¿Qué nos aporta la avena?
La avena, al igual que otros cereales, es una importante fuente de proteínas, lípidos, vitaminas y minerales, que mejora la piel porque la hidrata, desinflama y calma las irritaciones de la misma gracias a su capacidad curativa, que fortalece el sistema inmunitario y estimula la producción de colágeno.
Y por otro lado, la avena contiene saponinas que son sustancias que limpian (como las que contiene el jabón pero en bastante menor cantidad), de manera que lava la piel suavemente al mismo tiempo que la cuida, nutre y protege. Por lo tanto, la leche de avena, que veremos a continuación cómo se hace, nos sirve perfectamente para limpiar nuestro cutis todos los días sin irritarnos la piel, regulando su pH y el exceso de sebo, por lo que es muy indicada para pieles con acné, pero también para las más sensibles, atópicas, secas, maduras y en definitiva para todo tipo de pieles.
Por todo esto es muy frecuente su uso en cosméticos, jabones y champús. Y ahora vamos con la receta:
¿Qué necesitamos?
900 g de aceite de hueso de oliva.
200 g de aceite de coco.
150 g de hidróxido de sodio (sosa).
388 g de leche de avena. Para preparar la leche de avena: aproximadamente 1/2 vaso de avena en 2 litros de agua destilada u osmotizada.
0,3 g de vitamina E.
60 g de salvado de avena.
50 gotas de aceite esencial de lavanda.
¿Cómo se hace?
1. Para hacer jabón de avena, al igual que en la receta de jabón de arroz, tenemos primero que preparar leche de avena, cociéndola durante unos minutos hasta que la textura sea cremosa, después la colamos y dejamos que se enfríe antes de preparar la lejía. Nosotras hemos preparado bastante cantidad para guardar la cantidad que nos sobra y usarla como limpiador facial mezclada con miel y vitamina E. Los granos de avena filtrados los puedes usar después para agregarlos en la traza y darle textura al jabón, pero nosotras hemos preferido usar salvado de avena triturado fino, que es un poco más duro y exfoliará mucho mejor que los copos de avena cocinados.
2. Una vez que tengamos fría la leche de avena le agregamos la sosa lentamente y removemos. Apartamos en un sitio ventilado hasta que baje la temperatura.
3. Añadimos vitamina E a los aceites y los calentamos al baño maría para que se cruce la temperatura con la de la lejía. Nosotras hemos esperado hasta los 50ºC.
4. Cuando ambos líquidos estén iguales vertemos la lejía (leche de avena+sosa) encima de los aceites y batimos a velocidad muy baja.
5. En cuanto comprobemos que alcanzamos la traza dejamos de batir y le añadimos el salvado de avena y el aceite esencial. Removemos un poco y vertemos en el molde.
6. Lo cubriremos y dejaremos reposar un día para que gelifique. Al día siguiente, o cuando el tacto esté duro, lo cortaremos en pastillas y dejaremos secar por 40 días para que se equilibre el pH. Pasado ese tiempo ya podremos disfrutarlos con total tranquilidad.
Los que hemos elaborado nosotras estarán disponibles para su venta a partir del 3 de Marzo del 2016. ¡Resérvalos ya que se acaban!