Desde mediados del siglo XVI cuando un grupo de familias de Uceda, algunas con apellido Patón, se asentaron y fundaron Patones de Arriba cada atardecer se ha escuchado entre los montes de pizarra el sonido de los cencerros.
Los hombres y mujeres de Patones de Arriba, y más tarde los de Patones de Abajo, salían cada mañana a pastorear a sus rebaños. Pasaban el día entre los montes de jaras y retamas, observando a los animales, escribiendo sobre las piedras, buscando plantas.
Pastores patones
Incluso a los que se consideraban reyes de Patones, eran también pastores que impartían justicia entre el resto de vecinos.
Mi abuelo Julián comenzó muy pequeño a ser pastor, primero acompañando a su hermana con las vacas por los alrededores de la casa de los dos ríos, más tarde con su rebaño de trescientas ovejas por Navarejos. Cuando se jubiló estuvo algunos años acompañando a Geñi con unas pocas ovejas como Paula y sus corderos.
Pero el verdadero protagonista de esta historia es Geñi. Su familia siempre tuvo cabras y él ha tenido un gran rebaño de ovejas pastando por Patones hasta hace apenas un año.
He tenido la oportunidad de entrevistarle varias veces y también de charlar un rato junto a sus ovejas. Él me mostró los bellos olivos centenarios de Patones de Abajo, también me habló de que Patones es un pueblo vinculado al agua.
Un año me invitó a fotografiar el esquileo de sus ovejas. Pasé un estupendo día viendo a expertos esquiladores trabajar mientras mi abuelo y el primo Alfonso recogían los vellones de las ovejas y Gerardo se encargaba de los corderos.
No he sido la única prendada por sus relatos. Los periodistas de Aquí la Tierra dedicaron un par de reportajes a los que llamaron Reyes de Patones: Geñi y Pedro que mostraron un Patones de Arriba como el de antes, rodeado por ovejas y acompañado del sonido de los cencerros. Enseñaron cómo se hacían las garrotas, donde se guardaba a los cerdos y recordaban con anhelo otros tiempos pasados.
Aquí la tierra Rey de Patones
Aquí la tierra Cómo han cambiado las cosas
No quería dejar de escribir sobre los pastores, sobre Geñi el último pastor de Patones, porque me entristece que se pierda un oficio con tanto valor. Se perderán muchos conocimientos del saber popular sobre los animales, los arroyos, los ceños, las plantas, el clima. Nuestros hijos no podrán disfrutar de los corderos, ni jugar con los cencerros o las garrotas, ni correr detrás de los perros pastores.
Ahora que las ovejas han dejado de pastar por nuestra dehesa, nuestro paisaje cambiará para siempre. Ya no se verán las huellas de las ovejas en los caminos, ni mechones de lana entre las aulagas, tampoco se fertilizará el suelo y el monte se llenará de maleza. Pero sobre todo, ya no se escuchará al atardecer el sonido de los cencerros. Ese sonido que ha acompañado a los vecinos de Patones desde hace cuatrocientos años. Y que hasta apenas unos meses podíamos seguir disfrutando.
Geñi y sus ovejas en 2016
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