Hay que tener conciencia de lo que su cuerpo está pidiendo en este momento y de cómo tus elecciones afectarán tu alimentación.
Para ello, hay que conectar consigo mismo y estrechar la relación con los alimentos. Cuando prestas atención en el presente, sin distraerte con otros pensamientos o asuntos, puedes disfrutar la comida de una manera más placentera, lo que tiende a generar menos frustraciones.
En teoría, el mindful eating parece simple-bastaría con dejar el celular a un lado u otras distracciones y concentrarse en el sabor de la comida. Pero intenta hacerlo mientras ingieres tu pre-entrenamiento.
En gran parte del día, mientras nuestras acciones están en el piloto automático, nuestra mente está atrapada en el futuro o en el pasado. Por ello, consumimos lo que no necesitaba o nos arrepentimos de lo que ingerimos.
Varios estudios han demostrado que la práctica aporta enormes beneficios a los que sufren de compulsión alimentaria, ansiedad o depresión. Y eso no tiene nada que ver con restricciones y reglas de dietas.
Aprende a incluir la técnica mindful eating en tu rutina
No dejes de comer lo que deseas
Es importante dejar claro que mindful eating no es una dieta. No hay una lista de lo que está bien o mal. Desde el conocimiento de ti mismo, puedes entender qué alimentos van a satisfacer tus necesidades en este momento, ya sea un plato de ensalada o un trozo de pastel.
La técnica nunca debe considerarse un camino hacia el adelgazamiento. Tenemos más de diez formas diferentes de hambre, como la física, la emocional y la auditiva, además de variaciones emocionales y hormonales. A eso es lo que tenemos que estar atentos para decidir qué comer.
Entiende lo que está a tu alrededor
Antes de poner cualquier comida en el plato, reflexiona si realmente tienes hambre o si fuiste al restaurante sólo porque estás en la hora del almuerzo.
Al mirar el buffet de autoservicio, trata de entender si necesitas una, dos o tres cucharadas de arroz. Mira las opciones: ¿se ven bien? A veces coges una cucharada por costumbre, no por necesidad.
Ya sentado en la mesa, aléjate de los demás estímulos (el celular) y come disfrutando el momento. El objetivo es usar todos los sentidos, como hacemos con el vino. Siente el aroma, entiende la textura, disfruta el sabor del alimento.
Por lo tanto, no serás rehén de las reglas impuestas por dietas o de las orientaciones dadas por amigos y compañeros.
Siente tu cuerpo
En restaurantes à la carte, tu elección consciente debe ocurrir desde la evaluación del menú hasta el momento en que comienzas a comer
Estar lleno es completamente diferente a estar satisfecho. No tenemos que tener el estómago a punto de reventar para decidir parar.
Por eso, los expertos recomiendan que comas más lentamente, lo que ayuda al cerebro a entender mejor la saciedad. Esto hace que el proceso de digestión sea más eficiente, ya que el alimento se mastica más a menudo, facilitando la absorción de los nutrientes.
También vale la pena estar atento a las sensaciones que vienen después de la comida. En consecuencia, la gente tiende a comer de forma más saludable porque empiezas a tener más conciencia de lo que haces bien o no.
Huye de la culpa
Hay una regla en el mindful eating: ten compasión. Antes de castigarte por comer una hamburguesa, juzga por qué tomaste esa decisión.
En ningún caso te rindas al piloto automático. A menudo, uno come un chocolate por ansiedad y ni siquiera disfruta el sabor. Con eso, el cerebro no registra ese momento placentero y tú terminas sintiéndote culpable.
Cuando pensamientos como “no puedo consumir azúcar” invadan tu cabeza, trata de concentrarte en lo que está pasando dentro de tu boca. Sin juicio, es más fácil deshacerse de la compulsión.
Empieza poco a poco
La práctica del mindful eating también requiere un tiempo de entrenamiento para ser dominada.
Al principio, no será fácil, pero no puedes rendirte. ¿Te imaginas si cuando éramos niños, dejáramos de caminar por los golpes que recibimos?
Al principio, concéntrate para que la primera bocada de cada comida sea apreciada en su totalidad. Luego, intente realizar la técnica durante todo el almuerzo de la tarde. No tienes que oler la comida cerca de la nariz, ni masticar miles de veces.
Crea una percepción de tu cuerpo, sin dejar que pensamientos sobre el pasado o el futuro dominen tu mente. Concéntrate en los pies tocando el suelo, en el pecho llenándose de aire, en las manos sobre tus muslos. Así, estarás cada vez más preparado, especialmente en los momentos de crisis.