Sabía que el BEFF 2017 sería un lugar genial para recordar que sí, también hay una gran cantidad de personas que están trabajando muy duro para que el futuro sea sostenible, para volver a darnos cuenta del poder de la colaboración y lo maravilloso que es trabajar para un proyecto en el que de verdad creemos.
También sabía que sería un hervidero de nuevas ideas y de inspiración. Un lugar idóneo para replantearnos el valor de las cosas, que lo que parece basura puede ser una genial materia prima, que lo que yo ya no uso puede servirle a otro y que, cuanto menos sobre, mejor.
Sin embargo, a pesar de que en esta edición me perdí la mayor parte de las charlas, talleres, proyecciones, mesas redondas y desfiles, descubrí la sensación de salir del online por tres días y me ha encantado:
El rincón de The Goood Shop se convirtió en el escenario de un constante y emocionante intercambio de historias de personas que han decidido cambiar el mundo. Ha sido genial recibir a mi familia y amigos, compartir la experiencia con todos mis vecinos de stand y, sobre todo, conocer a tantas personas que se han acercado pidiéndome que les contara las historias de nuestros productos.
Sí, tal como dijo La Ecocosmopolita en su precioso taller: los cambios individuales suman y los colectivos multiplican.
Aquí puedes leer mi crónica del BEFF 2016 y aquí la del BEFF 2015.