Este lunes 6 de noviembre dio comienzo en Bonn, Alemania, la conferencia internacional que tiene como objetivo unir fuerzas globalmente para tomar acción sobre el cambio climático: la COP23.
El objetivo de la COP23, que durará unas dos semanas, es mantener una evaluación constante y un diálogo sobre las medidas adoptadas en el Acuerdo de París de 2015, donde casi 200 países se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para paliar así las consecuencias del cambio climático.
Este año, entre danzas indígenas y exposiciones con canoas, Fiji ha asumido la presidencia de la conferencia. Es la primera vez que una isla del Pacífico preside la cumbre algo que creo que ya era necesario, puesto que las islas de este océano son especialmente vulnerables y conocen de primera mano los efectos climáticos, los desastres naturales y la contaminación medioambiental.
Además, en esta edición, también se ha invitado a participar no solo a los representantes de los 198 países del acuerdo, sino también a ciudades, empresas, organizaciones ambientales y benéficas, y gobiernos regionales.
Ya hace dos años desde que en París se formó el acuerdo para paliar los efectos del cambio climático (un acuerdo que te expliqué AQUÍ y que, aunque de gran importancia, decepcionó un poco por la falta de pasos prácticos). El año pasado tuvo lugar tuvo lugar en Marrakech, pero los acuerdos tampoco parecieron tomar mucha relevancia. Este 2017, las esperanzas están puestas en el país de la cerveza y los pretzels.
Son muchas las organizaciones que tienen grandes expectativas en cuanto a los progresos que se puedan lograr en Alemania. Y aún es más grande la necesidad de tomar acción ya. Como dicen en la página de WWF, el tiempo está en nuestra contra: llevamos tres años superando el récord de el año más cálido, según la NASA, con las temperaturas subiendo y creando el monstruoso veroño que sigue presente en el mes de noviembre. Los desastres naturales son cada vez más frecuentes en América, ¡y el clima y la geografía de España cada vez se parece más a la de Marruecos!
Y es que el cambio climático lleva años siendo una realidad, tanto en los países más vulnerables como en nuestros patios traseros. Para combatir este gran enemigo del siglo XXI, necesitamos acciones directas e inmediatas, a nivel local y global, que nos ayuden a cortar las emisiones de carbón en la atmosfera.
Por el momento, el objetivo principal (y urgente) que se mantiene en la COP23 y en cualquier proyecto climático es conseguir que la temperatura media global no rebase los 1,5º. Ya te hablé sobre los peligros que supone superar esta temperatura (aumento del nivel del mar, pérdida de bosques, aumento de enfermedades y mortalidad, desastres naturales…), y cómo nos afectaría a nivel personal a los españoles en los próximos años. Spoiler: sería devastador.
Es por ello que de la COP23 se esperan varios progresos. Principalmente, que se aceleren las acciones climáticas propuestas para el 2020 que quieren asegurar no rebasar ese pico máximo de temperatura. Idealmente, iniciar un descenso de la temperatura y un restablecimiento de los daños provocados por el clima.
Aunque existen muchas maneras que pueden acatar este objetivo, uno de los proyectos que ha cobrado más protagonismo en estos últimos meses es el de movilizar Europa hacia un futuro sin carbón. Ya en 2015, las emisiones de la quema de carbón causaron casi 20.000 muertes prematuras en Europa a un coste de 54.000 millones de euros. Este dato sobrecogedor provocó que cerraran hasta 16 centrales térmicas de carbón por todo el continente.
El objetivo es acabar con el uso del carbón antes del año 2025, algo que podría reducir en hasta 3 grados el aumento de la temperatura por los efectos del cambio climático. En España, no obstante, está resultando muy difícil puesto que es uno de los países con más térmicas (y térmicas más tóxicas) de Europa.
También se espera que en la COP23 se consigan más progresos en cuanto a diálogo (en un espacio habilitado por Fiji llamado Talanoa, donde se utiliza el storytelling y la conversación entre países para tomar decisiones), en cuanto a coordinación internacional y en cuanto a compromisos para mejoras tecnológicas en el ámbito ambiental.
Y si en estas dos semanas los distintos países pudieran ponerse de acuerdo para crear un borrador de la implementación de los acuerdos prácticos de París, sería un gran logro para la COP23 y para el planeta. Porque para cambiar el mundo cabe llevar a la práctica ideas realistas, asequibles, efectivas y realizables.
Aunque la elección de Trump supuso el abandono de EEUU en el Acuerdo de París siendo uno de los países desarrollados más importantes y con más influencia del planeta (y el único fuera del Acuerdo ahora que Siria ha anunciado que va a firmarlo)- , todavía puede haber una gran movilización global a favor de la salud ambiental de la Tierra y de todos sus habitantes.
“Dondequiera que vivamos, todos somos vulnerables y debemos actuar”, decía Frank Bainimarama, el primer ministro de Fiji. “Es por eso que hemos instalado una canoa de alta mar típica de Fiji, un Drua, aquí en la entrada, para recordar a todos la necesidad de llenar nuestras velas con el viento de la determinación colectiva por hacer que la COP23 sea un éxito y poder así hacer frente al desafío más grande para la humanidad”.