzo por reducir nuestra huella de basura, particularmente si comparamos nuestro pequeño paquete con las enormes bolsas llenas de desechos que salen dos veces por semana de casi todos los otros apartamentos del edificio. ¿Y qué nos trajo hasta aquí? Principalmente nuestra preocupación por el impacto negativo que tenemos los humanos en el planeta, pero también un poco de curiosidad, de ganas de probar cosas nuevas y de comprobar que podemos vivir de otra manera. La verdad es que sólo hasta que descubrimos Trash is for Tossers no fuimos 100% conscientes de todo lo que podíamos hacer para reducir nuestra cuota de basura. Recuerdo la primera vez que leí sobre Lauren Singer y su frasquito de basura, y cómo esa simple —pero poderosa— imagen me llevó a mirar de otra manera mi propio basurero. Hace años que llevo mis propias bolsas cuando voy a comprar, evito los productos con exceso de empaque, rechazo los pitillos y los excesos de servilletas... y la verdad es que sentía que ya estaba haciendo todo lo que estaba en mis manos. ¡Ay, si estaba equivocada! Para hablar claramente de nuestro proceso, pienso que primero es importante definir qué es "basura"; me voy a valer de lo que dice la RAE, que funciona bastante bien: basura. (Del lat. versūra, de verrĕre, barrer). 1. f. suciedad (cosa que ensucia). 2. f. Residuos desechados y otros desperdicios. 3. f. Lugar donde se tiran esos residuos y desperdicios. 4. f. Estiércol de las caballerías. 5. f. Cosa repugnante o despreciable.
Resalto "residuos desechados" porque es importante entender que no todo residuo es basura, y también "cosa repugnante o despreciable" porque así deberíamos ver el hecho de generar basura, y no a la basura en sí misma. Un residuo es una "parte o porción que queda de un todo" y que todavía puede ser aprovechable. Insisto: sólo se convierte en basura cuando se desecha (y la RAE me apoya, quién iba a pensar que fueran tan zero waste). Ahora vamos al grano. La foto generó mucha curiosidad y varias personas preguntaron cómo lo hacemos; nunca pensé que esa foto fuera a resultar tan atractiva y me parece muy emocionante ver a tantas personas motivadas con la idea de reducir su cuota de basura, así que aquí quiero compartir nuestro proceso, lo que hemos avanzado y —aún más importante— lo que nos falta por avanzar. Podría hacer una entrada individual de cada una de las fases, porque dan para largo, pero voy a resumirlas tanto como sea posible para que quede todo el combo completo en esta publicación. Debo empezar por re-formular esa pregunta. Sería más adecuado algo como: "¿Cómo lo vamos haciendo?", pues esto está lejos de ser un asunto terminado, y todos los días estamos aprendiendo y replanteando cosas. Le apuntamos a que llegue un momento en que ese bulto de basura de la foto ya no equivalga a dos meses y medio sino a dos años y medio. No lo vamos a lograr de un día para otro, pero ya hemos hecho unos avances importantes. Así que... ¿cómo lo vamos haciendo? Aplicando las tan sonadas "R" (puede sonar híper-trillado, pero es así, tal cual): Rechazar, Reducir, Reutilizar, Reincorporar y Reciclar, en ese orden. Voy a desmenuzarlas una a una, para explicarte de manera más clara cómo es que las aplicamos. Para mí, ésta es la más importante. Es lamentable que tengamos que empezar por ahí, pero vivimos en un medio que constantemente nos ofrece cosas que no necesitamos y en el que se considera normal el hecho de consumir, consumir, y consumir más. Para mí eso no está bien, por eso pienso que lo primero que hay que hacer es rechazar la lógica del consumo irreflexivo y rechazar los productos que realmente no necesitamos. Evitar no es suficiente; un ejemplo puntual de esto son las bolsas de plástico: puede que no quieras usarlas, pero a menos que expreses de manera clara que NO las quieres, lo más seguro es que te las den igual, porque es lo que la mayoría de la gente considera normal. ¿Y qué cosas rechazamos nosotros? Todas las que son innecesarias. Rechazamos las bolsas de un solo uso en todas las circunstancias; rechazamos los pitillos porque nos parecen los trozos de basura más innecesarios del planeta. Además, los pitillos le hacen cosas horribles a los animales (ojo, es