Según datos de ACNUR, a finales de 2017, había más de 25 millones de personas refugiadas en el mundo de las cuales la mitad de ellos son menores. Huyen de la guerra, de la persecución y la violencia, porque su seguridad no está garantizada. La realidad es que el 85% de estas personas acaban siendo acogidas por países con pocos recursos, y esto pone en jaque el mantenimiento de servicios e infraestructuras.
Países de acogida con pocos recursos
Los países más cercanos a estados inestables, como es Jordania, Turquía, Líbano, Pakistán, Irán o Kenia, acogen a millones de personas, pero es difícil que puedan dar una respuesta adecuada a la llegada de tantas personas a la vez, con necesidades básicas como el alojamiento, la sanidad o la educación. Sólo Turquía acoge a 3,5 millones de personas refugiadas, más que cualquier otro país.
El Pacto Mundial sobre Refugiados establece la arquitectura para que, ante una gran crisis de refugiados la respuesta internacional sea más sólida, y equitativa.
Por ello dará más apoyo a los que huyen de sus lugares de origen, pero también a los países que los reciben, que en su mayoría están entre los más pobres del mundo, porque los refugiados necesitan una respuesta humanitaria al problema y es responsabilidad de todos que estas personas, en lugar de quedar apartadas de la sociedad, puedan crecer en su nueva oportunidad, y a su vez aportar como nuevos ciudadanos.
Objetivos del Pacto mundial sobre Refugiados
Según afirman las Naciones Unidas, los objetivos principales del pacto son:
Aliviar las presiones sobre los países de acogida;
Fomentar la autosuficiencia de los refugiados;
Ampliar el acceso a nuevos lugares de acogida;
Fomentar el regreso voluntario al país de origen con seguridad y dignidad.
Los países miembros en este pacto aceptan que la crisis de los refugiados es cosa de todos, y con la implicación de los países miembros, el sector privado, las comunidades confesionales y las instituciones financieras internacionales, para acoger a las personas refugiadas, e invertir en ellas, se podría aliviar la carga de los países receptores.
El Pacto Mundial sobre Refugiados viene a desarrollar la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados firmada en 1951. Este documento establece los derechos de los refugiados y las obligaciones de los Estados al respecto, pero no entraba en cómo compartir la carga y las responsabilidades. El nuevo pacto pone el foco en la cooperación internacional y establece unas bases para llevarlo a cabo.
Un pacto no vinculante
No obstante, el Pacto Mundial sobre Refugiados no es legalmente vinculante, lo que puede llevar a pensar que se tata de una declaración de buenas intenciones que podría quedar en papel mojado. Sin embargo, la comunidad internacional es optimista.
El responsable de protección internacional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Volker Türk, explicaba después de la votación que, al ser el Pacto aprobado por la Asamblea General de la ONU, “se demostrará un compromiso político muy fuerte de los 193 Estados Miembros para implementarlo, incluso si no es jurídicamente vinculante”.
Sólo nos queda esperar a los resultados reales. Actualmente la comunidad de refugiados mundial demanda una respuesta inmediata, que pondrá a prueba la solidaridad de los estados y la eficacia del Pacto Mundial sobre Refugiados.