Este fin de semana me quedé sin móvil. Confieso que lo eché de menos. En parte por las fotos que habría sacado pero, sobre todo, porque muchas veces me habría comunicado con tal y tal persona, justo en ese o aquel momento, rápida y sencillamente.
Pronto me di cuenta de que caminaba por la ciudad sin que nadie que no estuviera a mi lado supiera donde estaba y que estaba obligada a vivir en el momento, en el lugar y con las personas que me encontraba, al 100%. No tenía que revisar el móvil por si había una llamada o mensaje perdido, no tenía nada que decirle a nadie que no estuviera allí.
A pesar de pasarme dos días recorriendo algunos de los lugares más turísticos de la ciudad, sentí, por primera vez desde hace mucho tiempo, una reconfortante sensación de intimidad.
Recordé algunas veces cuando era niña y me perdía o me metía en secreto por un camino que no debía y me daba cuenta de que nadie podía saber que estaba allí. Daba un poco de miedo pero era tan emocionante a la vez…
Así que hoy, en vez de post, publico una propuesta:
¿Y si, de vez en cuando, nos volvemos valientes y cambiamos toda esa comodidad e inmediatez por un poco de aventura? ¿Y si, en vez de tanto comunicarnos con personas que están en otro lado, hablamos un poco más con las personas con las que nos cruzamos en la vida real?
Piensa en esas veces en que te has quedado sin cobertura en medio de la naturaleza, o sin batería en un barrio que no conoces y tienes que volver a encontrar el camino preguntando, o esos días en que se te olvida el móvil en casa y la rutina de todos los días de repente se vuelve completamente diferente. No quiero caer en la melancolía pero ¿no crees que te mereces concederte alguno de esos pequeños inconvenientes, al menos de vez en cuando?
Buen martes :)
PD: Mira un poco más abajo. ¿Has visto que estrenamos nuevo logo de Hola Eco? Y eso solo es una pequeña parte de todo lo demás porque ¡tenemos nueva web! Pásate y mira cuántos blogs tan bonitos :)
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