Antes de nada, me gustaría clarificar que no es mi intención abrir un debate político con este post, aunque su título podría sugerirlo. Lo que si que me gustaría, es hacer un examen sobre como se podría vivir en la incertidumbre creada por la situación de la política global actual, ya que nuestro ámbito profesional probablemente será uno de los que se vera más afectado por estos cambios políticos.
Buscando algún proverbio de algún sabio durante la preparación de este artículo, (ya lo sé – ¡vaya cliché! – pero había que empezar esta pagina blanca con algo), encontré una frase que resumía perfectamente la sensación que me produce el estado del mundo en este momento.
Curiosamente no se trata del pensamiento de un gran intelectual como Noam Chomsky – que ya ha declarado en varios ocasiones, que lo único cierto de nuestro futuro es la incertidumbre (muy reconfortante) – al contrario, era un Tuit reciente de una joven rapera estadounidense llamada Sonya Teclai que reza: “la incertidumbre es lo más estresante del mundo”.
Sin entrar en la calidad artística de la artista en cuestión, lo que queda claro es que la incertidumbre, como fuente de preocupaciones es un hecho bien establecido, tanto como lo son los efectos dañinos causados por el estrés.
Climate March NYC (nyt.com)
Después de la crisis económica que hemos vivido, y que mucha gente todavía está viviendo, se podría pensar que deberíamos estar suficientemente preparados para manejar esta nueva incertidumbre a la que nos estamos enfrentando, al menos mentalmente. Pero al parecer esto no está tan claro.
Para empezar, ante la avalancha de noticias diarias sobre estos cambios, la mayoría de nosotros nos estamos enfrentando a ellas con una mezcla de incredulidad que oscila entre un reality surrealista y una pesadilla sin fin. Desde la estrategia de la avestruz, es decir, con la cabeza bien enterrada en la arena, a momentos de plena histeria, o alguna situación intermedia entre los dos, nos encontramos con manifestaciones de ansiedad y desasosiego, que nos pellizcan a diario, manifestándose en picos puntuales de ansiedad al recordar el estado actual del mundo junto con esa incertidumbre de no saber a que atenerse. Frente a esto, hay pocas estrategias nuevas. Ante el pánico, podemos distraernos con algún yogui tea o una visita rápida al pinterest, tras lo que nos decimos a nosotros mismos: a) Habrá que esperar y tener paciencia en vez de alarmarse innecesariamente, o b) No hay mucho que pueda hacer al respecto.
Pero, mientras que escándalos más y más gordos están saliendo a la luz diariamente desde cualquier parte del mundo, y, desde que hace tiempo demasiados vienen del mismo sitio (EEUU), dichos picos de ansiedad al imaginar nuestro futuro son cada vez mas frecuentes y difíciles de ignorar – algunas ya han llegado hasta a las avestruces con su cabeza enterrada de nuestros alrededores
Climate Change Day, Paris 2015 (theguardian.com)
Si nos centramos sólo, en como la administración del nuevo presidente estadounidense está afectando a nuestro ámbito por ejemplo, el escenario futuro de nuestro planeta en este caso, como mínimo, es bastante preocupante.
La sensación que nos produce todo esto, es la de rabia, rabia hacia un mundo y sus dirigentes que parecen tener muy poca consideración hacia nadie ni nada, excepto sus cuestionables intereses propios, que no respetan ni las leyes escritas, ni las no escritas y que manipulan los hechos y las verdades a su conveniencia.
Los medios, que a la vez aman y odian a personajes como Trump, corren detrás del mismo para no perderse ningún detalle picante, de su absurda aventura política, con la cual nos bombardean y agotan a diario. Y como todo va tan rápido, es casi imposible estar al día, ni mucho menos esperar las consecuencias de cada acto, mientras que vamos haciéndonos poco a poco inmunes a lo absurdo y peligroso de cada una de estas noticias serias, si es que hubieran sucedido en tiempos menos revueltos.
Es como una rueda de hámster, de la cual queremos escapar, pero no sabemos si sería mejor dejarla de una vez y saltar a la incertidumbre con valentía, o intentar aguantar a su ritmo absurdo.
Tomemos por ejemplo, una de las últimas noticias a manos del personal de la EPA (la Agencia para la Protección del Medio Ambiente) en los E.E.U.U., que cita que ya no esta permitido usar en la administración federal el termino “cambio climático” en el contexto que se venía usando, según su nuevo jefe, Scott Pruitt, uno de los críticos mas importantes del cambio climático y que considera al mismo “un hecho científico no probado”. Respiremos hondo una y otra vez.
Los Standing Rock Sioux en Dakota del Norte (themilleniallegacy.com)
Hace poco esto habría sido un escándalo suficientemente alarmante en si mismo, pero como al mismo tiempo está rodeado de otros tantos, ni ofende, ni choca demasiado. Con Rusia interfiriendo en las elecciones estadounidenses, Obamacare (¡menos mal que en este punto ha habido buenas noticias hace poco!) y por supuesto, Ivanka haciéndose hueco en un puesto oficial al lado de su padre, esto sólo es otro titular preocupante y pasajero entre muchos otros.
Así que, a las preguntas tipo “¿Hasta dónde hemos llegado?” y “¿Qué se puede hacer para evitar que todo lo que se ha logrado hasta ahora no quede destrozado?” obviamente no hay ninguna respuesta fácil o receta segura, y me encantaría saber que opináis vosotros, ¡así que por favor no os cortéis, y comentad abajo!
Para mí, como pesimista positiva (= vaso medio vacío, pero con esperanza de que se puede hacer algo al respecto), lo que realmente me reconforta en estos tiempos perturbadores e inciertos, son los movimientos “grassroot”, como se llaman en inglés, es decir, los movimientos de base, organizados por ciudadanos apasionados por una causa en concreta.
Climate March NYC (nyt.com)
¿Porque los movimientos “grassroot”? A mi entender, funcionan un poco como la estructura de una familia semi funcional. Aunque hay diferencias a veces, sus miembros saben perfectamente que tienen que, debido a su tamaño, luchar unidos, cuando la causa principal supera las pequeñas diferencias.
Así que me inspiró y me dio mucha esperanza el ver, por ejemplo, la Womens March en Washington, el pasado enero. Había muchos grupos diferentes luchando por los derechos de las mujeres, algunos de ellos en desacuerdo en muchas cuestiones, pero que en este día estaban unidos en solidaridad, e hicieron el suficiente ruido para hacerse oír.
Esa manifestación, es un ejemplo de muchas de las acciones que se están organizando por todo el mundo para defender a las causas que más nos preocupan.
Womens March, Washington D.C. 2017 (nyt.com)
Nosotros tenemos el Fashion Revolution Day el 24 de abril, la oportunidad perfecta de unirnos y mostrar al mundo una vez más, de lo que se puede conseguir juntos, y a la vez coger fuerza del entusiasmo colectivo, venga lo que venga, sobre todo en los días que queremos enterrar nuestras cabezas en la arena.
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