un video fuerte pero tiene final feliz), y si definitivamente no puedes vivir sin ellos siempre puedes conseguir unos reutilizables. Rechazamos las bebidas embotelladas (gaseosas, agua, "jugos", energizantes...) y la mayoría de alimentos procesados (con una mejora en la salud como efecto secundario) también los vasos desechables y las meriendas pre-empacadas que ofrecen en eventos, reuniones e incluso las de los aviones (para el viaje a Galápagos llevamos nuestras propias hamburguesas veganas para comer en el avión). También rechazamos la mayoría de productos comerciales de aseo y de cuidado personal (no necesitamos tantos como nos han hecho creer), los pañitos desmaquilladores, los paños desechables de cocina, el algodón desechable, las toallas higiénicas y tampones (nada como la copa menstrual), los volantes publicitarios que entregan en la calle, las copias de los voucher de compra y las facturas impresas de servicios públicos (esas últimas las tenemos todas programadas para que lleguen al email). Me debo estar saltando un montón de cosas, pero creo que con esta lista al menos doy una idea general. La verdad es que día a día se nos ofrecen cosas que no necesitamos y que fácilmente podemos reemplazar con opciones más eficientes, saludables, baratas y amigables con el planeta; las opciones están en todas partes, lo único que se necesita es un poco de paciencia y determinación para salir de la zona de confort. Hay cosas que no podemos eliminar 100% de nuestras vidas o que todavía no sabemos cómo reemplazar. En esos casos aplicamos el segundo paso: reducir. Se puede reducir la cantidad, el tamaño, la complejidad, la distancia y el impacto (seguro se pueden reducir más cosas, pero esas son las que se me ocurren en este momento). Reducimos la cantidad de cosas empacadas que compramos, y las reemplazamos con cosas que podemos comprar a granel reutilizando empaques. Reducimos el tamaño de los residuos, seleccionando productos que tengan empaques menos voluminosos. Reducimos la complejidad de los productos de aseo (y de paso la de sus empaques), reemplazando los comerciales con otros hechos en casa (como champú en barra o jabón para lavar los platos). Reducimos la distancia comprando productos que sean fabricados en nuestro barrio, o en Medellín, o tan cerca como sea posible (cuando están hechos cerca por lo general requieren menos empaque y embalaje). Reducimos el impacto reemplazando productos sintéticos con alternativas biodegradables (ejemplo abajo en la foto), comprando productos que tengan empaques más amigables (papel mejor que plástico, por ejemplo), que tengan ingredientes menos dañinos, fabricados artesanalmente o por empresas pequeñas y que no tengan ingredientes de origen animal ni sean probados en animales. Muchas cosas tienen empaques que pueden reutilizarse hasta el infinito, y muchas otras tienen funciones adicionales que con un poco de creatividad se pueden aprovechar. Si hay algo que no puedas rechazar o reducir, lo ideal es que busques una alternativa que te permita reutilizar al menos algunas de sus partes. El ejemplo más fácil de aplicar es el de los productos que vienen en envases de vidrio que pueden reutilizarse después para envasar cualquier cosa que se nos ocurra. También reutilizamos la ropa que ya no usamos, convirtiéndola en prendas nuevas (o por último en trapos), reutilizamos el periódico para envolver la basura y el aceite usado para hacer jabón para los platos. Esta fase es nueva para nosotros. En Medellín no hay un sistema organizado de clasificación de basuras y los procesos de recolección de material reciclable los llevan a cabo personas independientes (que por lo general viven en condiciones de mucha pobreza). No hay un sistema de recolección de residuos orgánicos y, aparentemente, tampoco un interés por desarrollarlo... de hecho, después de varios intentos para comunicarme con empresas privadas que hacen recolección de orgánicos en restaurantes, la respuesta que recibí fue básicamente que no lo hacen con particulares porque "no es negocio", pues reduciría el monto que se paga al municipio por recolección de basura. Horror. Con el dolor en el alma, tirábamos a la basura todo el material