Han pasado muchas cosas desde entonces, todo el proceso de rehabilitación de la construcción donde se sitúa el alojamiento (lo cuento aquí), el despegue del proyecto, una pandemia de por medio y la histórica nevada Filomena que en lo personal supuso el comienzo del fin de mi relación de pareja de mas de veinte años.
Hace casi un año vi mi vida tambalearse y de pronto me encontré ante un divorcio no esperado, ni deseado. El principio fue un duro periodo personal y profesional. De pronto me vi sola ante la gestión de una casa rural que pensaba que era un proyecto en común y que con el tiempo tengo clarísimo que era un proyecto personal, de autoempleo y al fin y al cabo una forma de vida.
Este 2021 he vivido un duro proceso de duelo, en el que he tenido la suerte de rodearme de grandes profesionales que me han ayudado a nivel psicológico y con las gestiones del proceso de divorcio. Y por supuesto he tenido el apoyo de la familia, los amigos y por supuesto de mi hija y mi madre. Sin ellas todo hubiera sido muchísimo más difícil.
Pero sin lugar a dudas, mi proyecto de emprendimiento ha sido uno de los pilares en los que agarrarme en los duros momentos. Me ha permitido independencia económica, evolución profesional y conciliación. Ahora, viendo todo con otra mirada y sintiéndome muy feliz y liberada veo infinidad de oportunidades de ser una mujer emprendedora en el medio rural y haber formado una familia monomarental tan maravillosa.
Durante este tiempo me he dado cuenta de que estoy bien soltera (que no sola, porque tengo un montón de gente maravillosa a mi lado). Estoy evolucionando profesionalmente, incluso mi proyecto de emprendimiento me ha permitido acceder a una plaza como profesora asociada y volver a trabajar como docente universitaria. Puedo gestionar sola mi casa rural porque al final es cuestión de organizarse, de creer en ti misma y empoderarte. También estoy disfrutando más que nunca de la crianza de mi hija, tengo tiempo para mi y he aprendido a no sentirme culpable por ello.
Por el camino he conocido y sigo conociendo a un montón de mujeres valientes, empoderadas y emprendedoras que me sirven como apoyo e inspiración como Marga “De Raíz”, Mariné del “Horno de Mariné”, Leto de “Letografía”, Lola “Lola Sorrows Tattoo” o María de Flow Soul Yoga. Y es que si algo he aprendido en estos años que llevo en Casa rural Melones y en sobre todo en el último año es que nunca se es consciente de la enorme capacidad que tenemos las mujeres de gestionar proyectos. Porque aunque en un principio nos parezca imposible, solas podemos. Solo necesitamos tener una buena red de colaboración y apoyo para conseguirlo y por supuesto no olvidarnos de creer en nosotras mismas. Estoy muy orgullosa de ser una mujer emprendedora en el medio rural