“Mi hijo solía gritar toda la noche y el día debido al dolor intenso”, explica Amal, la madre de Mohammad. “La piel se le despegaba y siempre estaba sangrando. Ahora es un alivio saber que hay alguien para cuidar de él”, resume.
La mayoría de los pacientes internos en el Centro Bader sufren alguna discapacidad en forma de parálisis, quemaduras o amputaciones de uno o varios de sus miembros y en el centro disfrutan de un entorno estable, en el que, además de alojamiento y comida, pueden seguir sesiones de fisioterapia para preparar la colocación de prótesis y favorecer la adaptación después de las operaciones. También reciben apoyo psicológico para retomar una vida normal.
“Me encanta jugar con los niños y todos mis amigos en Albader”, dice Taha, de 7 años. “Siempre nos divertimos juntos, porque no me siento menos que ellos. “Aquí todo el mundo ha pasado por una experiencia difícil que es similar a la mía que es por eso que me entienden y son amables todo el tiempo”.
La entrada en el centro ha supuesto, según explica Mohammad Kiki, responsable del Bader Center, un cambio radical para estos niños: “Vemos una gran cantidad de transformación positiva en la personalidad de los niños. Vemos esperanza de nuevo y vemos aceptación por parte de otros niños. Vemos a mucha gente que sale de nuevo a la vida”
Global Humanitaria y la ong jordana Al Mahd for training and social development llevamos a cabo, desde diciembre de 2015, el proyecto Ayúdales a caminar. El objetivo del proyecto es atender a cerca de 1.200 niños y niñas con heridas y traumas de guerra, que viven en los campos de refugiados de Jordania y en el norte del país.
Imágenes: Los niños y niñas que viven en el Bader Center trabajan cada día en la sala de fisioterapia, para recuperarse de sus heridas / Mohammad estrena sus ejercicios de fisioterapia junto con la fisioterapeuta del centro / Taha (en primer término, a la derecha), come con sus nuevos compañeras en el centro médico.