orgánico que salía de nuestra cocina (que además es el tipo de residuo que generamos con mayor frecuencia), mientras buscábamos alguna alternativa... hasta que un día, gracias a referencias de amigos, descubrimos las pacas digestoras. Desde hace un par de meses empezamos a llevar nuestros residuos orgánicos a las pacas de unos amigos, y este fin de semana finalmente construimos una afuera de nuestro edificio, con autorización de la administración y con la esperanza de que despierte curiosidad en otras personas, y que muchos vecinos se animen a reincorporar a la tierra sus residuos orgánicos. Y finalmente, todo lo que no podemos rechazar, reducir, reutilizar o reincorporar, lo clasificamos para que pase a procesos de reciclaje. Juntamos todo el papel, todos los plásticos, vidrios y metales y se los entregamos a Ruby, que es la señora que hace la recolección de material reciclable en nuestro barrio. Esta es la última opción, y pienso que es importante mantenerla así. El reciclaje es una idea bonita, pero frente a la cantidad ingente de basura que genera la humanidad no llega a ser ni siquiera un pañito de agua tibia. El reciclaje se enfoca más en los síntomas que en la enfermedad y, si bien resulta útil para reducir un poco el impacto de nuestra basura, es imposible que por sí mismo resuelva el problema. La única verdadera solución es hacer un uso consciente de los recursos, dejar de producir basura innecesaria (que es ya una redundancia: toda la basura es innecesaria) y, como sugiere Paul Palmer, empezar a construir una sociedad que diseñe sus productos de manera que puedan ser reutilizados de manera perpetua, sin generar residuos ni desperdicios. Qué bonito va a ser eso, ¿cierto que sí? :-) Ufff... nos faltan muchas cosas. Todavía hay una cantidad de productos que no sabemos dónde comprar a granel y seguimos comprando en bolsitas individuales. Todavía no sabemos qué hacer con los residuos de la caja de arena de las gatas... podría ir a la paca digestora, pero tenemos varios asuntos técnicos a resolver antes de dar ese paso. Todavía hay unos cuantos productos de aseo con los que seguimos experimentando para reemplazarlos 100% con alternativas hechas en casa. Todavía nos falta explorar todas las posibilidades que ofrecen los "restos" vegetales antes de que pasen a considerarse residuos, como las cáscaras de limón y los recortes de verduras. Y todavía tenemos una tarea enorme para planear mejor las compras semanales, y que no se nos dañe nunca ninguna fruta ni ningún vegetal (siempre se nos olvida alguna cosa en el fondo de la nevera y nos parece tristísimo encontrarla cuando ya está toda dañada). Internet es una fuente casi inagotable de ideas y de inspiración para empezar a reducir nuestro impacto negativo en el planeta. Hay infinidad de sitios web, blogs, reportajes, libros y recursos para quienes estamos interesados en tomar este camino... pero a veces tanta información puede ser agobiante y dejarnos paralizados sin saber por dónde empezar. Y aquí va la recomendación más importante: empieza por cualquier parte. De verdad, da igual. Cuando hayas dado el primer paso vas a ir tomando poco a poco el ritmo, y todas las cosas que ahora te parecen imposibles te van a empezar a parecer cada vez más cercanas y más lógicas. Yo ya he compartido antes algunas ideas que puedes usar para empezar, te he contado que tu basura habla, te conté sobre la iniciativa de 30 días sin plástico y algunas de mis conclusiones, publiqué varias recetas que puedes usar y también 5 ventajas de hacer tus propios productos de aseo y cuidado personal. También te recomiendo que visites a Patri y a Fer, que están esforzándose por eliminar el plástico de sus vidas, y comparten todo ese proceso con imágenes y muy buenas ideas en Vivir sin plástico. Por último, y para darte un empujoncito, te dejo con esta serie de fotos de familias rodeadas por la basura que generan en una semana, del fotógrafo Gregg Segal. Serían imágenes muy bellas si no fuera porque el problema que evidencian es tan atroz. ¿Qué tal es tu relación con los residuos que generas? ¿Piensas que les podrías sacar mejor provecho? ¿Qué otras ideas se te ocurren? ¡Te espero en los comentarios!