Hace 3 años no era tan fácil comprar moda sostenible, al menos para mí. Más allá de la segunda mano, me costaba encontrar alternativas cuyo diseño me gustara y que me pudiera permitir (más adelante entendí que lo que había que reducir era el ritmo de consumo y que no estaba bien que las cosas costaran tan poco, pero ese es otro post).
El caso es que entraba en las tiendas que conocía, miraba las etiquetas, hacía muchas preguntas que en general nadie sabía responderme y me quedaba de brazos cruzados. Información que para mí era básica como el lugar y las condiciones en las que había sido fabricado un objeto se me negaban mientras leía y veía noticias terribles sobre las fábricas en países lejanos.
¿Era yo la única que estaba cansada de sospechar explotación en cada uno de los objetos que compraba? ¿Por qué las instituciones no controlaban ese tipo de prácticas? ¿De verdad era tan difícil hacer las cosas de otra manera? Estaba convencida de que una gran parte de los consumidores pagarían un poco más por lo que compraban a cambio de saber que no había sido fabricado en condiciones casi esclavas y dañinas para el planeta.
Por otro lado, en mis búsquedas, sobre todo en las tiendas de barrio, iba descubriendo productos de calidad producidos de forma local y ética. Sin embargo, la mayoría no contaban con páginas web y eran negocios en declive, que después de una larga tradición familiar se veían impotentes ante la invasión de marcas y productos con precios ridículos por haber sido fabricados en condiciones dudosas en países del tercer mundo.
Yo quería apoyar a esas marcas, ¿pero cómo hacerlo si me costaba tanto encontrarlas?
Información. Para mí era y sigue siendo la palabra clave. Yo y todos los consumidores tenemos derecho a tener la información necesaria para tomar una decisión de compra responsable y consciente.
Entonces pensé que alguien tendría que ocuparse de seleccionar todas esas marcas buenas e introducirlas en una plataforma de venta gigante, contando la historia de cada una de ellas. Se llamaría “la Tienda buena”, “The Good Shop”, “The Goood Shop“. Y me pareció tan evidente que lo escribí en mi libreta. Cada día pensaba en la idea y la veía más clara y necesaria, ¿por qué nadie lo había hecho? Y entonces decidí hacerla yo, porque además me encanta contar historias :)
Y aquí estoy. Las preguntas siguen siendo las mismas. Con la diferencia de que, desde hace unos días, The Goood Shop ya está dando sus primeros pasos en la vida real (porque en la virtual ya llevamos muchos meses caminando). ¿Seremos la tienda de buenas marcas más grande del mundo? ¡Quién sabe! En realidad lo que nos gusta pensar es que algún día solo se venderán “buenas marcas”. Por ahora, nos encontrarás haciendo muchas preguntas y visitando tranquilamente muchas fábricas y talleres para que descubras las historias geniales que se esconden detrás de las buenas marcas y sus buenos productos.
El camino ha sido largo pero necesario. Fueron años de investigación, de aprendizaje y desaprendizaje, de conocer a personas y proyectos maravillosos, la mayor parte del tiempo combinado con trabajos a tiempo muy completo que también eran importantes para mí, en los que adquirí conocimientos imprescindibles para llevar a cabo el proyecto.
¿Qué? ¿Te pasas a ver cómo ha quedado The Goood Shop?
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