Soy una persona que tiene muchos defectos, pero hay uno que es especialmente grave y que llevo intentando solucionar años. Y es que desde que era pequeñita siempre me he fijado objetivos a cumplir, metas que cruzar y cuando por fin, después de mucho esfuerzo, he llegado a ellos me he fijado en el siguiente, casi sin disfrutar del momento. Y así sucesivamente en una carrera absurda sin final.
Alguna vez he oído que este mal es común a todos los niños de conservatorio (en mi caso tocaba el piano) y algo de lógica tiene. Pero también conozco a otras personas que no han pisado jamás una escuela de música o danza y también padecen de este problema. De hecho, es un problema que en mayor o menor medida nos afecta a casi todos.
BUSCANDO LA PERFECCIÓN Y PERDIÉNDONOS POR EL CAMINO
¿Cuántas veces pensamos que todavía no lo tenemos todo? ¿Que nos falta aprobar esos exámenes, sacar esa plaza en las oposiciones, conseguir esa subida de sueldo, tener esos días de vacaciones para ser felices o para tomar decisiones que llevamos tiempo posponiendo? ¿Y una vez que llegamos nos damos cuenta de que en realidad, eso no era todo, y ahora para conseguir ese ideal autoimpuesto “necesitamos” hacer un máster u otra carrera, conseguir un puesto más alto, viajar a un país más lejano?
Esta espiral de inconformismo provoca que nunca estemos contentos con lo que estamos haciendo en ese mismo momento y vivamos en un permanente futurible que nos impide vivir el presente. Y esto, que puede parecer retórica repetida hasta la saciedad por cualquier gurú de baratillo, es una realidad muy cansada para todos los que hemos crecido viviendo a través de objetivos y plazos, y esperando siempre al siguiente paso. Y si es cansado para nosotros, para todos los que nos acompañan en el viaje ya ni te cuento (¡un saludo marido mío!).
YA TIENES TODO LO QUE NECESITAS
Te contaba hace unas semanas que me había dado cuenta de algo importante al tener una criatura. Y es que, por mucho que todos intentemos ser felices e intentar que nuestra existencia esté llena de momentos de gozo, los malos momentos de la vida también existen y es necesario pasar por ellos conscientemente para vivir. Lógica aplastante ¿verdad? Bueno pues yo lo he descubierto ahora. Llámame pionera.
Pero esto de la maternidad también me ha enseñado que ya tienes todo lo que necesitas. Que podrías tener una casa mejor, viajar más o ganar mucha más pasta gansa, pero de verdad, ya tienes todo lo que necesitas. Porque tienes un techo bajo el que dormir y comida con la que alimentarte (que eso ya nos hace unos privilegiados), pero también tienes personas que están cerca para echarte una mano o tienes la libertad para dar un paseo y despejar a ese mono tocando los platillos en el que de vez en cuando se convierte tu cabeza.
Ya tienes todo lo que necesitas. Créeme. Que aquello que crees que te espera en el futuro y que será mejor, luego se convertirá en cotidiano y tendrás que fijarte en otro objetivo para sentir que estás progresando. Cuando lo que necesitas es centrarte en el aquí y en el ahora, en todo lo que ya tienes. Y empezar a disfrutarlo aunque sea por una vez. Me aplico el cuento
P.D. Y tú ¿también vives cumpliendo plazos y siguiendo objetivos? ¿o has aprendido ya a disfrutar del presente? ¡Cuéntamelo aquí abajo!
Quizá te interese:
Einstein y la felicidad
¿Cuáles son los ingredientes de tu felicidad?
¡Compartir es vivir! Si te ha gustado este post, compártelo en tus redes sociales